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No prestamos el voto Opinión

No prestamos el voto

Ignacio Iriarte
Por : Ignacio Iriarte Coordinador comunicacional de Marca tu Voto
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Más compleja me parece eso sí la aseveración de que el cuerpo de «funcionarios» al que le correspondió «administrar», pero también soñar, imaginar y crear esta campaña hizo cálculos políticos que vulneraban el espíritu de la acción que habíamos creado. Es decir, que mientras trabajamos para instalar la idea de que la Constitución de Pinochet no daba para más y que debía construirse una nueva a través de una Asamblea Constituyente inoculábamos en paralelo el germen de la traición a quienes habían confiado en la idea. Nada más alejado de la realidad.


Hay muchas aseveraciones sin fundamento en la columna de Alberto Mayol  «De Marca a tu Voto a Presta tu Voto». Demasiadas tal vez para ser contestadas una por una. Sin embargo, parece necesario hacerse cargo de algunas de ellas.

La idea de que la demanda ciudadana por más participación, que buscaba en resumidas cuentas dar una señal a la élite política para que escuchara la urgencia por cambiar las reglas del juego de un modelo de desarrollo obsolescente, terminó siendo administrada por un grupo de «burócratas» entrampados en el cálculo, la astucia y la maquinación es simplemente una falacia.

En lo formal, la campaña tenía una estructura que fue creciendo a medida que pasaban los meses y que requería necesariamente de la definición de roles y funciones. De ahí a imaginar a un ejército de burócratas cuando lo que había era una asociación de voluntarios, hay un mar de imaginación.

[cita]No nos perdemos en los cantos de sirena, ni estamos dispuestos a bajar los brazos. Creemos que sólo es posible hacer los cambios construyendo mayorías y utilizando todas las herramientas que sean necesarias para cambiar el estado actual de nuestra institucionalidad. Si para ello debemos conversar con quienes hoy detentan el poder, la élite política, las organizaciones sociales, la sociedad civil organizada, los fácticos o los descreídos como Mayol, no tenemos problema.[/cita]

 Más compleja me parece eso sí la aseveración de que el cuerpo de «funcionarios» al que le correspondió «administrar», pero también soñar, imaginar y crear esta campaña hizo cálculos políticos que vulneraban el espíritu de la acción que habíamos creado. Es decir, que mientras trabajamos para instalar la idea de que la Constitución de Pinochet no daba para más y que debía construirse una nueva a través de una Asamblea Constituyente inoculábamos en paralelo el germen de la traición a quienes habían confiado en la idea. Nada más alejado de la realidad.

Llevar al debate público utilizando las pocas herramientas y recursos a mano para instalar la necesidad y la importancia de una Asamblea Constituyente en un país sin experiencia en la materia, con medios adversos y francotiradores en todos los sectores, no fue una tarea fácil. En primer lugar, se emplazó y no se coqueteó con el poder, como plantea Mayol. Los voceros del poder respondieron presurosos a la inserción que llamaba a marcar el voto firmada por más de cien profesores de derecho constitucional  y que fue publicada a página completa un domingo de junio en El Mercurio. Se sucedieron los editoriales, las cartas y las columnas y no precisamente para discutir el contenido, sino más bien para satanizar la acción, para motejarla de inviable, para acusarnos de irresponsables. Si lo que ocurrió a partir de ahí no era «irritar» a la elite, no sé entonces de qué habla Mayol.

Otro de los ejemplos de la supuesta pasividad planteados por el columnista es no haber reaccionado al error del anterior director del Servel, Juan Emilio Cheyre, cuando adujo que un voto marcado era un voto nulo. Sólo para el registro conviene aclarar que esa misma noche estábamos en CNN Chile refutando sus dichos y al día siguiente en el Servel exigiendo una aclaración. Si además pretendía –como dice en su columna– que pidiéramos su cabeza al mando del Servicio y nos dedicáramos a disparar al mensajero, es no entender los tiempos políticos y aún menos la capacidad de acción de una campaña cuyo objetivo era convocar a los ciudadanos a utilizar el voto como una herramienta de protesta ciudadana.

El punto más polémico y lejos el más inconsistente de lo que plantea el ciudadano Mayol en su columna es que la campaña «Marca tu voto» habría sido una especie de quinta columna de la Nueva Mayoría, enquistada en esta iniciativa ciudadana. En primer lugar, alude directamente a que yo habría dicho en los medios que habría que emitir un voto válido en segunda vuelta. Eso es falso. Jamás planteé aquello, porque la voluntad de quienes me mandataron a hablar era que contaríamos todos los votos sin importar si estos eran válidos, nulos o blancos. Nunca pasaría por encima de la voluntad de los ciudadanos que confiaron en nosotros y menos me daría un gusto personal tratando de imponer mañosamente o de contrabando una idea sobre la cual no había consenso.

Cuando surge la idea de la campaña, a partir de una columna escrita por el académico Claudio Fuentes en este mismo medio a fines del 2012, quienes comenzamos a empujar este proceso entendimos que el llamado era a participar, a hacerse parte del proceso eleccionario, en definitiva a levantarse el 17 de noviembre o el 15 de diciembre para utilizar el voto como señal política. Si alguien fantaseó con la idea de utilizar la campaña para evitar la abstención, definitivamente no fueron los «burócratas» de  «Marca tu voto». La idea de la conspiración ideada en teoría en  los subterráneos del poder para llevar votos a la candidata de la Nueva Mayoría, choca con la realidad de que probablemente la mayoría de los «funcionarios» de la campaña no votaron por la Presidenta electa ni en primera ni en segunda vuelta. Pero, en fin, el papel y la imaginación resisten todo.

Mayol sostiene también que quienes trabajábamos en la campaña, habíamos perdido el foco: “Su objetivo era marcar el voto, no conquistar la realización de la Asamblea Constituyente”. Creer que los árboles no nos dejarían ver el bosque es antes que nada despreciar el criterio político de los voluntarios y adherentes de la campaña y, sobre todo, no entender que el camino hacia la Constituyente es un proceso y que la campaña «Marca Tu Voto» era una estación de la ruta y no la ruta en sí. Es evidente, siempre lo entendimos así, que esta era una acción pedagógica, una oportunidad para instalar el tema, una manera de poner en la discusión pública una materia que nunca había sido discutida en nuestra historia republicana: construir en común el modelo de desarrollo que queríamos para Chile. No veo dónde y en qué minuto la campaña se transforma en una acción meramente instrumental, acotada a la acción de marcar, y abandona su objetivo de lograr una Constitución política construida entre todos y todas.

El 15 de diciembre cerramos un proceso, y en eso no se equivoca Mayol, lo cerramos porque entendíamos que era imposible seguir creciendo sin evaluar lo que habíamos hecho, sin corregir los errores cometidos, sin sumar a los responsables de los territorios que se organizaron para empujar la iniciativa, sin consensuar con los cientos de personas que se han sentido parte del proceso una estrategia y un camino para seguir avanzando hacia el único objetivo que nos ha movido como campaña, construir una democracia justa, participativa e inclusiva.

Nuestra primera reunión será este sábado y trabajaremos para que se sucedan más en los territorios, en las comunas, en las organizaciones, y logremos, como uno más, sumarnos a la estrategia que defina el colectivo. Marca tu Voto y sus «burócratas» han sido una herramienta más del proceso constituyente, y están disponibles para sumarse a una estructura más amplia que acoja todas las voces que están dispuestas a seguir impulsando la idea de una Asamblea Constituyente.

No nos perdemos en los cantos de sirena, ni estamos dispuestos a bajar los brazos. Creemos que sólo es posible hacer los cambios construyendo mayorías y utilizando todas las herramientas que sean necesarias para cambiar el estado actual de nuestra institucionalidad. Si para ello debemos conversar con quienes hoy detentan el poder, la élite política, las organizaciones sociales, la sociedad civil organizada, los fácticos o los descreídos como Mayol, no tenemos problema. Por el contrario, entendemos que el objetivo de la Asamblea Constituyente supera nuestras aprensiones y que la única manera de alcanzar una democracia plena es sumando voluntades, convenciendo, educando y articulando ciudadanía para generar en conjunto el país que soñamos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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