Publicidad

Tarud y La Haya: cosas de patriotas

Francisco Mendez Bernales
Por : Francisco Mendez Bernales Periodista y analista político
Ver Más

Es curioso, pero el terreno nos importa sólo en algunas ocasiones. En otras solamente lo cedemos, a veces sin siquiera enterarnos. Cosas de patriotas. Mejor no me meto.


¿Cuál será la motivación del nacionalismo? Esa es una pregunta que siempre me ha asaltado. Nunca he entendido los griteríos e insultos en los partidos de futbol cuando juega Chile. Menos cuando estos gritos van en contra de un pueblo vecino o en contra de cualquier país para ser exacto. Tampoco he entendido las descalificaciones que se sustentan en el lugar del que vienes, ni menos esa pelea absurda por querer marcar bien nuestro territorio para que el de al lado no sea mejor que nosotros, para que no nos quite eso que aunque no sabíamos que existía antes de que entrara en disputa, es nuestro.

No entiendo ese sentido de pertenencia hacia un país, y eso que siempre he vivido en Chile y tengo uno que otro pariente que se fue a vivir fuera y que dicen extrañar esta tierra. Pero igual no entiendo. No me hace gracia el concepto de patria, ni menos, por supuesto, me parece lógico acusar a alguien de ser traidor a esta. Simplemente no lo comprendo. Lo encuentro torpe y flojo de parte de quienes no razonan antes de aferrarse a un territorio sin siquiera hacer un pequeño razonamiento antes de defenderlo a ultranza.

Ayer el diputado Jorge Tarud me recordó ese nacionalismo. Sus tweets contra Alan García respecto al tema de La Haya me hicieron preguntar ¿para qué se hace esto? No lo entendía. Tal vez soy un mal nacido por no apreciar el “espíritu patriótico” del diputado, pero realmente no me pasa nada, al contrario, encuentro innecesarias todas esas afrentas, me parecen dañinas y creo que no contribuyen a lo que alguna vez se llamó el “espíritu latinoamericano”. ¿Es inteligente combatir nacionalismo con nacionalismo? Creo que no. Si bien en Perú hay personas a las que le surge la rabia cada vez que se habla de Chile, de hecho el mandatario en ejercicio era antes un reconocido antichileno, creo que responderles con la misma moneda es tonto. Y patudo también. Tonto porque la historia demuestra que los conflictos violentos no han traído nunca nada positivo a quienes los viven, y patudo porque nosotros muchas veces nos merecemos la rabia de quienes viven en nuestra vecindad, debido a que hemos sido unos pésimos compañeros de barrio.

Tal vez es nuestro afán por ser rubios y europeos el que nos ha llevado a mirar con otros ojos a quienes son parte de nuestra comunidad sudamericana. Nuestras ganas de diferenciarnos de lo que no nos conviene porque no nos gusta pertenecer a esta vecindad. Y menos nos gusta que ellos, quienes miramos hacia abajo, osen siquiera en disputarnos algo . Lo encontramos último de rasca, aunque nuestro patriotismo lo sea más aún.

Por lo mismo ¿y si el gobierno de Perú sabe que ha ganado el fallo debemos llorar, gritar, rasgar vestiduras? Personalmente no lo creo. Debemos guardar la compostura, ser menos pasionales y más inteligentes, dos cosas que no van de la mano necesariamente. Porque nacionalismo también, por otro lado, esta rabia pasional, puede ser un sentimiento para ser aprovechado por quienes tienen intereses en diversos lugares del territorio nacional. Ya que muchas veces los grandes conglomerados empresariales usan nuestros lloriqueos o nuestros insultos hacia el compañero de continente para así conseguir mantener negocios y dividendos. Usan nuestra conciencia de patria como un instrumento más para no perder ningún centímetro de-su soberanía hasta por sobre el último rincón del país. De otra manera se pierde dinero, no orgullo ni nada por el estilo, sólo dinero.

Todo esto yo no lo encuentro nada de atractivo. No me interesa pelearme a muerte por algo que me dijeron que era mío, pero que en el fondo no es más que una pérdida de tiempo defenderlo. Tampoco me interesa defender algo que terminará sí o sí siendo patrimonio de empresarios que les pagan poco a sus empleados y se engolosinan con el poder. Porque si bien somos muy buenos para defender nuestros trozos ante los vecinos para demostrar poderío, también somos expertos para cederles derechos marítimos a siete familias. Sólo a siete familias. Es curioso, pero el terreno nos importa sólo en algunas ocasiones. En otras solamente lo cedemos, a veces sin siquiera enterarnos. Cosas de patriotas. Mejor no me meto.

*Publicado en El Quinto Poder

Publicidad

Tendencias