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Monopolista perfectamente discriminador

Antes controló a RN y fue su candidato presidencial, extrayéndole todo el excedente disponible. Y ahora la abandona exangüe, cuando quedan los despojos debidos precisamente a que quiso apropiarse de todo el “excedente del consumidor” que generó la campaña denigratoria del 11 y se sumó a ella consiguiendo que hasta los comentaristas marxistas de este blog lo aplaudan.


Todos se preocupan por la autodemolición de la derecha, que coincide, según dicen, con un repunte de la popularidad de Piñera. ¿Quieren saber el por qué de ambas cosas? Vean las portadas de los diarios de hoy. ¿Quiénes están en la principal fotografía? Ignacio Casale, primer chileno ganador de una prueba en el Dakar, y a su lado, blandiendo una gran bandera chilena, compartiendo el éxito, Sebastián Piñera. Recordé cuando en la Olimpíada de Atenas Massú y González ganaron las medallas de oro y la única persona que apareció casi tanto como ellos en Teletrece esa noche fue Sebastián Piñera, enfocado en las tribunas atenienses blandiendo una gran bandera chilena. La verdadera historia salió días después en “La Tercera”: el protagonista de última hora había llegado a Atenas para la final y, como no había entradas, dio pasajes de LAN a los dirigentes para que le cedieran la del kinesiólogo. Después, con la connivencia de los camarógrafos, compartió ante la teleaudencia el protagonismo por el triunfo de los héroes tenísticos. Así se labra la popularidad en política.

¿Van a encontrar ustedes en estos días la imagen de Piñera en la primera línea del conflicto portuario, enfrentándose a los huelguistas ilegales? ¿O dando la cara en la Araucanía e imponiendo mano dura contra el terrorismo? ¿O impulsando decididamente HydroAysén? No, ésas son causas “impopulares”, que, si se impusiera la legalidad, podrían dar lugar a despidos y hasta víctimas de la confrontación. Nadie puede subir en las encuestas si lo culpan de esas bajas. Al contrario, a los que imponen la ley y el orden a veces los matan, como a Pérez Zujovic. Luego, la huelga portuaria ilegal, el terrorismo en la Araucanía continúan (y continuarán) impunes, lo mismo que el problema energético sin solución. Aparecer enfrentándolos resta y no suma popularidad política. Ésos son problemas del país y no de Sebastián Piñera.

Si ustedes tienen la paciencia de revisar lo que escribe la brigada de comentaristas de extrema izquierda encargada de contradecir mi blog, comprobarán últimamente un giro de ella, de simpatía hacia Piñera, iniciado cuando éste se puso a la cabeza del asesinato moral del régimen militar a raíz de los 40 años el 11, asesinato moral que explica, a su turno, el derrumbe electoral de la derecha en las elecciones posteriores, como lo he descrito en sucesivos blogs y en particular en el reciente “Un Fantasma Recorre la Derecha”.

Nótese que el referido derrumbe electoral se produjo en la votación de las comunas populares y no en las más pudientes, donde incluso hubo un ligero mejoramiento de la votación de la derecha. Es que el lavado cerebral masivo sobre los “horrores” del régimen militar, encabezado por Piñera con su condena a los “cómplices pasivos” y el castigo extra a los presos políticos militares con el cierre del penal más digno (que de paso arrojó dos pérdidas de vidas que, como fueron de uniformados, no acarrean impopularidad), donde provocó real daño a la derecha fue en su “voto duro” de las comunas populares. Pues allí habita esa misma gente que en 2006 hizo fila toda la noche para despedir los restos del general Pinochet. Ahí no estaba la aristocracia, cuyo cerebro es difícil de lavar, sino el pueblo. Pueblo en el cual caló hondo la masiva y unánime, pero falsa, campaña propagandística por diarios, revistas, televisión y diarios para desprestigiar al Gobierno Militar y culparlo de toda suerte de atrocidades. El impacto en la gente del pueblo incidió en que gran parte de ella dejara de darle su voto a los partidos que, como todo el mundo sabe, inspiraron, apoyaron y contribuyeron al éxito del Gobierno Militar. Porque Lily Pérez, que hoy hace causa común con Piñera en el repudio a los militares, en 1988 no votaba “No” junto con él, sino que votaba “Sí” y con mucho entusiasmo, y por ese entonces fue Piñera el que se trasladó al “Sí”, apoyando a Hernán Büchi y no al candidato del “No”, Patricio Aylwin, porque creyó que allí era donde calentaba el sol (se equivocó, pero poco después se amistó mucho con Aylwin, especialmente para comprar acciones que eran de CORFO y para apoyar el alza tributaria de éste “para legitimar el modelo económico”, como solía explicar entonces).

El “monopolista perfectamente discriminador” es una figura económica teórica de alguien que, si pudiera tener el poder de hacerlo, se apropiaría de todo el beneficio que obtienen los consumidores al adquirir bienes. Porque cada consumidor tiene, en su fuero interno, una idea del máximo precio que estaría dispuesto a pagar por un bien. Yo soy aficionado al pan y fácilmente pagaría cinco mil pesos por mi marraqueta diaria, pero vale mil pesos (creo) y cada vez que en mi casa compran una estoy, por consiguiente, obteniendo un beneficio, que se llama “excedente del consumidor”, es decir, la diferencia entre lo que pago y lo que estaría dispuesto a pagar. Si hubiera un panadero monopolista que supiera que yo estaba dispuesto a pagar cinco mil pesos, me cobraría precisamente eso, pero como hay competencia ninguno puede hacerlo y los consumidores tenemos ese beneficio de pagar menos de lo que estaríamos dispuestos a pagar.

Pero en la política chilena tenemos un “monopolista perfectamente discriminador” que aborda a cada uno y le extrae su “excedente”. Ayer (el sábado) le quitó protagonismo a Casale y se apropió de parte de su éxito sin haber tenido que soportar ni siquiera un minuto de recorrido arduo por el desierto. Antes controló a RN y fue su candidato presidencial, extrayéndole todo el excedente disponible. Y ahora la abandona exangüe, cuando quedan los despojos debidos precisamente a que quiso apropiarse de todo el “excedente del consumidor” que generó la campaña denigratoria del 11 y se sumó a ella consiguiendo que hasta los comentaristas marxistas de este blog lo aplaudan. Mientras, los que fueron partidarios del Gobierno Militar, como RN, que nació bajo su égida, se desangran.

Yo no creo que él vuelva a RN, pero, si vuelve, la va a volver a desangrar y se va a volver a quedar con todo su “excedente el consumidor”. Mi pronóstico es que va a integrarse a “Amplitud”, iniciando contactos tanto hacia RN como hacia la DC, buscando extraerles a ambas todo su “excedente del consumidor”, para después hacer lo propio con “Amplitud” misma, en procura de repetirse el plato en 2018.

Que la UDI no tome palco en esta exhibición de habilidades, porque mejor debería estar lamiendo sus heridas y poniéndolas al sol para cicatrizarlas, pues, por si no se ha dado cuenta, todas ellas se han debido a que el mismo “monopolista perfectamente discriminador” se acercó a ella en 2009 y, amenazando por aquí y prometiendo por allá, se echó al hombro para sus fines al partido de Jaime Guzmán, en una operación que éste jamás habría permitido, pues yo sé mejor que nadie lo que éste pensaba del “monopolista perfectamente discriminador”.

Y ahora el personaje está obteniendo amplios dividendos publicitarios (si bien transitorios) de un problema, como el de La Haya, que posiblemente a la postre no ofrezca ningún excedente qué extraer. Pero ha logrado involucrar en él a tan gran número de personajes que ya tiene garantizado, por lo menos, un equitativo reparto de los costos, si los hubiere. Pues otro rasgo del “monopolista perfectamente discriminador” es el de que, si no hubiere excedente alguno del cual apropiarse, y sólo perjuicios, los mismos recaigan en la mayor medida posible sobre los demás y no sobre él.

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