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El déjà vu económico de Bachelet

Paliar los efectos de la nueva arremetida de la crisis requerirá más fantasía de la que tuvieron Piñera, Fernández y Rousseff en su tiempo al acoplarse al modelo extractivista exportador. Quizás el déjà vu de Bachelet la ilumine. Si no, no va a poder cumplir ninguna de las promesas que tan firmemente ha venido haciendo.


El primer gobierno de Michelle Bachelet terminó en medio de una aguda crisis económica mundial. Desmintiendo a aquellos que lo creían «yeta», Sebastián Piñera pudo en cambio gozar de una verdadera bonanza de capitales externos. Pero ahora esa bonanza se acaba. Bachelet tendrá su déjà vu económico apenas asuma.

La razón no está sólo en la desaceleración del crecimiento económico de China, si bien este factor es importante. Gracias a que China se había tornado en la niña mimada del capital externo durante toda la década pasada, su economía creció muy rápidamente. Pasó a concentrar así un gran porcentaje de la producción manufacturera mundial, que exportó en buena parte. Las inversiones crecieron de manera casi obscena. No obstante los bajísimos salarios que percibían, millones de familias chinas se incorporaron a la urbanización, provocando un boom de la construcción. Las importaciones chinas se convirtieron en el motor de la economía mundial. Los bancos pusieron la varita mágica. Tan sólo en cuatro años –de 2009 a 2013– los activos de los bancos chinos más que se duplicaron, para alcanzar un equivalente de 24 trillones de dólares –140% de su PIB–. EL crecimiento económico real fue mucho menor.

[cita]Chile y las economías de la región están frente a una situación externa muy precaria. Paliar los efectos de la nueva arremetida de la crisis requerirá más fantasía de la que tuvieron Piñera, Fernández y Rousseff en su tiempo al acoplarse al modelo extractivista exportador. Quizás el déjà vu de Bachelet la ilumine. Si no, no va a poder cumplir ninguna de las promesas que tan firmemente ha venido haciendo.[/cita]

Paralelamente, el gobierno de EE.UU. abrió las compuertas del crédito a los bancos para evitar su colapso. Mientras cientos de miles de hogares perdían sus casas y no sabían cómo pagar sus deudas, bancos y empresas no sabían dónde invertir el tsunami de liquidez que la Reserva Federal les aseguraba. La solución fue salir en búsqueda de deudores en todo el mundo.
¡Qué mejor que financiar a quienes estaban abasteciendo ese mercado chino que prometía expandirse hacia el infinito! Las inversiones externas en países emergentes marcaron récords históricos. Sus monedas se revaluaron, el crédito interno siguió el ritmo de la expansión china y, mientras los ciudadanos norteamericanos no sabían cómo pagar sus tarjetas de crédito, en países como Chile, Perú y Colombia, el retail las repartía como chocolates.

Pero ahora la fiesta se acabó. Los bancos e inversionistas norteamericanos, europeos y de otros lugares están tan atochados de liquidez, que ya no les sirve que la Reserva Federal la siga aumentando. Lo que necesitan ahora es escasez de capitales y que sus inversiones financieras sean más rentables. Tampoco les sirve aumentar sus inversiones en los países emergentes: el carnaval de los commodities se está terminando. Pero sí les conviene salir de estos países, y rápido, para evitar pérdidas por la depreciación de las monedas y las caídas bursátiles.

Para Chile, como muchos otros países, la perspectiva es oscura, aunque todavía no catastrófica. Pero podría llegar a serlo. En el mundo entero las economías están sobreendeudadas. Tan sólo en tres años, entre 2010 y 2013, el nivel mundial de deudas se duplicó de un equivalente de 110 a más de 220 trillones de dólares. O sea, a casi cuatro veces el producto mundial. Japón no saldrá de la deflación ni a costa de una devaluación y el endeudamiento fiscal extremo. La Zona del Euro está a punto de caer nuevamente en una recesión, sin que el endeudamiento público disminuya un centavo. La demanda mundial se está contrayendo, deteriorándose así los mercados de exportación de los países «emergentes». La devaluación de la moneda no ayudará para nada. Son muchos los países que están devaluando al mismo tiempo, y debido a la especulación y el descaro de la oligarquía y el capital externo, de manera catastrófica, como Argentina. Por todas partes se están reduciendo drásticamente los ingresos reales de la mayoría de la gente.

Como era de esperar, vuelven a surgir las demandas de «cambios estructurales» para paliar la crisis. Todavía en octubre del año pasado Cristine Legarde, del FMI, celebraba los éxitos de las políticas anticrisis. Planteaba una «transición» hacia un nuevo multilateralismo, la «normalización» de las condiciones financieras internacionales, y un cambio estructural de la «dinámica de crecimiento» con un «rebalanceo» de la demanda global. Ahora, las perspectivas de crecimiento se han deteriorado y se plantea que se habrá de responder con políticas monetarias restrictivas y ajustes fiscales.

En síntesis: Chile y las economías de la región están frente a una situación externa muy precaria. Paliar los efectos de la nueva arremetida de la crisis requerirá más fantasía de la que tuvieron Piñera, Fernández y Rousseff en su tiempo al acoplarse al modelo extractivista exportador. Quizás el déjà vu de Bachelet la ilumine. Si no, no va a poder cumplir ninguna de las promesas que tan firmemente ha venido haciendo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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