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La retroexcavadora de Jaime Quintana

Diego Vrsalovic Huenumilla
Por : Diego Vrsalovic Huenumilla Estudiante de Pedagogía en Historia, Geografía y Educación Cívica de la Universidad de la Frontera.
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Excavadora: Máquina para excavar.

Excavar: Quitar de una cosa sólida parte de su masa o grueso, haciendo hoyo o cavidad en ella. Hacer en el terreno hoyos, zanjas, desmontes, pozos o galerías subterráneas. Quitar la tierra de alrededor de las plantas para beneficiarlas.

Ampliamente comentada ha sido la “aplanadora” que la Nueva Mayoría estaría ejecutando en materia legislativa. Aunque más evidente fue la electoral, en las últimas elecciones parlamentarias y presidenciales. Y más comentada ha sido la “retroexcavadora” que se debe pasar en algunas materias, a juicio del profesor, abogado, senador y ahora “constructor civil político” Jaime Quintana Leal, sobre los cimientos del modelo neoliberal.

¿Qué más sólido que el neoliberalismo en Chile, implantado a punta de tanques, en 1973? Un sistema de bases firmes en su instalación por la acción implacable de la dictadura cívico-militar que barrió con todo resabio del modelo industrializador; de consistencia inquebrantable por su legitimación otorgada por los grandes conglomerados políticos ya recuperada la democracia, en parte por el miedo a perder las conquistas políticas y por la comodidad que representó para muchas y muchos el obtener dinero dulce, fácil y rápido.

Desde “arriba”, por el crecimiento desmedido de muchas fortunas; desde “abajo”, por la inmediatez de la adquisición de bienes y servicios mayoritariamente a través del crédito.

Es menester relevar una vez más lo extenso de los tentáculos del plan económico que tuvo la Armada, originado en la simbiosis entre la Escuela de Chicago y la Cofradía Náutica del Pacífico Austral, y que venció a los nacionalistas en el marco de la instalación de la Junta de Gobierno de 1973.

Esta “mano que mece la cuna” alcanzó ciertamente a la educación, privatizándola y desarraigándola en muchos casos de la función de encuentro social, haciendo “normal” el lucrar. Por cierto, con el aval de expertos en educación como José Joaquín Brunner.

Hacia allá apuntaba la legislación del gobierno de Sebastián Piñera, generando herramientas que dejan absolutamente conforme a quienes tienen intereses económicos en la materia, pues permite el control pero no la erradicación de esta malentendida “legítima ganancia”.

El programa de gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet ha sido definido por la mandataria misma como un “contrato solemne” entre la ciudadanía y el poder ejecutivo, amén de una coalición que, en lo esencial, pretende dar muestras de estar a la altura de un nuevo ciclo político, económico y social que comienza; a pesar de que sus características no están plenamente definidas (por cierto, pues estamos en su inicio y es complejo establecer un análisis certero).

Al ser una “carta de navegación” de férreo compromiso por parte de quienes se encuentran en este pacto político, inevitablemente existen proyectos de ley que son incompatibles con el espíritu de la nueva administración nacional.

Es así como se entiende su retiro. Hay que dar muestras a la ciudadanía del nuevo rumbo que se quiere emprender. Y en muchos ámbitos existen evidentes diferencias que es necesario recalcar.

Asimismo, se debe marcar diferencias con quienes buscan acuerdos sólo para mantener intereses y no por el beneficio de una ciudadanía que espera cambios hoy. Se debe enfatizar el que la “democracia de los acuerdos” fue necesaria en la medida que Pinochet podía terminar cuando quisiera con el estado de derecho; pero hoy, ya muerto el dictador, no queda más que destrabar los cerrojos y “entrar a picar” en los cimientos que se han dejado.

Es cierto: como país nos ha costado construir lo que hoy tenemos, pero no por ello la estructura está libre de máculas y cuestionamientos. Para avanzar, es preciso orientar las energías en cortar el concreto, remover los cimientos del Neoliberalismo donde no debió haber sido implantado, y empezar a trabajar por una nueva construcción.

(*) Texto publicado en El Quinto Poder.cl

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