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Las reformas de Michelle: Bienvenidos a Tlön Opinión

Las reformas de Michelle: Bienvenidos a Tlön

Por eso, en la versión chilena de Tlön, una Reforma Tributaria terminará con la desigualdad económica; un proyecto de ley hará que nuestra educación pública sea de calidad; una reforma a la Constitución solucionará todos los problemas políticos del país, y las buenas intenciones de la Presidenta lograrán que la educación sea gratuita y que, por supuesto, hechos como la libertad económica, más crecimiento económico, más creación de empleo, más reducción de la pobreza (fórmula del actual «modelo») constituyan sólo una «asociación de ideas» sin conexión alguna entre ellas.


El intrincado cuento de Jorge Luis Borges, titulado «Tlön, Uqbar, Orbis Tertius», contenido en su libro Ficciones, relata la historia de un descubrimiento. Un texto sobre un planeta llamado Tlön.

En el planeta Tlön, señala el manuscrito encontrado, sus países son «idealistas», en el sentido de que el mundo real no existe. De hecho, Borges menciona que «Los hombres de este planeta conciben el universo como una serie de procesos mentales, que no se desenvuelven en el espacio sino de modo sucesivo en el tiempo». Borges nos entrega un ejemplo de cómo razonan sus habitantes: «La percepción de una humareda en el horizonte y después del campo incendiado y después del cigarro a medio apagar que produjo la quema es considerada un ejemplo de asociación de ideas».

En Tlön la realidad sólo existe como proceso mental, sin ninguna base empírica. Borges concluye que su cultura clásica sólo comprende una disciplina: la psicología y, como consecuencia de ello, «Los metafísicos de Tlön no buscan la verdad ni siquiera la verosimilitud: buscan el asombro». Tlön, como podrán concluir fácilmente, es un mundo inventado, irreal, pero que –según ha descubierto Borges– tendría un origen «conspirativo”…

[cita]En los próximos cuatro años de gobierno de la Presidenta Bachelet, sin duda que surgirá un ur en donde ya no existirá la desigualdad, otro ur en donde la educación será estatal, gratuita y de calidad, y otro ur con una Constitución Política que solucione todos nuestros problemas. Al menos durante los próximos cuatro años. Después, tal vez los olvidemos y estos ur desaparezcan como en el cuento de Borges y tengamos que regresar a la dura realidad de la construcción paciente, con esfuerzo y racional de las soluciones que el país necesita.[/cita]

El mundo no tiene respuestas fáciles de predicar e implementar. Nuestros conocimientos no son suficientes para calmar en forma rápida las ansiedades y temores de la gente. La realidad es compleja y, si bien Borges no lo señala expresamente, Tlön es en realidad la «conspiración» de los políticos y, para ser más precisos, la conspiración de la alianza entre la Concertación y el Partido Comunista que hoy nos gobierna. ¿Qué mas angustiante para una Presidenta que el no tener respuestas? ¿Qué más duro que no poder aliviar a la gente que confía en ella con una solución rápida y sencilla a sus problemas? ¿Qué más difícil para una Presidenta que reconocer que no está en sus manos liderar las soluciones a todos los problemas del país?

Por eso, en la versión chilena de Tlön, una Reforma Tributaria terminará con la desigualdad económica; un proyecto de ley hará que nuestra educación pública sea de calidad; una reforma a la Constitución solucionará todos los problemas políticos del país, y las buenas intenciones de la Presidenta lograrán que la educación sea gratuita y que, por supuesto, hechos como la libertad económica, más crecimiento económico, más creación de empleo, más reducción de la pobreza (fórmula del actual «modelo») constituyan sólo una «asociación de ideas» sin conexión alguna entre ellas.

«Siglos y siglos de idealismo no han dejado de influir en la realidad» y es así, nos relata Borges, que la historia de Tlön se ha hecho tan popular que incluso ha entrado en las escuelas. Su idioma (el creado por los «conspiradores») ha comenzado a sustituir al de la realidad. Ha sido tal su poder e influencia que las personas ya han comenzado incluso a generar los llamados «ur«, que son los objetos producidos sólo por la sugestión, creados por la esperanza, y que terminan existiendo en la realidad, pero que también pueden perder sus detalles e incluso desaparecer cuando la gente los olvida. Así las cosas, el pasado es tan abierto como impredecible el futuro. Basta sólo una imaginación decidida para lograrlo todo.

En los próximos cuatro años de gobierno de la Presidenta Bachelet, sin duda que surgirá un ur en donde ya no existirá la desigualdad, otro ur en donde la educación será estatal, gratuita y de calidad, y otro ur con una Constitución Política que solucione todos nuestros problemas. Al menos durante los próximos cuatro años. Después, tal vez los olvidemos y estos ur desaparezcan como en el cuento de Borges y tengamos que regresar a la dura realidad de la construcción paciente, con esfuerzo y racional, de las soluciones que el país necesita, sin vender respuestas mágicas que no existen, pero que nos permiten gritar: «fin al lucro», «más impuestos», «asamblea o plebiscito constituyente» y creer que la realidad es tan sencilla que todo se puede solucionar en un abrir y cerrar de ojos. Este es el gran «cuento» que el gobierno de Michelle Bachelet le está vendiendo hoy en día al país.

«¿Hace diez años bastaba cualquier simetría con apariencia de orden –el materialismo dialéctico, el antisemitismo, el nazismo– para embelesar a los hombres. ¿Cómo no someterse a Tlön, a la minuciosa y vasta evidencia de un planeta ordenado?» (sentencia Borges en su cuento ya citado).

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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