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Convención politica UDI: ¿Más de lo mismo? Opinión

Convención politica UDI: ¿Más de lo mismo?

Nuestro discurso sobre una «sociedad meritocrática», donde las personas compitan según sus méritos y esfuerzos, es una realidad que NO existe. Un planteamiento así, no se hace cargo de las desigualdades sociales y económicas que hacen que las personas nunca compitan realmente en una cancha pareja y justa, en donde destaquen sólo el mérito y el esfuerzo personal. Un discurso que se construye sobre el principio de la «igualdad de oportunidades» como igualdad ante la ley, además de no ser real, es un discurso político vacío y reduccionista de la realidad humana y social.


Esperando el punto de prensa, se encontrará un nutrido contingente de periodistas. De entre la masa de militantes –que saldrán una vez concluida la convención– se destacará un pequeño grupo de dirigentes, uno de los cuales tomará la palabra ante la expectación de los medios. Con voz majestuosa, proclamará a los cuatro vientos: «Estamos contentos, orgullosos y optimistas del futuro, pues la UDI ha salido de esta convención política ampliada más fortalecida que nunca…».

Esta es la escena que no debería ocurrir al final de la convención política ampliada de la UDI, que tendrá lugar este fin de semana en Punta de Tralca. No puede ocurrir, porque ya ha pasado el vendaval de la última elección y es hora de hacer un análisis objetivo, el que debe partir de algunas premisas básicas que ya no podemos seguir rehuyendo:

1. En sólo 4 años, después de la histórica jornada del 17 de enero de 2010, la centroderecha sufrió su peor derrota electoral en una elección presidencial desde el regreso de la democracia. El 15 de diciembre de 2013, el sector perdió casi 1.500.000 votos. Lo que la Concertación vivió después de 20 años en el gobierno, la centroderecha lo experimentaba después de tan sólo 4 años de gestión.

2. Lo mismo ocurrió en las elecciones parlamentarias, donde obtuvimos los peores resultados desde 1989, cuando la centroderecha obtuvo 49 diputados (después de 17 años de gobierno militar). Los mismos que logramos el 2013. Hoy nuestros votos en el Congreso Nacional son irrelevantes.

[cita]Hoy en día, la centroderecha, y en especial la UDI, debe avanzar de un mero liberalismo económico a un verdadero liberalismo social. La protección social y la justicia social deben ser redefinidas con nuevas ideas y con propuestas más audaces, y terminar con el verdadero «secuestro» de conceptos como «justicia social» o «protección social» que ha desarrollado la izquierda y que los ha convertido en sinónimos incuestionables de más Estado. En Chile hay espacios aún no asumidos por la centroderecha y debemos estar dispuestos a coparlos y dar la batalla por ellos si pretendemos ser una mayoría no sólo electoral sino también social y cultural.[/cita]

3. Lo que ocurrió en estos cuatro años no fue sólo una derrota electoral, fue también una derrota política en el plano de las ideas. Es así como, por ejemplo, la encuesta CEP, que en todas sus muestras pregunta sobre el grado de identificación de las personas con los sectores políticos, en octubre de 2009 (antes de que asumiéramos el gobierno), señalaba que el 20% de los encuestados se identificaba con la derecha, un 13% con el centro político y un 22% con la izquierda. Al final de nuestro gobierno, ¿cuál es el resultado? La encuesta de septiembre-octubre de 2013 señala que la identificación con el centro y la izquierda se mantiene prácticamente igual. Pero, en el caso de la derecha, sólo un 12% se identifica con nuestro sector político (una baja de 8 puntos en comparación con el 2009).

Con hechos así, quien diga que no debemos hacer cambio alguno en la forma de entender nuestra actuación política, simplemente nos está condenando a la irrelevancia en el actual período presidencial o a una derrota absoluta y total en el 2017. La UDI necesita de una evolución doctrinal importante, lo que no significa la caricatura de cambiar los principios o renegar de ellos, sino que profundizarlos hasta sus últimos análisis de acuerdo a una realidad cambiante.

El actual discurso de la UDI, centrado en la mera libertad e igualdad de oportunidades, más neutralidad moral del Estado (para un sector) o su versión de moralidad estatal (para otro sector), hoy en día NO ES SUFICIENTE. La ciudadanía exige también ideales y anhelos más complejos, un sentido de justicia más desarrollado, que vaya más allá de la simple «libertad de elegir». Las personas buscan un discurso político cargado de llamados morales, de llamados a la virtud, de llamados a la solidaridad, a preocuparse del bien común y asumirlo como una responsabilidad de todos.

Nuestro discurso sobre una «sociedad meritocrática», donde las personas compitan según sus méritos y esfuerzos, es una realidad que NO existe. Un planteamiento así, no se hace cargo de las desigualdades sociales y económicas que hacen que las personas nunca compitan realmente en una cancha pareja y justa, en donde destaquen sólo el mérito y el esfuerzo personal. Un discurso que se construye sobre el principio de la «igualdad de oportunidades» como igualdad ante la ley, además de no ser real, es un discurso político vacío y reduccionista de la realidad humana y social.

De toda la amplia riqueza del pensamiento liberal, que es propio de la centroderecha, en Chile tenemos un concepto reducido y confundimos ser liberal con estar a favor del aborto o el matrimonio igualitario y ser pro-mercado. Pero el liberalismo es mucho más que eso. Existe un liberalismo que podríamos llamar clásico y que dice relación con el límite del poder estatal y la defensa de los derechos humanos ante él (liberalismo político). En un aporte posterior, viene la elaboración de la libertad económica (liberalismo económico), mediante la defensa de un sistema de mercado, que sin duda ayuda a asegurar los principios del liberalismo político o clásico.

Por último, tenemos el liberalismo social, que intenta establecer, dentro de la tradición liberal, que la simple igualdad ante la ley no es suficiente y que desconocer las diversas realidades de las personas no hacen posible que muchos de ellos puedan alcanzar los beneficios propios de la libertad individual. Por tanto, no cree en una simple igualdad formal ante la ley, sino que se hace cargo de las diferencias de fondo y lucha por una igualdad de oportunidades real, donde, además, el criterio de valor de las personas no sea sólo fruto de su esfuerzo personal (meritocrático), porque el ser humano tiene un valor en sí mismo independientemente de si es un ganador o perdedor en la lucha por el mercado y, por tanto, el «mérito» no puede ser el único criterio de legitimidad para la distribución de la riqueza en la sociedad.

Hoy en día, la centroderecha, y en especial la UDI, debe avanzar de un mero liberalismo económico a un verdadero liberalismo social. La protección social y la justicia social deben ser redefinidas con nuevas ideas y con propuestas más audaces, y terminar con el verdadero «secuestro» de conceptos como «justicia social» o «protección social» que ha desarrollado la izquierda y que los ha convertido en sinónimos incuestionables de más Estado. En Chile hay espacios aún no asumidos por la centroderecha y debemos estar dispuestos a coparlos y dar la batalla por ellos si pretendemos ser una mayoría no sólo electoral sino también social y cultural.

Quedarnos sólo en la confrontación dentro de la misma centroderecha, entre liberales y conservadores, y desgastarnos en una lucha acerca de cuál visión debería primar sobre la otra, es solamente una muestra de comodidad y flojera. Son identidades que tienen su pequeño nicho y, por tanto, resultan cómodas para quien las invoque. Sin embargo, nuestro verdadero desafío como sector político es superar esas identidades primarias de los años 30 y lograr una nueva síntesis, que no nazca de la comodidad o de la pelea fácil por quedarse con «el tercio», sino que sea fruto de la convicción de que es lo mejor para la sociedad que queremos construir a futuro.

Por eso, un paso importante para la UDI lo constituye la reactualización de su declaración de principios, especialmente, en el rol de la mujer en la sociedad (punto 6); sobre nuestra visión del régimen político (punto 8); nuestra forma de entender el pluralismo y sus límites en un sistema democrático (punto 9); nuestra visión del rol del Estado en el sistema económico (puntos 15 y 16); y, por último, también sobre el rol que les atribuimos a las Fuerzas Armadas y nuestra visión de lo ocurrido el 11 de septiembre de 1973 (punto 14), lo que no implica necesariamente eliminar toda referencia a esa fecha ni renegar del pasado, pero sí, al menos, describirla en un tono más consensuado y que se haga cargo de la evolución que la sociedad chilena ha tenido en esta materia.

Esperemos que el punto de prensa que describíamos al inicio de esta columna comience, por tanto, con un: «La UDI quiere estar a la altura de los desafiantes principios que conlleva la construcción de una sociedad libre y por eso es que hemos visto la necesidad de…».

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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