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Reforma tributaria y su impacto en la educación

Juan Manuel Zolezzi
Por : Juan Manuel Zolezzi Profesor Titular Departamento de Ingeniería Eléctrica, Facultad de Ingeniería Ex-Rector Universidad de Santiago de Chile
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Ahora bien, para lograr niveles más tolerables de igualdad social y encaminarse al desarrollo, es el momento de que quienes tienen más, tributen más y se logre la recaudación adicional del 3% del PIB que propone el gobierno. ¿Y por qué es el momento? Porque se han dejado pasar largos años para hacer los ajustes que países desarrollados han hecho en el pasado, demostrando que, con tasas equilibradas de impuestos, han crecido fuertemente; y porque mantener la paz social, dejar la exclusión social y apostar por una sociedad más instruida, se traducirá –en corto y largo plazo– en que el empresariado y todos los chilenos y chilenas, podrán seguir desarrollando eficazmente sus proyectos.


El valor que tiene la Reforma Tributaria propuesta por el Gobierno, es que se convertirá en el sustento para concretar la gran transformación educacional que Chile requiere y, así, equilibrar lo que hoy en día estamos haciendo en los distintos ámbitos educativos. Equilibrar, en el sentido de poder distribuir más entre aquellos que menos reciben y posicionarlos en el mismo nivel que aquellos que han contado con las mejores oportunidades. Tarea no menor, pero nada imposible si hay voluntad política.

Chile hace mucho que no apuesta por la educación y, por lo mismo, no ha logrado llegar a niveles más avanzados de desarrollo económico. Hemos centrado nuestra productividad en materias primas como el cobre que aún mantiene un precio competitivo, pero, si baja, la economía se desestabiliza. Ante ese escenario, se abre la posibilidad de que el Estado asuma un reto sin precedentes, justamente asociado a la educación.

Muchos se preguntarán ¿por qué? Porque a partir de ella es posible investigar, innovar, inventar, emprender para obtener nuevos productos y conquistar nuevos mercados. Hace mucho que deberíamos haber ideado las tecnologías necesarias para hacer de nuestras riquezas naturales una inversión a largo plazo. Tenemos la experiencia histórica con el salitre y nada estamos haciendo con el cobre al transarlo en forma exclusiva como materia prima.

[cita]Ahora bien, para lograr niveles más tolerables de igualdad social y encaminarse al desarrollo, es el momento de que quienes tienen más, tributen más y se logre la recaudación adicional del 3% del PIB que propone el gobierno. ¿Y por qué es el momento? Porque se han dejado pasar largos años para hacer los ajustes que países desarrollados han hecho en el pasado, demostrando que, con tasas equilibradas de impuestos, han crecido fuertemente; y porque mantener la paz social, dejar la exclusión social y apostar por una sociedad más instruida, se traducirá –en corto y largo plazo– en que el empresariado y todos los chilenos y chilenas, podrán seguir desarrollando eficazmente sus proyectos.[/cita]

Sin duda que, para llegar lejos, se requiere pensar a Chile en el mediano y largo plazo. Las universidades del Estado, en conjunto con la empresa privada y entes gubernamentales, somos los llamados a mancomunar esfuerzos para hacer frente a los retos. ¿Qué sucedió con el llamado Año de la Innovación? Se requiere de un diálogo plural, abierto y generoso entre el mundo privado, los empresarios, el Estado y las instituciones que generan conocimiento de punta, como la Universidad de Santiago de Chile.

La educación es también la única herramienta para que miles de chilenas y chilenos den el paso a la movilidad social y, así, revertir, en parte, la abismante desigualdad socioeconómica que tanto nos reprueba la OCDE. Educación que entendemos como un derecho, un bien público y no de consumo. Y que no consideramos como sinónimo de generar capital humano avanzado, concepto más bien de mercado enfocado en formar gente para que vaya a la industria. Creemos que más importante que apoyar la producción, es contribuir al desarrollo de una sociedad con valores alejados del libre mercado… Personas que apostarán, sin duda, por una sociedad más justa e igualitaria.

Ahora bien, para lograr niveles más tolerables de igualdad social y encaminarse al desarrollo, es el momento de que quienes tienen más, tributen más y se logre la recaudación adicional del 3% del PIB que propone el gobierno. ¿Y por qué es el momento? Porque se han dejado pasar largos años para hacer los ajustes que países desarrollados han hecho en el pasado, demostrando que, con tasas equilibradas de impuestos, han crecido fuertemente; y porque mantener la paz social, dejar la exclusión social y apostar por una sociedad más instruida, se traducirá –en corto y largo plazo– en que el empresariado y todos los chilenos y chilenas, podrán seguir desarrollando eficazmente sus proyectos.

Hay que apelar a las conciencias, como lo hizo en su momento Juan Pablo II, quien entendía los impuestos como una forma equitativa de solidaridad hacia los otros miembros de la comunidad o hacia las otras generaciones. Cada vez que se deja de pagar impuestos, hay un médico menos, un profesional menos, en ayuda a quienes, justamente, menos tienen… La reforma tributaria propuesta por el gobierno, tiene inscrito el lema de la equidad, para que quienes tienen más, contribuyan a mejorar –de partida–, la calidad de la educación.

Un desafío que no debe verse minado por las voces de alarma que anuncian crisis en el mercado financiero, en las inversiones, en el crecimiento, el que seguirá siendo posible con una mayor carga tributaria. Es normal que exista inquietud, pero debe prevalecer la convicción de que hay áreas que deben estar por sobre las fluctuaciones y los intereses del mercado, como la educación, la única herramienta que Chile tiene para dar el salto al desarrollo.

En esto último, el consenso es unánime.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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