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Fin a la selección en el sistema escolar. Elementos para su comprensión y aplicación

Cristóbal Villalobos
Por : Cristóbal Villalobos Cristóbal Villalobos Académico Facultad de Educación UC Subdirector CEPPE UC
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I.  La selección en el sistema escolar chileno.

La posibilidad de que los establecimientos académicos apliquen procesos de selección a sus estudiantes es un tema controvertido a nivel nacional e internacional durante las últimas tres décadas. Casi unánimemente, los países consideran restricciones y prohibiciones para ejercer procesos de selección a partir de variables sociales, económicas o étnicas, pero no así en términos académicos o valóricos.

En Chile, la Ley General de Educación (LGE) prohíbe expresamente la discriminación por motivos económicos, raciales y étnicos en todos los niveles, instaurando además algunos preceptos generales desde la perspectiva del derecho a la educación como la no discriminación, la accesibilidad, la ecuanimidad en la provisión, entre otros. Sin embargo, la misma ley entrega a los establecimientos la potestad de seleccionar por criterios académicos desde Séptimo Básico, un par de años antes que la mayoría de los países de la OCDE (OCDE, 2010). Asimismo, la escritura y la interpretación de la ley genera una alta ambigüedad respecto de la posibilidad de los establecimientos de seleccionar respecto de las características valóricas de los padres, niños o niñas y su alineación con el proyecto educativo de los establecimientos, poniendo así el derecho de construcción de un proyecto educativo “consistente” por sobre el interés superior del niño o niña (Mena y Corbalán, 2010; Contreras, 2010). Considerando esto, actualmente se encuentra en discusión la generación de una ley que elimine la selección en todos los niveles del sistema escolar. ¿Cuáles son los posibles efectos de esta medida? ¿Qué consideraciones deberían tenerse al momento de implementarse?

II. La discusión respecto del fin a la selección.

El debate respecto del fin a la selección puede agruparse en torno a tres grandes ejes: Por una parte, la relación entre la selección y la segregación; por otra, la relación entre la selección y la calidad educativa; finalmente, la relación entre la selección y la composición del sistema.

Respecto al primer elemento, la relación entre selección y segregación, investigaciones cuantitativas y cualitativas de Chile han mostrado como el proceso de elección escolar (school choice) por parte de los padres se centra en la búsqueda de la homogeneidad social y cultural. Esto implica que uno de los factores cruciales para la elección del establecimiento no es la calidad de la escuela o su enfoque educativo, sino las características de los estudiantes, buscando establecimientos que tengan características sociales, económicas y culturales similares a la de los padres (Wormald et. al., 2012; Flores y Carrasco, 2013). En esta misma lógica, los establecimientos realizan procesos de selección buscando una alta cohesión interna del establecimiento, lo que significa que los directivos y sostenedores privilegian tener establecimientos con niños y niñas de similares características, siendo, por ejemplo, la adhesión al proyecto educativo —mediante firma de una carta—  uno de los requisitos más solicitados por los establecimientos a los padres (Godoy y Salazar, 2014). Ambos elementos (autoselección escolar y selección de las escuelas) se complementan para producir escuelas y aulas con altos niveles de homogeneidad interna y donde las diferencias se expresan fundamentalmente entre los establecimientos. Esta configuración tiene diversas consecuencias negativas. Por una parte, no permite formar actitudes cívicas y de tolerancia, en comparación con estudiantes que están expuestos a otros de distintas procedencias (McDonnel, Timpane y Benjamin, 2000). Junto con lo anterior, la existencia de sistemas integrados también se relaciona con mayores niveles de cohesión social y adhesión a la democracia (Cox y Swartzman, 2009) por lo que esta segregación produciría un debilitamiento de estos aspectos. Finalmente, también es posible indicar que la heterogenización de aulas puede tener efectos académicos equitativos, ya que permite a los estudiantes de menor capacidad relacionarse con estudiantes de mayores niveles, provocando sinergias positivas en el aprendizaje (Orfield, 2001).

En segundo lugar, se ha centrado la discusión en la relación entre la selección y la calidad educativa. En este punto, la investigación comparada ha mostrado que los establecimientos escolares realizan procesos de descreme para seleccionar a sus estudiantes académicamente (Mizala y Torche, 2012; McLeond y Urquiola, 2009),  lo que les permite obtener artificialmente mejores resultados en las pruebas estandarizadas. Esto implica que la selección se utiliza como un mecanismo de distinción de estudiantes para permitir aumentar las mediciones de la calidad, pero no la calidad misma. En síntesis, no existe relación entre el valor agregado de la escuela y la selección académica (Carrasco et. al., 2014). Esto es particularmente relevante para un subconjunto minoritario de establecimientos que, siendo públicos, realizan intensos procesos de selección y obtienen altos niveles de calidad en las mediciones educativas: los llamados Liceos Públicos de Excelencia. Una investigación (Valenzuela y Allende, 2012) ha mostrado que estos liceos utilizan procesos de descreme intenso, no teniendo mayores niveles de calidad que el resto de los establecimientos, y, además, concentrando a estudiantes de niveles socioeconómicos medios y altos, generando así un ilusión respecto de la existencia de procesos de meritocracia y que, además, no son necesariamente procesos que aumenten la eficacia ni equidad del sistema en su totalidad.

Finalmente, existe una discusión respecto de la selección y la composición del sistema escolar. Desde esta perspectiva, se argumenta que la existencia de procesos de selección se da porque los padres prefieren algunos establecimientos por sobre otros y, en presencia de una sobredemanda, el establecimiento debe aplicar procesos de selección. Dos antecedentes parecen, sin embargo, descartar este argumento. Por una parte, las estadísticas ministeriales muestran una disminución constante tanto de la cantidad de estudiantes matriculados —debido a cambios demográficos de la población escolar— como del tamaño de los cursos y los colegios, no existiendo evidencia de una presión constante de la sobredemanda, lo que contrasta con la alta cantidad de establecimientos de todas las dependencias que declaran altos requisitos para la postulación (Godoy y Salazar, 2014), y, por lo tanto, amplias posibilidades de selección. Por otra parte, y más importante aún, un estudio reciente (Carrasco et. al., 2014) ha mostrado que no hay ninguna relación directa entre sobredemanda y procesos de selección. Tal como indica la investigación, la selección no tiene como fin primordial seleccionar sólo cuando hay más postulantes que cupos sino que, por el contrario, se constituye como un elemento de gestión de los establecimientos para controlar las características académicas y valóricas de los estudiantes que ingresan al colegio.

III.  Elementos a considerar en la aplicación del fin de la selección.

Considerando lo anterior, la prohibición de la selección académica y valórica en todos los tipos de establecimientos —municipales, subvencionados y particulares pagados— puede considerarse como una medida relevante para la construcción de un sistema escolar más equitativo, menos segregado y más inclusivo. Sin embargo, para su exitosa aplicación deben considerarse una serie de elementos, destacándose especialmente cuatro:

1. Aplicación gradual y a partir de transformaciones culturales: Actualmente, tanto la selección académica como la por alineación al proyecto educativo están legitimadas socialmente, tanto así que son declaradas por establecimientos aún en los niveles prohibidos por los directores (Carrasco et. al., 2014) y son registradas por el sistema desde el punto de vista de los requisitos de postulación (Godoy y Salazar, 2014). Por lo mismo, es necesario construir un proceso de implementación del fin a la selección gradual, ya sea a través de la intensidad (cuotas parciales de sorteo, cuotas de inclusión, etc.) o de los tipos de prohibiciones (en primer lugar la valórica, luego académica, luego otras). Complementariamente, es necesario generar procesos de transformaciones culturales (charlas, cursos, políticas comunicacionales, reuniones con gremios, etc.) que permitan imponer la idea de la educación inclusiva como norte.

2. Apoyo a establecimientos públicos: La existencia de selección permite hoy en día que un grupo minoritario de establecimientos genere resultados altos en las pruebas medición. Para que el fin de la selección no sea leído como una “nivelación hacia abajo” o  un “entierro de la educación pública de calidad”, es necesario que conjuntamente con la prohibición de la selección se genere un proceso de apoyo del cambio en estos establecimientos, que permita trabajar con estudiantes de diferentes capacidades. Esto implica procesos de formación docente, pero también de apoyos de infraestructura y apoyos monetarios para los establecimientos públicos con énfasis en los de excelencia, así como espacios y fondos para la innovación y experimentación pedagógica que les permitan adaptarse a los nuevos procesos.

3. Discusión y apoyo a actores escolares: El fin a la selección impulsaría progresivamente cambios en la composición de las aulas y las escuelas. Por lo mismo, es necesario potenciar las habilidades de comunicación y tolerancia entre estudiantes (para por ejemplo, no generar aumentos en la violencia escolar), así como las capacidades de los profesores del sistema de trabajar con mayores niveles de inclusión. Si esto no ocurre, existe el (alto) riesgo de que el fin de la selección genere un aumento en otros procesos de gestión de las diferencias de los estudiantes, como la segregación al interior de los colegios, la expulsión o la repetición.

4. Cambios en la lógica del accountability: El sistema escolar chileno focaliza sus esfuerzos e incentivos en la rendición de cuentas de test estandarizados, lo que impulsa la necesidad de seleccionar. Por lo mismo, el fin de la selección debe estar alineado con un cambio en la política de evaluación, ya sea transformándolo en mediciones de valor agregado, o, mejor aún, transformando la lógica de las pruebas hacia un proceso de mejoramiento de los establecimientos por sobre la clasificación de escuelas.

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– Godoy, F. y Salazar, F. (2014). Requisitos de postulación y selección escolar. Boletín Nº 1, Centro de Políticas Comparadas en Educación (disponible en Mayo 2014)

(*) Texto publicado en Red Seca.cl

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