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Piketty No Es Tan Tonto


Piketty descubrió el equivalente a la pólvora y se ha hecho famoso. Nadie parece haberse dado cuenta de que, cokmo en el caso de ella, antes la descubrieron los chinos hace más de mil años. Pues Piketty sostiene que el uno por ciento más rico se enriquece en mayor proporción que el resto, es decir, afirma algo completamente obvio: que, por ejemplo, cuando los más ricos aumentan su patrimonio en tres por ciento, la economía mundial crece sólo dos por ciento, lo que, según él, va a conducir a que los más ricos al final concentren casi toda la riqueza.

Este es un descubrimiento tan bombástico y vacuo como el que hizo Malthus hace más de doscientos años, cuando observó que la producción de alimentos crecía en progresión aritmética (1,2,3,4) mientras la población crecía en progresión geométrica (1,2,4,8), de modo que indefectiblemente los seres humanos se morirían de hambre. Pero eso no sólo no sucedió sino que pasó todo lo contrario y, por eso, un problema más grande que el hambre es hoy la obesidad mórbida.

Pues es obvio que el uno por cierto más rico debe por fuerza aumentar su patrimonio más que el conjunto de la sociedad. Si no nunca habría llegado a ser el uno por ciento más rico. Y siempre va a ser así. De otra manera querría decir que quienes lo integran son iguales de capaces de generar riqueza que el promedio, es decir, serían “unos mediocres”. Pero no son mediocres (para crear riqueza) y por eso han llegado a ser élite.

Hace treinta o cuarenta años Bill Gates era un muchacho promedio y hoy es uno de los hombres más ricos del mundo. Y lo mismo podemos decir de todos los más ricos de diferentes países. Los Paulmann, en Chile, vendían dulces en un pequeño comercio del sur hace treinta años; y Luksic, hace cuarenta, era un mediano empresario, lo mismo que Anacleto Angelini era un pequeño comerciante a comienzos de los años ’50. Pero todos fueron capaces de generar más riqueza que el promedio y pasaron a integrar el uno por ciento más rico, el cual es, por definición, cambiante. Pero la mayor gracia que tiene es que beneficia a todos los demás, “tira el carro” de la economía y hace que el promedio de la gente obtenga más riqueza que si el uno por ciento no existiera. Moraleja: el uno por ciento más rico es muy cambiante en las sociedades libres y en todas ellas hay hoy mismo muchos Gates, Paulmann, Luksic y Angelinis que (si no los persiguen ni expropian) van a «tirar el carro» en el futuro y nos van a hacer a los demás más ricos y felices, si bien todavía más pobres que ellos.

Y la gente, además, cuando es más rica es más feliz, aunque haya desigualdad. Cualquier cubano es más infeliz que cualquier chileno, y quiere emigrar para acá, porque es pobre, aunque en su país haya más igualdad que en el nuestro. Estadísticamente se ha comprobado que los norteamericanos son más felices que los europeos, aunque sean más desiguales, porque son más ricos.

¿Para qué queremos ser más iguales, si vamos a ser más pobres y más infelices, y liquidar al uno por ciento más rico no nos va a dar la satisfacción que les dará a los que se nutren del odio de clases, que son una pequeña minoría? No seamos tan gansos. En Burundi hay la misma igualdad que en Suiza, pero sólo el dos por ciento tiene electricidad. La reforma tributaria nos va a acercar más al primer país que al segundo. No les hagamos caso a los guardianes del odio.

Yo no he leído las setecientas páginas de Piketty, pero sí a otros que sí las han leído y han descubierto que él afirma una cosa muy clara: si no les suben los impuestos a los más ricos en todo el mundo al mismo tiempo, ellos se irán de los países en que se los suban. Y tengo por seguro que el capital va a salir de Chile si lo gravan más que en otras partes. Ya está pasando. Las importaciones de bienes de capital han caído este año. Se está invirtiendo menos. La sola expectativa de la reforma tributaria de Bachelet provocó ese efecto. En mi columna del diario “Estrategia” lo anticipé a mediados del año pasado. Después el Ministro de Hacienda de entonces, Felipe Larraín, pronosticó lo mismo y hubo bastante escándalo interno, tanto que lo acusaron de encabezar una “campaña del terror”.

Ahora Michelle Bachelet 2.0 ha emprendido una persecución en contra del gran capital, al cual sus seguidores le han puesto distintos nombres, como “uno por ciento más rico”, “las cuatro mil quinientas familias” o “los poderosos de siempre”. ¿Qué va a hacer esta minoría ante la persecución tributaria? Lo que el ser humano ha hecho siempre que lo han perseguido: huir. Van a quedar muy pocos para seguir “tirando el carro”. Y como en el carro vamos todos los chilenos, todos vamos a quedar peor.

Pero no le echen la culpa a Piketty, porque él, junto con descubrir la pólvora y ganarse unos millones de dólares vendiendo su libro, advirtió de las consecuencias de subirles los impuestos a los más ricos en un solo país. Pues en el suyo, Francia, lo hicieron así. Entonces Gérard Depardieu con publicidad y muchos más sin ella se llevaron sus capitales a Bélgica y después a Rusia, donde el impuesto a la renta es 13% parejo. Y en Francia todos quedaron peor, tanto que el gobierno, encabezado ahora por Valls, ha resuelto bajar los impuestos.

Pero si algo caracteriza a los socialistas es que no aprenden las lecciones de la historia, en lo cual, como sucede hoy en Chile, suelen ser imitados por muchos centristas e incluso derechistas, que si bien no sienten el mismo odio de los primeros, sufren del defecto, muy extendido entre nosotros, de tener muy poco cacumen.

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