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Aborto en caso de violación: ¿realmente “terapéutico”?

Andrea Valdivieso
Por : Andrea Valdivieso Fundación Voces Católicas @vocescatolicasc
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¿Qué es más sano? Muchas de las personas que trabajan en la industria del aborto terminan enfermas. La rotación de personal es altísima y no pocos terminan transformándose en activistas pro vida (recomiendo documental “Blood Money”). Es que el aborto no tiene realmente, efectos terapéuticos.


Próximo a ingresar al Congreso el proyecto que permitiría el aborto denominado “terapéutico”, en casos de peligro de la vida de la madre, enfermedad incompatible con la vida del embrión y casos de violación, es apropiado tener un debate serio y con altura de miras, a la vez que aprender de la experiencia extranjera. Sirve separar las causales y sopesarlas a cada una en su mérito. En relación a ello uno se pregunta, ¿tiene realmente un efecto terapéutico el aborto en caso de violación o incesto?

Hace un año, el Huffington Post publicaba un artículo que daba cuenta del creciente movimiento pro vida norteamericano, que agrupa a miles de personas que han nacido producto de una violación. En un país donde es legal el aborto casi sin restricciones, aquellos a quienes se les permite nacer y vivir, habiendo sido concebidos en una violación, se vuelcan a esta causa con mucha fuerza (muchos de ellos fueron dados en adopción, dicho sea de paso).

El debate no es simple, por cierto. Presenta una serie de matices que provienen de testimonios de víctimas de violación que han elegido la vida o bien, la muerte de su hijo o hija. Muchas veces, hay problemas psiquiátricos serios asociados a una experiencia traumática como esta.

[cita]¿Qué es más sano? Muchas de las personas que trabajan en la industria del aborto terminan enfermas. La rotación de personal es altísima y no pocos terminan transformándose en activistas pro vida (recomiendo documental “Blood Money”). Es que el aborto no tiene realmente, efectos terapéuticos.[/cita]

Sin embargo, hay investigaciones que sugieren que el aborto no es una solución a los trastornos psiquiátricos de las víctimas de violación, o embarazos no deseados. Como es el caso del reciente estudio: “Does abortion reduce the mental health risks of unwanted or unintended pregnancy? A re-appraisal of the evidence”, publicado en Diciembre del 2013, en la revista Australia and New Zeland Journal of Psyquiatry, así como en la British Journal of Psyquiatry (Autores: David M Fergusson, L John Horwood y Joseph M Boden.) Los resultados de éste concluyen que no existe evidencia que demuestre que el aborto implique una disminución de las enfermedades psiquiátricas o psicológicas de las mujeres que se lo practican con ese fin, sino que incluso, éste se asocia a una moderada alza de éstas (depresión, abuso de drogas o alcohol, ideación suicida, trastornos de ansiedad, etc.) La conclusión es literalmente la siguiente: No existe evidencia que sugiera que el aborto tenga efectos terapéuticos en la reducción de las enfermedades mentales asociadas a embarazos no deseados. Hay en cambio, evidencia que sugiere que el aborto puede estar asociado con un pequeño o moderado incremento de algunos de estos problemas de salud mental.”*

Uno se cuestiona si el término “terapéutico” asociado al aborto es o no apropiado. Con todo, no hay una panacea para zanjar un tema tan delicado y complejo. Es necesaria una reflexión profunda y un debate con altura de miras. Ya que de un lado, “no es cierto que el nacimiento de un niño o niña que fue concebido en una violación vaya a ser un recordatorio constante de ese traumático evento (más bien su aborto, podría ser un segundo traumático evento), así como tampoco es cierto que el permitirle la vida implique una sanación psicológica y espiritual “mágica”. Esta afirmación es de Rebecca Kiesling, norteamericana que lidera una fundación que agrupa a miles de personas que nacieron producto de violación o incesto (ella misma lo es). Entre ellos, varios personajes célebres en dicho país de áreas tan diversas como la ciencia, el arte, la docencia, el deporte, la política, que también agradecen el que se les haya dado la oportunidad de vivir. Algunos de ellos dados en adopción, otros criados por sus propias madres víctimas de violación.

De más está decir la cantidad de testimonios inspiradores que se encuentran en esta organización. Sin embargo, también podremos encontrar otros testimonios del terrible destino que tuvieron niños que nacieron producto de una violación o incesto. No podemos ser ingenuos. El tema de fondo es… ¿dónde está el problema? ¿En la existencia de ese niño o niña concebido en violencia? ¿O en la dramática desprotección social y familiar de la mujer que vive este drama? Y ¿cuál es la solución? ¿Matar al niño o niña fruto del incesto o violación? O bien destinar todos los recursos materiales y humanos, toda la inteligencia, para disminuir este tipo de delitos (el perfeccionamiento del sistema penal es urgente en los casos de delitos sexuales). Y cuando ocurran, dar un apoyo integral a la víctima, con equipos preparados para acompañar y guiar en cada paso de aquel duro camino. ¿Qué es más humano? ¿Qué es más sano? Muchas de las personas que trabajan en la industria del aborto terminan enfermas. La rotación de personal es altísima y no pocos terminan transformándose en activistas pro vida (recomiendo documental “Blood Money”). Es que el aborto no tiene realmente, efectos terapéuticos.

Esperamos sinceramente, que se den los suficientes espacios de debate, inclusivos de diversas miradas, testimonios sinceros, no manipulados, de modo que como sociedad lleguemos a situar las soluciones en los problemas reales, en lugar de intentar subsanar un tremendo drama, con otro.

Fuente: http://anp.sagepub.com/content/47/9/819.abstract

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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