Los políticos se dan vuelta en ideas para mejorar cifras que no se traducen en un impacto real en nuestros estudiantes, pues están olvidando que tenemos que partir desde la base. Queremos garantizar a nuestros alumnos el derecho a la educación y a nuestros colegas que ejercen la pedagogía, mejores condiciones para el desempeño profesional. Sólo así podremos integrar a los jóvenes vulnerables a la sociedad como personas con valores y sueños.
Quisiéramos expresar nuestra más profunda valoración a los anuncios entregados este 21 de Mayo, consideramos que el fin de la selección, el lucro y el copago, son avances significativos para una educación inclusiva. Sin embargo, «con los pies en la sala», podemos decir que no habrá cambios sustanciales.
Año tras año vemos que hay anuncios de este gobierno y de los anteriores. Sin distinción de partidos, ninguno está apuntando a lo que realmente necesitamos: un plan de educación que parta en la sala.
En contextos vulnerables este es el lugar donde nuestros estudiantes tienen a su segunda familia. Es un lugar protegido que ayuda a olvidar todos los problemas que viven en su entorno; drogas, balaceras, abusos, violencia física y psicológica. Este ambiente en el que están inmerso los jóvenes hace de la labor pedagógica, un trabajo complejo.
Nosotros junto a los docentes vemos los descargos de todo esto. Estudiantes que no tienen conducta escolar, que consumen drogas al interior de los establecimientos, jóvenes desesperanzados, con baja autoestima. Si a eso sumamos que este es el caso de la mayoría de los estudiantes en un colegio vulnerable, estamos hablando de una sala con un pésimo ambiente de aprendizaje.
[cita]Los políticos se dan vuelta en ideas para mejorar cifras que no se traducen en un impacto real en nuestros estudiantes, pues están olvidando que tenemos que partir desde la base. Queremos garantizar a nuestros alumnos el derecho a la educación y a nuestros colegas que ejercen la pedagogía, mejores condiciones para el desempeño profesional. Sólo así podremos integrar a los jóvenes vulnerables a la sociedad como personas con valores y sueños.[/cita]
Frente a esa realidad el profesor debe cumplir con el currículum nacional, el que bajo estas circunstancias se hace imposible alcanzar el 100% de cobertura. Para qué hablar del tiempo que tienen los profesores para planificar. El destinar el 25% de las horas trabajadas a trabajo no lectivo sigue siendo insuficiente (y ni aún eso se cumple en la mayoría de los casos). Hemos vivido lo que es ser un profesor. Llegar a la casa con trabajo por hacer, pruebas por corregir, clases por preparar. Los docentes no tienen tiempo para lo más importante: trabajo multidisciplinario, reflexionar sobre la labor docente, investigar técnicas pedagógicas innovadoras y lo fundamental, atender las necesidades de nuestros estudiantes.
Legislar sobre el copago, la selección, prohibir la cancelación de matrícula y lucro, es un avance, pero “al final, la sala sigue igual”.
Hay que implementar políticas que se dirijan al estudiante como persona, mejorar su calidad de vida en la sala de clases y de esa manera mejorar el clima de aprendizaje en el aula. Buscar medidas que fortalezcan la labor docente, hacer la vida de un profesor menos estresante y menos vertiginosa para dedicar tiempo a atender las necesidades de los alumnos vulnerables.
Los políticos se dan vuelta en ideas para mejorar cifras que no se traducen en un impacto real en nuestros estudiantes, pues están olvidando que tenemos que partir desde la base. Queremos garantizar a nuestros alumnos el derecho a la educación y a nuestros colegas que ejercen la pedagogía, mejores condiciones para el desempeño profesional. Sólo así podremos integrar a los jóvenes vulnerables a la sociedad como personas con valores y sueños.
Ha pasado el tiempo y hemos visto rotar una serie de medidas. Ninguna se ha mantenido en el tiempo. Cada nuevo gobierno barre con lo anterior, lo que no permite que un real plan de educación trascienda. Hay que levantar la mirada y pensar en la educación como un rubro compuesto de personas. Fijarse en su bienestar, más que en aumentar cifras. ¿Tiene el gobierno un objetivo respecto a lo que piensa como educación? Si no lo tienen, acá hay uno: la sala de clases.