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Universidad de Chile: la impugnación a Nahum y la pendiente construcción de lo público Opinión

Universidad de Chile: la impugnación a Nahum y la pendiente construcción de lo público

Manuel Ubilla
Por : Manuel Ubilla Concejero FECH. Militante Izquierda Autónoma.
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El ejemplo paradigmático aquí es la Universidad de Chile. ¿Es actualmente un modelo a seguir en este fortalecimiento de la educación pública? ¿Puede reconocerse como pública una institución educacional con tales niveles de desigualdad entre sus carreras, que se constituyen sobre la base de criterios de rentabilidad? ¿Está al servicio de las mayorías una Universidad que tiene bibliotecas con nombres de empresarios del 1% más rico de Chile? Y, así, un largo etcétera.


Los estudiantes, profesores, trabajadores de la educación y nuestras respectivas familias nos hemos movilizado masivamente en las calles por generar un cambio profundo en la educación chilena.

El nuevo gobierno sigue buscando apropiarse de las consignas que hemos levantado (por ejemplo, “entender a la educación como un derecho social”), pero, a la hora de materializarlas, nos damos cuenta de que sólo proponen modificaciones cosméticas: cambios que van en la línea de regular el mercado, antes que acabar con él. Muestra clara de lo anterior son los proyectos que presentó el gobierno en materia de educación escolar, que se preocupan más de corregir lo que sucede en las escuelas privadas y subvencionadas antes que fortalecer el sector público. Al respecto, los estudiantes debemos ser claros: la única forma de hacer retroceder al mercado, que viene colonizando progresivamente la educación hace ya más de 30 años, es con el avance de lo público.

Sin embargo, esa es una tarea que no puede consistir en defender una u otra institución en particular, en tanto referentes de lo público. El ejemplo paradigmático aquí es la Universidad de Chile. ¿Es actualmente un modelo a seguir en este fortalecimiento de la educación pública?  ¿Puede reconocerse como pública una institución educacional con tales niveles de desigualdad entre sus carreras, que se constituyen sobre la base de criterios de rentabilidad? ¿Está al servicio de las mayorías una Universidad que tiene bibliotecas  con nombres de empresarios del 1% más rico de Chile? Y, así, un largo etcétera. Pues bien, dado ese diagnóstico, la cirugía debe ser profunda.  Lo que urge ahora es una reforma integral para crear un nuevo sistema de educación, donde lo público sea lo predominante.

[cita]Si vamos a hablar de un nuevo sistema de educación pública, el mercado debe quedar fuera de la discusión y la propiedad estatal no puede ser un argumento suficiente. Lo público no puede ser el lugar donde manda el dinero, y tampoco lo es, necesariamente, el espacio que pertenece al Estado: lo público es donde participamos todos.[/cita]

Siguiendo este razonamiento, los estudiantes y demás actores de la educación debemos ser coherentes en nuestra lucha. Además de seguir pujando por una participación real en la reforma educacional a nivel nacional, es tarea, tanto de los estudiantes de planteles privados como de instituciones estatales, pelear en nuestros espacios por construir una educación que sea realmente pública. En ese sentido, cobran relevancia hechos como la impugnación a la candidatura de Roberto Nahum para las elecciones de decano en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Sin lugar a dudas, la salida de Nahum, quien ya lleva 12 años dirigiendo nuestra Facultad, con un claustro académico diseñado sobre la base de criterios clientelares, tales como favores o votos, antes que académicos, es un avance: no hay universidad pública sin democracia.

Nuestra Facultad lleva muchos años desoyendo a su comunidad que pide una necesaria modernización en sus aulas: los ramos se asignan a los estudiantes por medio de un sistema de ranking segregador, es necesario estudiar casi un año para un examen de grado cavernario, la malla curricular tras una mal implementada reforma es caótica, los niveles de investigación son paupérrimos, la infraestructura es insuficiente, con cerca de 300 puestos de biblioteca para los más de 2 mil estudiantes, por nombrar tan sólo algunos problemas, que no serán solucionados si no se produce una real apertura democrática de la Escuela. Para ello es imprescindible una comunidad universitaria empoderada, y por eso es que democratizar el claustro académico sigue siendo una cuestión muy importante en esa dirección. No es posible que siga habiendo profesores que, a veces sin siquiera hacer clases, tengan más derechos (producto de afinidades políticas), que otros académicos mucho más involucrados en la vida de la Facultad.

Si vamos a hablar de un nuevo sistema de educación pública, el mercado debe quedar fuera de la discusión y la propiedad estatal no puede ser un argumento suficiente. Lo público no puede ser el lugar donde manda el dinero, y tampoco lo es, necesariamente, el espacio que pertenece al Estado: lo público es donde participamos todos. Es por esa razón que debe tener como centro a la democracia, y en la Universidad de Chile, con la elección de Vivaldi, como en la Facultad de Derecho con la impugnación a la candidatura de Nahum, se abren posibilidades de concretarla. Sin embargo, nada está garantizado. Va a depender de nosotros, la comunidad universitaria en su conjunto, convertir estos anhelos de cambio en una realidad que, de una vez por todas, ponga a la Universidad de Chile como un referente de Universidad Pública.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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