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El rito de las comisiones y la democracia

Rafael Urriola U.
Por : Rafael Urriola U. Director Área Social Chile 21
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En efecto, dice Bourdieu, “la designación de los miembros de una comisión es extremadamente importante: la elección debe apuntar a personas respetables, respetuosas de las formas y que saben hacer las cosas con una cierta formalidad, respetar las reglas (las reglas del juego), jugar el juego y que saben poner el derecho de su lado (lo que no quiere decir respetar el derecho)”. Esta alquimia burocrática ha perdurado durante diez siglos, señala Bourdieu, y se despliega con los saludos de los guardias de palacio y las alfombras rojas. Es impensable que La Comisión arroje resultados diferentes a la posición oficial pero ésta no se conoce y, por tanto, todo está por comenzar.


En Chile están en pleno funcionamiento dos comisiones creadas por el gobierno que debiesen resolver temas de principal importancia para la población en el área de la salud y de las pensiones (al parecer, una tercera también se debiese crear para reflexionar acerca de las reformas que necesita nuestra Constitución).

El destacado sociólogo francés, Pierre Bourdieu, en su libro Acerca del Estado, hace alusiones directas a los simbolismos que están detrás de la conformación de La Comisión por parte de las autoridades gubernamentales. “Yo diría –dice Bourdieu– que la comisión es un acto típico del Estado; un acto colectivo que se cumple al nombrar personas suficientemente reconocidas… de tal manera que las propuestas enunciadas por este grupo puedan funcionar como ‘mot d’ordre’, es decir, sean incontestables y definitivas”. De aquí que la selección de los expertos tenga necesariamente un sesgo, necesariamente impuesto por quienes nombran a los comisionados. No es extraño entonces que Cenda, institución que ha criticado no sólo a las AFP por sus ganancias “exageradas”, sino al sistema de mercantilización de la previsión en Chile, haya quedado excluida.

[cita]En efecto, dice Bourdieu, “la designación de los miembros de una comisión es extremadamente importante: la elección debe apuntar a personas respetables, respetuosas de las formas y que saben hacer las cosas con una cierta formalidad, respetar las reglas (las reglas del juego), jugar el juego y que saben poner el derecho de su lado (lo que no quiere decir respetar el derecho)”. Esta alquimia burocrática ha perdurado durante diez siglos, señala Bourdieu, y se despliega con los saludos de los guardias de palacio y las alfombras rojas. Es impensable que La Comisión arroje resultados diferentes a la posición oficial pero ésta no se conoce y, por tanto, todo está por comenzar.[/cita]

Pero también, detrás del simbolismo –pretendidamente universal y “neutro”– de La Comisión se excluye a quienes no son “expertos” (por ejemplo, la CUT, la ANEF y las organizaciones sociales en general). Sin embargo, en cambio, no excluye a los propietarios de las Isapres o las AFP que sí están representados en las comisiones.

En realidad, como dice Bourdieu, hay un “misterio de los ministerios”; el ministerio es una delegación del poder desde la autoridad máxima, la Presidenta. Esta delegación rodea al ministro de una aureola de poder por delegación, que no es diferente al poder un tanto enigmático que rodea al presidente de La Comisión, que es el encargado de salir a los “balcones del poder” a explicar en qué consiste el humo blanco cuando terminan sus cavilaciones. La llamada Comisión Marcel, por ejemplo, que definió apenas los aportes del Estado para las personas que no tenían posibilidad alguna de recibir ingresos con los cálculos actuariales de las AFP, hizo más conocido al entonces Director de Presupuesto. Sin embargo, el problema de la previsión sigue irresoluto en Chile. El misterio, por su parte, se acentúa cuando se les dice a los comisionados que están interdictos de ventilar los sentimientos que se expresan en La Comisión. Bourdieu señala que cuando Raymond Barre, en 1975, se encargó de presidir la comisión sobre el financiamiento de viviendas sociales, quedó investido de una manera misteriosa del “Poder del Estado”, lo que pretende dar la impresión de una representación de la totalidad de la sociedad.

En esta suerte de majestuosidad que se quiere dar a las comisiones, somos muchos los que aceptamos asistir para entregar nuestros puntos de vista. Nada asegura, por cierto, que los planteamientos de cada invitado sean considerados; no obstante, se asiste a una pretendida lógica republicana y democrática que tiene apenas un problema: ella permanece en el ambiente del secreto, en circunstancias que lo público (qué más público que unas políticas sociales que influyen sobre el 100% de las personas, como la salud y la previsión), por definición, debiese ser ventilado en el mundo social de manera amplia, informada, participativa.

Sin duda, las decisiones de los estudiantes chilenos para evitar que el debate acerca de la educación se restrinja a “los expertos”, es un avance muchísimo más importante en favor de la democracia y que, por lo demás, ha tenido efectos notables, como hacer reflexionar y cambiar de opinión a muchas personas, incluso la Presidenta, acerca de temas trascendentales como la gratuidad de la enseñanza y el lucro en la educación, entre otros.

Una sola persona (en la Comisión de Isapres durante el gobierno de Sebastián Pinera) se permitió hacer pública su diferencia con los resultados que arroja La Comisión. En efecto, cuando se cita a las personas que se escucha en La Comisión, pareciera que ellos comparten las conclusiones, pese a que pudiesen haber propuesto cosas completamente diferentes. Probablemente, los resultados de las comisiones de Isapres y AFP van a involucrar a los invitados, pero todo indica que el consenso en la situación actual mal podría existir salvo capitulaciones importantes de alguna de las partes.

En efecto, dice Bourdieu, “la designación de los miembros de una comisión es extremadamente importante: la elección debe apuntar a personas respetables, respetuosas de las formas y que saben hacer las cosas con una cierta formalidad, respetar las reglas (las reglas del juego), jugar el juego y que saben poner el derecho de su lado (lo que no quiere decir respetar el derecho)”. Esta alquimia burocrática ha perdurado durante diez siglos, señala Bourdieu, y se despliega con los saludos de los guardias de palacio y las alfombras rojas. Es impensable que La Comisión arroje resultados diferentes a la posición oficial pero ésta no se conoce y, por tanto, todo está por comenzar.

El debate sobre el financiamiento de la salud y el rol de las Isapres como aquel sobre el lucro en la previsión y el rol de las Isapres, no depende ni podría depender de las comisiones, aunque estas tienen derecho a ser una de las opiniones en la sociedad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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