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Una reforma educacional para una mayor cohesión social

Loreto Hoecker
Por : Loreto Hoecker Socióloga, profesora universitaria. Vicerrectora Académica Universidad Academia de Humanismo Cristiano
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Sin duda se requiere un sistema educacional organizado acorde a las necesidades del país y no sólo de intereses parciales; se requiere urgentemente la primacía de lo público sobre el interés privado; se requiere un sistema educacional que signifique un camino de integración social que contribuya a la generación de tejido social, más allá del interés parcial de algún grupo; la “libertad de elección” (de algunos privados), con la consabida selección/segregación, constituye un argumento simplista que elude el necesario resguardo del bien común y constituye una ceguera que tendrá efecto bumerang.


Nos enfrentamos en el país a una áspera discusión respecto de la reforma educacional. Para algunos de nosotros falta acentuar en el debate la relación crucial de tales cambios con el objetivo de lograr mayores niveles de integración social, ineludible en el Chile actual.

Parte gravitante de los resultados de una sociedad cuyas relaciones sociales se han organizado extensamente en términos de mercado, es la ruptura de lazos sociales, significados comunes y de pertenencia básicos para la reproducción de lo social en términos elementales para la convivencia.

Una de las herramientas más importantes desde los inicios de la modernidad para contribuir en la construcción de lazos integrativos y significados comunes en la vida social, ha sido el sistema educacional. Es cierto que este no resuelve por sí mismo los problemas de desigualdad excesiva de los ingresos, ni el carácter precario de las relaciones laborales que otrora constituyera un espacio preferencial de pertenencia social, ni el grave problema de segregación espacial en la ciudad, ni los problemas derivados de la profunda transformación de la institución familiar tanto en su estructura como en su funcionalidad, cuestiones que requieren ser abordadas al mismo tiempo que el cambio del sistema educacional. Pero si no es condición suficiente, sí es condición necesaria; dicho de manera categórica, es condición imprescindible.

[cita]Sin duda se requiere un sistema educacional organizado acorde a las necesidades del país y no sólo de intereses parciales; se requiere urgentemente la primacía de lo público sobre el interés privado; se requiere un sistema educacional que signifique un camino de integración social que contribuya a la generación de tejido social, más allá del interés parcial de algún grupo; la “libertad de elección” (de algunos privados), con la consabida selección/segregación, constituye un argumento simplista que elude el necesario resguardo del bien común y constituye una ceguera que tendrá efecto búmeran. [/cita]

Más aún, justamente en este contexto, el sistema educacional está llamado a jugar un papel crucial tras este objetivo de constitución de lo social, debiendo transformarse a partir de su reforma en el espacio social por excelencia donde podemos conocer y reconocer al otro siendo parte de una misma sociedad; conocer y reconocer las normas de convivencia que nos son comunes. Su reforma constituye parte esencial, un nudo central de esas otras transformaciones imprescindibles en el Chile actual y su configuración como una sociedad medianamente cohesionada.

Sin duda se requiere un sistema educacional organizado acorde a las necesidades del país y no sólo de intereses parciales; se requiere urgentemente la primacía de lo público sobre el interés privado; se requiere un sistema educacional que signifique un camino de integración social que contribuya a la generación de tejido social, más allá del interés parcial de algún grupo; la “libertad de elección” (de algunos privados), con la consabida selección/segregación, constituye un argumento simplista que elude el necesario resguardo del bien común y constituye una ceguera que tendrá efecto búmeran.

La complejidad que plantea la gobernabilidad en el contexto nacional, segregado, escasamente integrado (el fútbol no alcanza para unirnos de manera permanente), en el cual las normas de regulación de la convivencia no son percibidas como comunes y válidas para el conjunto, nos afecta a todos y constituye un problema que se acentúa cada vez más. Los buses quemados del Transantiago después de la victoria del fútbol chileno, expresión de esta problemática, no sólo afectaron a los pasajeros y choferes, también a la empresa de transporte e incluso a las otras empresas a las cuales los trabajadores no pudieron llegar a trabajar; fue una explosión social muy “conversadora” y decidora de lo que pasa y podría seguir pasando cada vez más, tanto que con motivo del partido con Holanda hubo incertidumbre respecto a la normalidad de la vida escolar y laboral en el país.

Quienes apuestan a resolver esta problemática convivencia con mera represión, están equivocados. El período en que los conflictos sociales derivados de la despreocupación por la cuestión social fueron resueltos a través del mero control represivo y la criminalización de la protesta, está llegando a su fin. La reposición de lo público y el interés común son una necesidad urgente y el necesario criterio orientador de una reforma educacional cuyo objetivo no sólo puede ser ofrecer oportunidades mejores a las personas, sino también, necesaria y prioritariamente, contribuir a una mayor cohesión social y reconocimiento del otro como mi par, cuestión relevante en la construcción de una sociedad menos violenta. Lo demás es ceguera.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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