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Elegir colegio y cambiar de barrio

Viola Espínola
Por : Viola Espínola Directora del Magíster en Liderazgo y Gestión Educativa UDP.
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Supongamos que una familia modesta logra traspasar la barrera de la información, compara la oferta de diferentes colegios y decide que el que responde mejor a sus aspiraciones respecto a la formación que quiere para sus hijos está ubicado lejos de su casa. No tiene auto ni puede pagar locomoción para llevar a sus hijos a ese colegio. Esta familia se topa aquí con otra limitante más a su libertad de elección y nuevamente entra a jugar la responsabilidad que tenemos como sociedad.


Elegir un colegio para los hijos y que estos sean aceptados en el que se ha elegido es una excepción en nuestro país, en donde buena parte de los establecimientos selecciona a sus estudiantes según el perfil de familia que más se acomoda a su proyecto educativo. Al parecer, como sociedad estamos llegando a un acuerdo respecto a que esta práctica es injusta e inequitativa y que el sistema debe cambiar. Donde parece no haber tanto acuerdo es respecto a cuál es el mecanismo más adecuado para terminar con la selección y para garantizar que los estudiantes puedan asistir a los colegios en función de sus preferencias y no en función del bolsillo, de la religión o del nivel educativo de sus padres.

En la discusión sobre los mecanismos posibles se han considerado las ventajas y desventajas del sistema de preferencias descentralizado, de la tómbola centralizada y otros. Sin embargo, no se ha hecho referencia al corazón del problema, esto es, a los requisitos básicos que deben estar presentes para que efectivamente exista libertad de elección, en particular en el caso de las familias más modestas. Estos requisitos son el acceso a información para comparar entre distintos colegios y el acceso a transporte para poder llegar al establecimiento elegido.

Las familias de más altos ingresos cuentan con redes sociales, con información previa y con competencias para obtener y analizar información sobre el desempeño de los colegios, la calidad de sus procesos y sobre las oportunidades que cada uno abre para sus hijos. Esta información se comparte con amigos, con grupos profesionales, comerciales e incluso internacionales, lo que permite comparar las distintas ofertas educativas y elegir en función de los propios intereses. En el caso de las familias de menores ingresos, el acceso a información está restringido fundamentalmente a los familiares, a los vecinos y al barrio. La ley establece la responsabilidad que tiene cada colegio en la difusión de su proyecto educativo. Sin embargo, el que todas las familias accedan a información relevante y amplia debe ser asumido como responsabilidad pública, de las instituciones y de la sociedad en general, para que la libre elección funcione como se espera y las familias puedan elegir colegio según sus intereses y aspiraciones.

[cita] Supongamos que una familia modesta logra traspasar la barrera de la información, compara la oferta de diferentes colegios y decide que el que responde mejor a sus aspiraciones respecto a la formación que quiere para sus hijos está ubicado lejos de su casa. No tiene auto ni puede pagar locomoción para llevar a sus hijos a ese colegio. Esta familia se topa aquí con otra limitante más a su libertad de elección y nuevamente entra a jugar la responsabilidad que tenemos como sociedad.[/cita]

Ahora bien, supongamos que una familia modesta logra traspasar la barrera de la información, compara la oferta de diferentes colegios y decide que el que responde mejor a sus aspiraciones respecto a la formación que quiere para sus hijos está ubicado lejos de su casa. No tiene auto ni puede pagar locomoción para llevar a sus hijos a ese colegio. Esta familia se topa aquí con otra limitante más a su libertad de elección y nuevamente entra a jugar la responsabilidad que tenemos como sociedad. Es necesario complementar los sistemas de asignación de postulantes con sistemas de transporte público gratuito, para que los estudiantes se puedan desplazar más allá de sus barrios.

Así, cualquiera sea el mecanismo que se defina para asignar postulantes, se debe tener en cuenta que la libertad de elección sólo es posible si este garantiza el acceso a la información que permita a todas las familias seleccionar el colegio que más les guste y, asimismo, les asegure transporte para que puedan romper la barrera social que representa el barrio y puedan asistir a un colegio lejos del lugar de residencia.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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