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Espías y traidores

Fernando Thauby
Por : Fernando Thauby Capitán de Navío en retiro
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Si los marinos peruanos venden información secreta al mejor postor, la situación interna en sus FF.AA. es grave y la inquietud de Humala debería orientarse más bien a corregir un serio problema de desafección y desmoralización de sus militares.


El Presidente de Perú –ex militar– ha iniciado un escandalillo a raíz de una información publicada por un diario de su país sobre una investigación que se estaría efectuando para aclarar la presunta venta de información de inteligencia a Chile, por parte de dos o tres miembros de la Armada de su país.

Su primera reacción ha sido llamar a su embajador “para consultas” y “exigir a Chile una completa y pronta investigación e informe” al respecto.

Una breve lectura de la información pública disponible muestra una forma curiosa y poco habitual de enfrentar problemas como el que se comenta:

1.- El Gobierno de Perú no ha establecido que haya existido algún “espionaje”. Nadie ha señalado la presencia ni existencia de “espías”, tampoco ha establecido que algún organismo oficial de Chile haya tenido que ver en el asunto. Según el Gobierno de Chile nuestro país no tiene nada que ver en el tema. La Armada de Perú lleva largo tiempo investigándolo y parece no haber llegado a nada concreto.

Es entonces perfectamente válido preguntarse: ¿con qué cara Humala pide a nuestro gobierno que investigue y resuelva un problema interno suyo, de larga data, que su propio Gobierno y Armada no han podido aclarar? Y además “exige” que se haga rápido.

2.- Según la prensa peruana esta venta de informaciones se habría producido entre los años 2006 y 2011, y se habría vendido información relativa a movimientos de la flota de ese país a industriales pesqueros italianos que no serían tales, sino chilenos.

Si los marinos peruanos venden información secreta al mejor postor, la situación interna en sus FF.AA. es grave y la inquietud de Humala debería orientarse más bien a corregir un serio problema de desafección y desmoralización de sus militares. Por lo demás, si alguien pone algo a la venta, casi siempre encontrará un comprador y eso no es algo que Chile pueda resolver en su nombre.

3.- Todos los gobiernos y FF.AA. del mundo, incluidas las de Perú, tienen organismos de inteligencia. Así, en la orgánica de las FF.AA. peruanas en todos las organizaciones de nivel estratégico y operativo existen organismos de inteligencia. Su Armada tiene un “Director de Inteligencia de la Marina”.

4.- En general, los organismos de inteligencia militar tratan de reunir información útil y pertinente para el proceso de conducción de las operaciones militares, es decir, información sobre otras organizaciones militares o civiles armadas que puedan llegar a ser oponentes o enemigos.

Si el Director de Inteligencia de la Marina –el Contraalmirante Raúl Robles, en el caso de Perú– no está tratando de obtener información útil para su Armada, es que está perdiendo el tiempo y dejando de hacer el trabajo para el que fue designado. Habría que reemplazarlo.

¿O lo está haciendo?.

Si es así, no parece razonable pensar que rechace a un vendedor de información sobre la Armada de Chile, de Ecuador o de Colombia por escrúpulos morales. De esta manera tendríamos que Humala está actuando con poca consistencia y armando un caso de la nada. Como ex militar debería estar al tanto. Por otro lado, él mismo fue Agregado Militar en Francia y Corea del Sur y si dice que no hizo ningún esfuerzo por obtener información más allá de la que le fue proporcionada por sus anfitriones, es que estuvo con vacaciones pagadas para no hacer nada.

5.- Los traidores existen y seguirán existiendo siempre, el problema de identificarlos y expulsarlos es del que los contrató, no de los ajenos. Humala es quien debe disponer las investigaciones y no pedirle informes a Chile, y quien debe castigar a los traidores con sus propias leyes.

6.- Durante la década de los 70, con Velasco Alvarado al mando, los soviéticos se constituyeron en los mentores y modelos de la inteligencia militar peruana e implantaron una forma de acción en extremo violenta y descarada. Lo experimentamos reiteradamente. Parece haber decaído desde entonces, pero no es razonable pensar que haya desaparecido del todo. Las versiones civiles de la inteligencia, como el “chuponeo” de teléfonos y el robo de documentos, sigue siendo de uso frecuente a nivel político y gubernamental peruano.

Raya para la suma: todo este escándalo no es más que un ejercicio de mojigatería patética en busca de utilidad política interna, que está desprestigiando a su propio autor.

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