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Chañaral, un desastre orquestado

Por: Jaime Varas Esquivel, Licenciando en Ciencias de la Acuicultura


 

Señor Director:

Mis amigas acaban de sepultar a don Oscar, su padre. Mi vecino busca a su hijo desparecido de 8 años, un amigo que se ha encargado de liderar el comité de emergencia fue arrastrado más de 4 kilómetros por el torbellino de lodo y ahora está grave y con respiración asistida. Mi familia quedó con lo puesto, a salvo, pero en la calle. Así es el escenario de Chañaral, no existe habitante sin un relato dramático, sin un familiar o amigo perdido. La pena es colectiva, la prensa hace lo suyo, sin embargo, pensamos que no dimensionan la magnitud, Chañaral está destruído, el terremoto de 1922 no tiene registros tan devastadores. Estamos recién digiriendo las ruinas.

Somos una zona expuesta regularmente a desastres, desde tsunamis e inundaciones. En la década de los 90 vivimos dos sucesos similares, estábamos casi acostumbramos a vivir con la parte baja de Chañaral con inundación de relaves mineros, pero nada como esto. Para nadie es desconocido que los ciudadanos de Chañaral somos herederos de la bahía más contaminada del planeta. Sin embargo el asunto hoy reviste otro escenario, el desastre y los efectos colaterales no tienen precedentes, es difícil cuantificar. Seguramente el televidente frente al televisor no debe tener idea que el caudal de la inundación hasta este minuto fluye arrastrando una serie pequeños tranques con relaves mineros y que en el litoral hay varios camiones con ácido sulfúrico. Sí, leyó bien, hay camiones volcados cargados con ácido sulfúrico repartidos por toda la ciudad.

Convengamos en que un desastre natural como el que nos devoró la ciudad es incontrolable, pero de que hubo posibilidad de prevenir, evidentemente la hubo. He podido presenciar la evolución del desastre y pienso, sin exagerar, que el asunto tiene su génesis en lo de siempre: desinformación, errores logísticos y gran incapacidad. Insisto, la magnitud de este desastre fue imposible de controlar, se agotaron los esfuerzos. Lo presencié en detalle desde la zona aislada. No obstante, días antes, en conversación de pasillos, funcionarios de Estado me habían comentado sobre la ausencia de teléfonos satelitales, tan útiles en estos momentos. La misma fuente me aseguró que el comité de emergencia y seguridad pública no se reunió durante el segundo semestre del 2014 y todo el 2015; por defecto, ante una eventual catástrofe no había planificación. No me quiero adelantar, quiero pensar que sí se hicieron reuniones de coordinación y que gracias a ello no tenemos cifras más elevadas de muertos y desaparecidos que lamentar.

Mientras escribo, se me cruzan las ideas, son demasiadas emociones. Recuerdo que el segundo día de desastre, los que estábamos aislados, nos reuníamos en las riveras del río El Salado a presenciar lo que no queríamos creer. Era una imagen surrealista, Chañaral estaba partido por la mitad bajo un manto de agua que corría con furia arrastrando casas, camiones y desechos mineros. El caudal crecía junto con la desesperación. Con mi pareja vimos gente aferrada a la vida en techos de camiones, autos y cualquier cosa que entregara posibilidad de sobrevivir. En el sector La Villa de Aeropuerto no fueron pocos los vecinos que se lanzaron al charco fangoso que se formó sobre un depósito de relaves para rescatar personas. Hago memoria y recuerdo que la noche anterior las autoridades hablaban sobre un caudal controlado, mientras las ciudades de Diego de Almagro y El Salado eran destruidas por la fuerza del río. En Chañaral, mientras dormíamos, las ciudades de más altura eran destruidas, nosotros desconocíamos todo. Insisto, un par de reuniones y unos teléfonos satelitales no hubieran contenido la catástrofe, qué duda cabe, pero habríamos reducido considerablemente el número de desaparecidos. Créanme, la voluntad ha sido notable, pero la verdadera historia ratifica que una vez más han fallado los sistemas de emergencia.

Estamos sin televisión, solo algunos sectores cuentan con luz y agua potable. En el sector de los aislados, hemos recogido agua de charcos de las calles para abastecernos. Ya hay registros de saqueos, robos y los delincuentes de siempre. La desesperación es palpable. Se respira inseguridad a cada metro.

En Chañaral tenemos la impresión que hay intención por desinformar. Gobierno y Onemi insisten en 20 desaparecidos. El jefe nacional de operaciones de bomberos informó al Comité Operativo de Emergencia de 91 desaparecidos. Cifra en aumento.

La última visita que divisamos ocurrió el día de ayer con el ministro Máximo Pacheco, pero hemos tenido más y no exentas de inconvenientes, por lo demás muy cuestionables. Al tercer día de desastre, aunque estábamos sin luz y teléfono en la zona aislada, supimos que venía la Presidenta. En cosa de horas nos hicieron evacuar a los cerros. Cada cual aseguraba su huida como podía. La incertidumbre y la impotencia de ver adultos mayores, niños y familias a pie, sin provisiones, huyendo a los cerros fue un proceso doloroso. Pero lo peor fue cuando arribó la Presidenta a Chañaral. Carabineros con megáfonos hizo evacuar a toda la ciudadanía por la venida de un gran alud que jamás llegó. Autos y camiones a toda velocidad escapando al sector alto a refugiarse, la zona aislada quedó sin habitantes. Un dato, en Chañaral somos zona de excepción, así es que estamos al mando de militares. Digo esto, porque al día siguiente un militar aseguró que jamás recibieron información ni dieron orden de evacuación, saque usted sus propias conclusiones.

El día de ayer a nuestra improvisada oficina hizo ingreso un grupo de vecinos furiosos por la negligencia del municipio para abordar la catástrofe. Ahí nos enteramos que el ministro de Energía y el alcalde hablarían con la comunidad. Era un ambiente tenso, el ministro los dejó plantados y el alcalde aseguró que no existe catastro preciso de las pérdidas ni personas desaparecidas. Mientras la desinformación sigue siendo la reina de la catástrofe de lo que queda de Chañaral, en la zona aislada seguimos sin luz, agua y comida.

Jaime Varas Esquivel
Licenciando en Ciencias de la Acuicultura
Master (c) Desarrollo Sostenible
ONG CHADENATUR

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