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Unasur: ¡hay que apurar el proceso!

Fernando Thauby
Por : Fernando Thauby Capitán de Navío en retiro
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Es difícil pensar que en una organización ideológica como Unasur, organizada y controlada por sus propios dueños, los intereses nacionales de Chile tengan alguna importancia. Ahora mismo, ¿quién tiene mas simpatías en Unasur, Bolivia o Chile? Si el pleito por las exigencias marítimas de Bolivia fuera llevado a Unasur, ¿cómo nos iría?, si nos viéramos en la situación de tener que negociar con Bolivia ¿qué países de Unasur nos apoyarían?, ¿sería un aporte a nuestra seguridad y defensa o nos debilitaría?


Los mayorcitos se deben acordar del grito de combate de los ultras en las finales del gobierno de la Unidad Popular: ¡Hay que apurar el proceso!. El país se venía abajo; la economía corría hacia la ruina; el desabastecimiento obligaba al pueblo a hacer colas interminables para “conseguir” lo que fuera; la capacidad de conversar se agotaba y los mas radicalizados, ausentes de todo realismo, exigían ¡apurar el proceso!. Pero no eran los primeros ni serán los últimos ideólogos fanatizados, hoy día, los dueños de Unasur siguen sus aguas creyéndose originales. Como dijo un escritor norteamericano: “Cuando los fanáticos pierden el control, aceleran”.

Recordemos que Unasur fue un producto del Foro de Rio, en el cual Chávez y Lula se organizaron para retomar el control de las huestes comunistas regionales desbandadas después de la caída del Muro de Berlín. Ahí se decidió el nacimiento de una organización bajo la tutela ideológica de ambos líderes marxistas que reemplazara a la OEA. Chávez intentó asumir el mando pero fue desplazado por Lula que tiró sobre la mesa el peso y las ambiciones brasileñas de ejercer la supremacía regional. Luego comenzó la creación de una burocracia regional ilimitada, inepta pero frondosa. En estos días en que los socios principales de Unasur, Venezuela, Brasil, Argentina, Ecuador y Bolivia se encuentran en crisis terminales, Dilma y Cristina; Evo y Maduro y sobre todo Correa y Ernesto Samper, aprietan el acelerador a fondo y crean dentro de Unasur una organización tras tras otra y Chile, con entusiasmo, se anota en todas. Los hinchas nacionales de Unasur no son muchos, no son mayoría en ninguna parte, pero son solapados y activos, escriben columnas y “papers” cargados de ideología y “operan” desde cargos de gobierno. No son sólidos para nada, solo están bien ubicados, eso es todo.

El origen ideológico de la política exterior de Chile hacia la región está bien explicada en la columna de Gonzalo Martner, “El socialismo y la década perdida” publicado en la prensa nacional. Se queja del “fracaso” de este gobierno en hacer las “reforma profundas”, dice: “Atrás quedó el intento de una construcción política plural inspirada en una nueva síntesis ideológica que reivindicara la democracia en lo político, el dinamismo y la sustentabilidad en lo económico, la igualdad en lo social, el progresismo en lo cultural y el latinoamericanismo en lo internacional”.

Estas aspiraciones fueron incorporadas íntegramente en el programa del actual gobierno y se está reflejando en su actitud frente a las tropelías de Maduro, posición que ha suscitado el rechazo de toda la comunidad política nacional e internacional, transversalmente. Devoción que, por lo demás, no suscita ningún apoyo a Chile frente a nuestros pleitos vecinales.

En Unasur ya existen doce consejos sectoriales: Energético; de Defensa; de Salud; de Desarrollo Social; de Infraestructura y Planeamiento; del Problema Mundial de las Drogas; de Economía y Finanzas; Electoral; de Educación; de Cultura, de Ciencia, Tecnología e Innovación y el de Seguridad Ciudadana, Justicia y de Coordinación de Acciones contra la Delincuencia Organizada Transnacional. Si alguien ha sabido de algún aporte positivo de esta frondosa colección de consejos, merece el reconocimiento agradecido de Unasur. Pero vienen muchos mas consejos y grupos. Tantos como sean necesario para dar cabida a los intelectuales y políticos que requieran un bote salvavidas para cuando pierdan el poder en sus países.

El 13 de marzo, Eduardo Montealegre Fiscal General de Colombia desde el año 2012, se reunió en Colombia con el Fiscal General de Ecuador, Galo Chiriboga. Durante ese encuentro, con el aplauso de Ernesto Samper -Secretario General de Unasur desde julio del 2014-, lanzaron los proyectos de creación de una “Comisión de Verdad Regional (CVR)”; de una “Corte Penal de la Unión de Naciones Suramericanas (CP UNASUR) para el juzgamiento de la delincuencia organizada transnacional” y la participación militar través de la Fuerza Cruz del Sur” (Chile – Argentina) para operar en el control de los acuerdos de paz entre Colombia y las FARC bajo la autoridad de Unasur.

Ernesto Samper, ex presidente de Colombia entre los años 1994 y 1998, fue acusado de recibir financiamiento de las FARC en su campaña electoral presidencial. Durante su mandato las FARC se expandieron e incrementaron su poder y actividad terrorista en forma exponencial. Su persona no da ninguna garantía de solvencia moral, transparencia ni probidad. No es pecar de suspicaz pensar que dado el historial de Samper y de quienes lo pusieron en el cargo, las Comisiones Mixtas de Verdad Regional tendrán como protagonistas centrales a los gobiernos actuales de Argentina, Brasil, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Guyana. La mirada “sociológica”, -ajena al derecho- de ese tipo de Comisiones constituirá la base para la exculpación política de los terroristas y la inculpación de los civiles y militares que los combatieron y derrotaron.

Respecto a la participación de la Fuerza de Paz Cruz del Sur, -integrada por fuerzas militares de Chile y Argentina-, Montealegre señala que: “lo más probable es que alguna fuerza internacional acompañe la verificación de los acuerdos. La idea es que Unasur, a través de la Fuerza de Paz Cruz del Sur, canalice las posibilidades de cooperación que pueden resultar útiles”. “Una fuerza de paz binacional puede encargarse de ubicar y proteger a los desmovilizados en unas zonas determinadas. Adicionalmente, dentro de sus funciones se pueden incluir labores relacionadas con asistir, monitorear y facilitar un cese del fuego entre las partes en el conflicto”. No hay en la región otra fuerza de paz “binacional” que Cruz del Sur.

Considerando que tanto las FFAA de Colombia como las FARC son fuerzas aguerridas, con medio siglo de combates en un territorio montañoso y selvático inmenso, en que la operación es de dificultad extrema, habría que preguntarse por qué mejor Unasur no envía una fuerza combinada de Ecuador con Brasil, financiada por ellos mismos.

Mas interesante aun es el proyecto de la Corte Penal de la Unión de Naciones Suramericanas (CP UNASUR) para el juzgamiento de la delincuencia organizada transnacional. Esta es una propuesta original de Chiriboga, que se auto define como “comprometido con las luchas sociales, la defensa de los Derechos Humanos y el bienestar colectivo”. Según Chiriboga “se ha planteado que la Corte investigue crímenes transnacionales que sean planeados o cometidos en más de un Estado ,parte de Unasur. La Corte operaría bajo un sistema penal acusatorio y contaría con jueces permanentes, así como con una fiscalía. La investigación y ejecución de sus órdenes se haría por medio de las autoridades locales de los Estados parte”. “La Corte Penal de Unasur tendría jurisdicción penal sobre personas pertenecientes a organizaciones criminales que cometan ciertos delitos y sus sentencias serían de obligatorio cumplimiento para los Estados parte del estatuto”. Cabe preguntarse: ¿son las Farc una organización criminal?; ¿qué hay del tráfico de drogas y de los crímenes asociados?, ¿que pasa con los gobiernos que apoyaron o se asociaron en ese tráfico, como Venezuela y Cuba?. ¿Qué pasara con las autoridades bolivianas envueltas en el tráfico de drogas?. ¿Qué pasa con los gobiernos regionales que financian ilegalmente partidos y movimientos y acciones políticas en otros países de la región?

Nuevamente, sin ser mal pensado parece evidente que este “tribunal” espera hacerse cargo de los delitos de trafico de drogas y todos sus delitos conexos cometidos por las FARC, las FFAA de Venezuela y el Gobierno de Cuba, relacionados con el tráfico de drogas.

Cuando el periodista que lo entrevista manifiesta sus dudas, indignado, replica: “Los ideólogos y formadores de opinión de la extrema derecha colombiana han empezado a difundir la idea falsa de que la Corte Penal de Unasur se está diseñando para juzgar la guerrilla colombiana. Desmiento categóricamente esa afirmación”. Listo!, lo desmintió y se acabó el problema.

Parece evidente que este es un esquema que se creará para dejar el asunto de los crímenes relacionados con el terrorismo y el tráfico de drogas en un ámbito mas “familiar”, con una perspectiva “antiimperialista” y bajo el control de los gobiernos chavistas involucrados con las drogas: Venezuela, Bolivia, Cuba, Ecuador y algunos políticos colombianos como el mismo Samper.

El 2 de mayo, en un diario digital nacional se publicó una larga y detallada columna que informa sobre la creación de una “Escuela Suramericana de Defensa” (ESUDE), también de Unasur. Su propósito sería: “fortalecer el desarrollo de una doctrina y visión compartida de la defensa nacional y regional”. La escuela ya fue inaugurada, el 17 de abril pasado, en el marco del octavo aniversario de Unasur y su primer director será ¡sorpresa! el académico brasileño Antonio Jorge Ramalho. La ESUDE se suma al Centro de Estudios Estratégicos de la Defensa (CEED-CDS) que funciona en Buenos Aires en esta misma tarea de crear “una visión distinta de la defensa”.

Celso Amorin, ministro de Defensa de Brasil, y uno de los principales impulsores de la ESUDE junto a la ex ministra argentina Nilda Garré, dijo que “el proyecto es una manera de crear un pensamiento profundamente suramericano de defensa que, por un lado, respete nuestras necesidades y, por otro, se aleje de antiguos conflictos de la Guerra Fría que no tienen nada que ver con nosotros”.

Según el ministro de Defensa ecuatoriano, Fernando Cordero, la ESUDE constituye un paso más en el proceso de integración del continente” y tiene “el compromiso de construir una doctrina propia (y compartida) velando siempre por la paz”. Tampoco hay que ser muy suspicaz para pensar que detrás de esta palabrería está la intención de intervenir políticamente en los ámbitos superiores de la Seguridad y Defensa de los países a través de procesos de “cooperación, homologación y confianza mutua”.

Es difícil pensar que en una organización ideológica como Unasur, organizada y controlada por sus propios dueños, los intereses nacionales de Chile tengan alguna importancia. Ahora mismo, ¿quién tiene mas simpatías en Unasur, Bolivia o Chile? Si el pleito por las exigencias marítimas de Bolivia fuera llevado a Unasur, ¿cómo nos iría?, si nos viéramos en la situación de tener que negociar con Bolivia ¿qué países de Unasur nos apoyarían?, ¿sería un aporte a nuestra seguridad y defensa o nos debilitaría?

Se dice que la ESUDE pretende “crear un pensamiento profundamente suramericano de defensa que respete nuestras necesidades”. Suena bien. Pero, “el pensamiento” que los chilenos necesitan en sus FFAA, ¿es el mismo que el que quieren o tienen los gobiernos de Ecuador, Venezuela, Bolivia o Argentina?.

En el acto del 1º de mayo, Evo hizo público el decreto 2348, que liquida la libertad sindical centralizando en el mismo Evo la autorización para la creación de sindicatos y el 3 de mayo se expidió: “Quiero reafirmar que el gobierno es antiimperialista y mientras sea Presidente de nuestro Estado el Gobierno será antiimperialista” y añadió “fueron los norteamericanos los que impusieron la idea de que las FFAA sean “apolíticas” y que los obreros pregonen la independencia sindical”. Es decir, cree y quiere que las FFAA sean políticas y adhieran a un partido ¿adivine cual?: Maduro, Cristina y Correa ya lo hicieron y tienen la respuesta.

Para Evo, los periodistas son espías y la libertad de prensa es una actividad de inteligencia; una curiosa manera de interpretar la libertad de prensa en democracia, similar a los desplantes de Correa en Ecuador. En Argentina, el Ejército se ha hecho cargo de la inteligencia interna, en beneficio del gobierno de Cristina Fernández, sin controles externos de ninguna especie. Maduro “hace sombra” boxeando solo para mantener el poder, acompañado en forma irrestricta por sus FFAA, que no solo lo apoyan, sino que forman parte integral del aparato gubernamental y represivo de la oposición.

Este es el “pensamiento militar” que nuestros socios de Unasur están promoviendo y que nuestro gobierno está suscribiendo, ¿será lo que Chile quiere?

Pese al fervor chavista de algunos funcionarios de gobierno, con Evo, Cristina, Correa y Maduro como condiscípulos no vamos a llegar muy lejos y es muy poco probable que nuestras FFAA aprendan algo de utilidad.

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