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La copa rota del fútbol

Por: Carlos Poblete Ávila, director Centro de Estudios Conciencia Crítica


Señor Director:

El ser humano entre otras de sus características esenciales es un animal lúdico. Durante su existencia juega… física y mentalmente. Jugar hace bien a la salud en esos planos.

Las diversas comunidades que habitan el planeta tienen sus propias actividades lúdicas, según sus costumbres. Todo va y es con sus ancestros, con sus culturas.

En nuestro mundo globalizado el fútbol se ha instalado como el juego más universal, mucho más que otros deportes. El basquetbol, el tenis por ejemplo, no son comparativamente actividades masivas. Ciertamente una cuestión es la práctica y otra muy distinta es la observación.

El fútbol, como otras actividades, no ha escapado a la mercantilización –como la educación, la salud y la previsión, particularmente en Chile–. Impacto mundial ha causado el escándalo que vive la Federación, organismo rector de ese deporte, la FIFA, por la corrupción de sus dirigentes. Desde ahora deberá llamarse MIFA (Mafia Internacional de Fútbol Asociado). Algunos dicen que se sabía de esa podredumbre, existen cómplices allá y también aquí… Son miles de millones de dólares los que administran quienes dirigen entidades tan industrializadas como esa. Los millones de hinchas del fútbol que colman estadios, contribuyen a saturar de dinero esas arcas. Todo es turbio, también los contratos con las empresas que manejan la difusión de los certámenes (televisoras, radios, diarios) y las transferencias de jugadores, entre otras dolosas operaciones.

Resulta repugnante que en nuestro medio futbolero chileno, los equipos luzcan en sus casaquillas marcas de bebidas alcohólicas, de bancos, y de diversas empresas que lucran con el deporte (falta que algunos publiciten marcas de tabaco y de otras drogas). Así… el deporte no es salud.

El dinero sucio compra, alquila voluntades, conciencias, personas. Ya nada parece limpio en esta sociedad humana. Quienes dirigen –no solo el Estado sino cualquier entidad– en cualquier lugar de este planeta están bajo sospecha, también, lamentablemente, quienes tienen responsabilidades menores. Cabe enjuiciar a un sistema que ha creado estas formas de vida.

La actual sociedad humana vive agobiada, decepcionada por lo que sucede.

Carlos Poblete Ávila
Profesor de Estado
Director Centro de Estudios Conciencia Crítica

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