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Chile herido


Es tentador tirar a matar. Me refiero a la tendencia ya generalizada de descalificaciones y ofensas al Gobierno, a la Presidenta, a políticos y parlamentarios.

Y digo tentador porque se hace muy difícil restarse a una masa que avanza con tanta fuerza y tan decididamente a dispararle a su adversario. Si asesta un golpe, será celebrado y levantado en andas. Si intenta ponerse en el camino, lo empapelarán con palabrotas y saludos a su madre.

Es tentador además porque día a día conocemos nuevos antecedentes que nos vuelven a dar razones para tomar el revólver y poner un certero balazo. Que los viáticos, que las reformas, que la economía, que todos x Chile, que Pinto Durán, que las campañas, que el financiamiento, y toda esa vaina que ya conocemos. Tenemos rabia, mucha rabia acumulada, y eso parece motivo más que suficiente para querer verlos a todos mordiendo el polvo y pidiendo perdón.

Es tentador denostar porque, misteriosamente, nos deja un gusto dulce en la boca. Es como si encontrar imbécil al del frente nos pusiera a nosotros a la altura de Stephen Hawking y su afición por el universo, las galaxias y hoyos negros. Es como si en el contraste se nos hinchara el pecho y nos jactaramos de lo macanudos que somos frente a una tropa de  incompetentes. Ellos y nosotros. Cuestión de falso y triste ego, creo yo.

[cita] «¿Y qué importa?» – pensarán algunos – «si lo merecen». Importa, y mucho. Porque de tanto disparar, de tantos memes retwiteados, de tantas ofensas destempladas, terminaremos por hacerle creer a todo Chile que efectivamemte estamos siendo liderados por imbéciles, sinvergüenzas y delincuentes. [/cita]

Con todo, es tentador sumarse a este deporte nacional. Pero ciertamente, no trae ningún beneficio. Todo lo contrario.

Es evidente que Chile hoy vive momentos difíciles. Pero podría ser harto peor si echamos abajo las instituciones que sostienen y garantizan nuestra democracia.

Otros ya han dado la primera estocada y han hecho daño. Y mucho. Pero el lenguaje también construye realidades y aunque no lo crea, como usted se refiera a las autoridades en su casa, en su oficina o en redes sociales, influirá finalmente en la imagen, credibilidad y confianza del país.

Por eso insistir en decirle «guatona» tal por cual a la Presidenta (perdóneme el sinceramiento de esta práctica), no aporta ni ayuda en nada. Más bien debilita la institucionalidad presidencial y aumenta los niveles de violencia e intolerancia en la sociedad.

Lo mismo sucede cuando trata de ladrones a políticos y parlamentarios, sin distinción. Lo único que logra es avivar el fuego que amenaza con hacer arder a los Partidos, la Cámara y el Senado.

«¿Y qué importa?» – pensarán algunos – «si lo merecen». Importa, y mucho. Porque de tanto disparar, de tantos memes retwiteados, de tantas ofensas destempladas, terminaremos por hacerle creer a todo Chile que efectivamemte estamos siendo liderados por imbéciles, sinvergüenzas y delincuentes. ¡Todos! Y cuando eso ocurra, según auguran los expertos, estaremos ad portas del arribo de un nuevo y flamante caudillo. Esos con oratoria, buen verso, lejos de los partidos e instituciones que nosotros mismos ayudamos a desprestigiar y enterrar.

Y ahí sí, definitivamente, estaremos en problemas.

Por eso es bueno que cada uno le tome el peso a la responsabilidad que tiene entre sus manos o en la punta de su lengua. Levante su descontento, haga ver su disconformidad, sea crítico y duro si quiere, pero hágalo con respeto, altura de miras, análisis y, sobre todo, matices. Le aseguro que parecerá más inteligente y creíble que si intenta desenfundar nuevamente su arma.

Es tentador tirar a matar, ¡pero cuidado! que alguien podría resultar herido: usted, yo o Chile.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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