Publicidad

Tozudez presidencial: Shinzō Abe y Bachelet

Jean Masoliver Aguirre
Por : Jean Masoliver Aguirre Cientista político, Investigador Fundación para el Progreso
Ver Más


Cuando se intenta indagar en los motivos por los cuales los gobernantes desearon llegar al poder, difícilmente podemos reconocer sus razones. Cuando se les inquiere por aquello, generalmente apelan a su humilde deseo de devolverle a la sociedad lo que esta les ha dado. No conviene aquí cuestionar esta posible respuesta. Quizá los gobernantes tengan una sincera voluntad de volver mejores a sus respectivas sociedades. Sin embargo, muchas veces vemos de manera manifiesta las externalidades negativas de sus deseos.

Para ilustrar cómo la tozudez puede impactar a una sociedad, conviene observar la situación que está viviendo Japón por estos días.

Este mes la Dieta Nacional de Japón (Kokkai) está debatiendo el proyecto de Ley de Seguridad, batería legal que implica la reinterpretación del artículo 9 de la Constitución japonesa, que hasta hoy ha restado a Japón de cualquier acción bélica. Dice así: «Aspirando sinceramente a una paz internacional basada en la justicia y el orden, el pueblo japonés renuncia para siempre a la guerra como derecho soberano de la nación y a la amenaza o al uso de la fuerza como medio de solución en disputas internacionales». Ello explica por qué Japón no tiene ejército, sino «Fuerzas de Autodefensa» (Jieitai), que son extensiones militarizadas de la policía. La reforma en discusión ampliaría las facultades de las Jieitai para involucrarse en iniciativas bélicas con otros países, especialmente Estados Unidos.

[cita] Situaciones como la de Abe y Bachelet denotan la importancia que tiene el gobernante en la vida de los ciudadanos. Estamos a merced del Presidente y su séquito en el Congreso, razón por la cual debemos ser cautelosos. Ostentar el poder precisa siempre de actos responsables. Sepamos elegir a nuestros gobernantes y cuando estos entorpezcan nuestro diario vivir, critiquémoslos y exijámosles que gobiernen en conciencia. [/cita]

El primer ministro Shinzō Abe está presionando a la Kokkai para aprobar la reforma legislativa, aduciendo que Japón está en constante tensión con los vecinos. Efectivamente, Corea del Norte —tiranía comunista— y el conflicto con China —otra tiranía comunista— por las islas Senkaku han enrarecido el ambiente. Pero lo que Abe no ve es la oposición ciudadana. Diversas encuestas demuestran que la ciudadanía está en contra de sus medidas. Los nipones desean vivir en paz. Abe probablemente quiere lo mismo, pero realiza una acción contraria a ella.

En Chile Bachelet está haciendo algo parecido. Con su habitual tozudez, diagnostica que el problema es la desigualdad y emprende reformas que, a todas luces, acabarán dañando la economía y causando incertidumbre en la sociedad civil. Al igual que Abe, ella pretende cambiar la realidad observándola con una mirada obtusa.

Ambos gobernantes —y esto es universal, por supuesto— son humanos. Les cuesta ver más allá de sus propias pretensiones y limitaciones. Y siguiendo su voluntad acaban perturbando a la ciudadanía.

Situaciones como la de Abe y Bachelet denotan la importancia que tiene el gobernante en la vida de los ciudadanos. Estamos a merced del Presidente y su séquito en el Congreso, razón por la cual debemos ser cautelosos. Ostentar el poder precisa siempre de actos responsables. Sepamos elegir a nuestros gobernantes y cuando estos entorpezcan nuestro diario vivir, critiquémoslos y exijámosles que gobiernen en conciencia.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias