Señor Director:
El 18 de junio del año 2015 ocurrió un hecho importante para las distintas generaciones que hemos pasado por el movimiento estudiantil: el artículo del DFL N° 2 del Ministerio de Educación del año 2010, que impedía el derecho a voto de estudiantes y funcionarios en la educación superior, fue reemplazado por un nuevo artículo que prohíbe a las instituciones limitar este horizonte.
La demanda por la democratización de las instituciones de educación superior puede retrotraerse a los orígenes mismos del nacimiento del movimiento estudiantil chileno e internacional. Primó sin embargo después de la dictadura una visión pueril y condescendiente de los estudiantes y de los funcionarios, que los alejó de las instancias de decisión de las instituciones y les quitó el derecho a voto. Esta marginación no sólo ha tenido como consecuencia una creciente falta de pertenencia de los estudiantes y funcionarios a sus instituciones, sino también el desaprovechamiento del enorme y necesario potencial que conlleva la participación activa de los estudiantes en la construcción de sus instituciones.
Los argumentos que se han esgrimido en contra de la participación de los estudiantes no dejan de ser sorprendentes: se alega la falta de experiencia, nuestro corto período de permanencia en la institución y nuestra incapacidad para hacernos cargo de las ideas que proponemos. Sin embargo, los estudiantes han demostrado muchas veces el compromiso por mejorar los proyectos educativos, altura de miras para proponer nuevos horizontes y responsabilidad generacional en la consecución de metas. Muestra de ello es que, después de 40 años, los estudiantes en sus diversas generaciones hayan sido capaces de empujar un cambio de ley que les prohibía el derecho a voto en los espacios de decisión, por medio de de movilizaciones, ideas y propuestas.
Aprobada esta nueva normativa, que impide a las instituciones mermar los derechos de los estudiantes y funcionarios, queda ahora la responsabilidad colectiva de impulsar en cada una de las casas de estudio, un proceso de democratización que promueva la autodeterminación colectiva de las decisiones de las comunidades educativas. Y, esperando que esto sea más temprano que tarde, celebramos esta conquista con un nuevo compromiso con el presente desafío. ¡Es la hora de democratizar!
Directiva Feuc 2009
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