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Aborto y sus implicancias en la salud mental

Francisca Decebal-Cuza
Por : Francisca Decebal-Cuza Médico psiquiatra adultos y académica de la Universidad de Chile.
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«No existe ningún libro de psiquiatría que señale que el tratamiento para el estrés postraumático a partir de una violación sea el aborto. Y sabemos, además, que el aborto es para muchas mujeres un evento traumático en sí mismo. Es decir, a esta mujer vulnerable, le ofrecemos un proyecto de ley que nuevamente no le permite tener más opciones y la revictimiza».


Al leer el Proyecto de Ley de Aborto, llama la atención que en dos de las tres causales se aluda a razones de salud mental. En el caso de la inviabilidad fetal el proyecto afirma que forzar a la mujer a llevar a término el embarazo supone mantenerla en un permanente estado de duelo. En el caso de violación, señala que obligar a la mujer a mantener un embarazo en contra de su voluntad agrava el trauma de la violencia sexual. Ambas presunciones son falsas.

Una de las pocas cosas en que hay consenso científico sobre el aborto, es que aquellas mujeres que presentan complicaciones psiquiátricas son las que tienen apego con el feto y las que tienen psicopatología previa. Irónicamente, las dos características que poseen las mujeres “beneficiadas” en ambas causales.

La madre cursando un embarazo con feto inviable, se enfrenta a la terrible situación de lidiar con la muerte de un hijo deseado, quien además, morirá producto de su acción directa, lo que hace que este duelo se pueda complejizar gravemente. Interrumpir el embarazo no solamente no ha sido probado como una intervención terapéutica eficaz para el manejo de este enorme dolor, sino que también dificulta que la mujer resuelva adecuadamente la primera tarea del proceso de duelo, que es aceptar la realidad de la pérdida. Es decir, inicialmente la mujer sentirá alivio, pero posteriormente será incapaz de elaborar adecuadamente su duelo, lo que traerá en realidad más sufrimiento.

La mayoría de los embarazos producto de una violación se dan en adolescentes abusadas sistemáticamente dentro de su entorno familiar. En ese contexto es imposible no tener algún tipo de psicopatología. El aborto, por mucho que queramos, lamentablemente no resuelve el problema. Lo único que hace es darnos la ilusión de que por eliminar la consecuencia visible, el acto de violencia en sí desapareciera de la historia. La gente suele creer que el embarazo va a producir una re experimentación permanente del trauma en el cual el hijo fue concebido. Sin embargo, lo traumático del embarazo producto de una violación, no es el embarazo, sino que la violación. No existe ningún libro de psiquiatría que señale que el tratamiento para el estrés postraumático a partir de una violación sea el aborto. Y sabemos, además, que el aborto es para muchas mujeres un evento traumático en sí mismo. Es decir, a esta mujer vulnerable, le ofrecemos un proyecto de ley que nuevamente no le permite tener más opciones y la revictimiza.

En Medicina existen poquísimas intervenciones que sean aceptadas sin contar con evidencia que respalde que sus beneficios superan ampliamente sus riesgos. El aborto en caso de violación e inviabilidad fetal sería una excepción única a esta regla de buena praxis. Pareciera como si se les estuviera otorgando el privilegio de omitir una evaluación científica seria. ¿Por qué garantizar el aborto si no hay ningún estudio que diga que mejora el pronóstico psíquico a largo plazo de estas mujeres y, lo que es peor, podría dañarlas aun más?

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