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Aborto y acompañamiento

Por: Leslie Nicholls, Corporación Miles Chile


Señor Director:

Una de las principales indicaciones que se hace en torno al proyecto de ley que busca despenalizar la interrupción voluntaria del embarazo en nuestro país versa sobre el acompañamiento psicológico a las mujeres. Como psicóloga, me parece fundamental ofrecer apoyo psicológico a mujeres que atraviesan por un embarazo ya sea que ponga en riesgo su vida, que será inviable extrauterinamente, y más aún, cuando es resultado de un atentado sexual.

Hace poco tiempo tuve la fortuna de conocer el caso uruguayo, país que legalizó el aborto libre hasta las doce semanas y por las mismas tres causales que se debaten en nuestro país. El sistema de salud allí ofrece a las mujeres que atraviesan por esta difícil decisión un equipo multidisciplinario de expertos; médico/a, matrón/a y psicóloga/a, con el objetivo de apoyar a la mujer durante todo el proceso, desde que ingresa al sistema de salud, hasta que se le brinda el alta médica.

Del sistema implementado en Uruguay rescato varias cosas. Primero que nada, la no imposición del proceso de acompañamiento. Si bien es un servicio que se ofrece a las mujeres que solicitan abortar, no se condiciona el procedimiento a un tratamiento psicoterapéutico. La voluntad de asistir a psicoterapia por parte de la potencial paciente determina en gran medida el éxito o fracaso del proceso psicoterapéutico, por tanto, coaptar a una mujer a recibir tratamiento psicológico condiciona directamente los resultados que de ese proceso pudiesen surgir.

En segundo lugar, los equipos de acompañamiento han sido capacitados a un nivel básico en materias de género y derechos sexuales y reproductivos. Esto permite que, además de los servicios profesionales atingentes a sus experticias, son capaces de orientar a las mujeres en los procesos con la debida objetividad que cada caso requiere. Nada de imposiciones; se presenta a cada mujer toda la gama de alternativas posibles, desde el aborto hasta la adopción, con plena información sobre las ventajas y desventajas de cada una de las alternativas, con el fin de que cada mujer tome la decisión debidamente informada y con el respaldo del equipo multidisciplinario de apoyo.

Por último, el proceso de acompañamiento tiene la extensión en el tiempo que se determine según las necesidades de cada paciente. En Chile se habla de procesos de acompañamiento que llegan a extenderse por dos años posterior a la interrupción del embarazo, lo que incide directamente sobre las dimensiones económicas, laborales, familiares, y el proyecto de vida de cada mujer. Obligar a una mujer a comprometerse con un proceso psicoterapéutico de larga data es no considerar diversos aspectos, que –partiendo por la imposición del proceso-, difícilmente pueden implementarse. Todos quienes nos hemos desempeñado en clínica en salud pública conocemos de cerca las dificultades por las que atraviesan los y las pacientes incluso para tomar psicoterapias breves debido a la escasa y prácticamente nula cobertura de Fonasa e isapres para esta clase de prestaciones.

El sistema de salud chileno, incluso consultorios municipales, cuentan en su mayoría con los recursos humanos como para poder implementar equipos multidisciplinarios de atención a las mujeres que atraviesan por estas difíciles circunstancias personales y de salud. Sin embargo, todos los condicionamientos que supone la clase política hacen parecer que se busca dificultar a tal punto la implementación del proyecto de ley hasta el límite de lo irrealizable. Por esto, como mujer, como psicóloga, como feminista, pido un poco de consideración y pongo a disposición mis conocimientos en el tema.

Leslie Nicholls
Corporación Miles Chile
Psicóloga, Magíster en Psicología Clínica, Dra © en Psicoanálisis Universidad Andrés Bello

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