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Mujeres y Educación Media Técnico Profesional: desigualdades históricas que deben cambiar

Eleonora Nun
Por : Eleonora Nun Espacio Público.
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La desigualdad en la educación es, probablemente, el tema que más opiniones suscita en el Chile de hoy. Son objeto de largos debates y reflexiones las brechas en los puntajes Simce y en la PSU entre estudiantes de colegios municipales y particulares y también cómo el diseño de nuestro sistema, más que igualar, desnivela las oportunidades a las que acceden los jóvenes.

Ahora bien, sobre lo que no muchos discuten es acerca de las otras desigualdades que se reproducen en nuestro sistema educacional. Sobre la desigualdad entre la educación media Científico-Humanista (EMCH) y la Técnico-Profesional (EMTP) poco se habla. Y sobre las desigualdades de género dentro de la Educación-Técnica menos aún. Y es que centrarse en las trayectorias de las mujeres que siguen esta vía es hacer un doble zoom sobre la exclusión. Es mirar al 43% más pobre de los estudiantes de Chile que, en su mayoría, conforma la matrícula de la EMTP y es mirar a las mujeres, categoría históricamente rezagada de la educación. Y sin embargo ahí es donde, probablemente, se manifiestan más claramente las profundas fallas del sistema.

La EMTP constituye una instancia de preparación para el trabajo. Si bien son cada vez más los egresados de esta modalidad que siguen estudios superiores, más de la mitad entra directamente al mercado laboral tras egresar de la enseñanza media. Hasta qué punto la EMTP cumple su promesa de facilitar el tránsito al empleo, depende casi exclusivamente de la especialidad cursada. Y esta, del género.

Las especialidades de la rama industrial (sector metalmecánico, construcción, electricidad, minero, etc.), se asocian positivamente con una mayor empleabilidad y mejores ingresos respecto de las cifras mostradas por los egresados de la vía Científico-Humanista. Según un estudio publicado por el CEP, los primeros ganan en promedio $33 mil más que los segundos. El haber escogido dentro de la EMTP, una especialidad de la rama técnica (sector alimentación, hotelería y turismo o programas y proyectos sociales) en cambio, tiene un impacto negativo sobre los ingresos. Sus egresados ganan en promedio $39 mil menos que los egresados de la EMCH.

[cita] Un estudio realizado por Osvaldo Larrañaga junto a un grupo de investigadores señala que, si en promedio las mujeres egresadas del sector técnico ganan el 80% del salario de los hombres, entre las egresadas de las carreras mejor pagadas del sector industrial este porcentaje alcanza apenas el 60%. Elementos culturales de división del trabajo por género al interior de las empresas y las familias podrían estar en el origen de esta segmentación. El hecho es que las especialidades de retornos más altos castigan aún más el hecho de ser mujer.  [/cita]

¿Quiénes escogen las especialidades peor pagadas? En su gran mayoría, mujeres. Ellas representan el 80% de la matrícula de las especialidades del sector técnico. Los hombres, en cambio, representan un porcentaje similar en el caso de las especialidades del sector industrial.

Son múltiples las razones por las que las mujeres podrían preferir especialidades peor pagadas. Por una parte, están los estereotipos sociales que conciben las actividades industriales como masculinas y las de servicio como femeninas. Por otro lado, hay factores objetivos que constriñen la elección de las mujeres. Por ejemplo, no todas las comunas cuentan con oferta para todas las especialidades técnicas. Por el contrario, sobre todo para las mujeres, que tienden a desplazarse menos que los hombres hasta el liceo, las posibilidades de elección de especialidad están en gran medida determinadas por la oferta cercana.

Un estudio realizado por el Centro de Microdatos de la Universidad de Chile compara las trayectorias de estudiantes de las ramas comercial e industrial. La primera, al igual que la rama técnica, es de prevalencia femenina y muestra peores retornos económicos que la segunda. Este estudio señala que quienes siguen especialidades de la rama comercial, a diferencia de quienes escogen la industrial, tienden a darles más importancia a las buenas referencias del establecimiento que a la existencia de la especialidad deseada. Es decir, prima más la elección de un liceo con buena reputación que la de una especialidad más rentable.

Por último, si en teoría la expectativa de un mejor salario debiese orientar la elección por especialidades mejor pagadas, este principio se cumple solo para los hombres. En efecto, las brechas de salario por género entre los egresados de la EMTP se agrandan conforme aumentan los salarios promedio de la especialidad observada. Así, un estudio realizado por Osvaldo Larrañaga junto a un grupo de investigadores señala que, si en promedio las mujeres egresadas del sector técnico ganan el 80% del salario de los hombres, entre las egresadas de las carreras mejor pagadas del sector industrial este porcentaje alcanza apenas el 60%. Elementos culturales de división del trabajo por género al interior de las empresas y las familias podrían estar en el origen de esta segmentación. El hecho es que las especialidades de retornos más altos castigan aún más el hecho de ser mujer.

La política pública tiene mucho que aportar en este ámbito. No basta con eliminar las especialidades peor remuneradas. El aseguramiento de una oferta variada de especialidades por zonas que sea pertinente y accesible por igual a todos nuestros estudiantes, la implementación de políticas orientadas a terminar con las distintas formas de discriminación por género que distorsionan el mercado laboral y la promoción de medidas destinadas a facilitar y fomentar el acceso de las mujeres a las especialidades más rentables, son todos cursos de acción válidos para terminar con las formas históricas de discriminación por género que, hasta hoy, perduran en nuestro sistema educacional.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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