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El mal chiste de rechazar a “Revolución Democrática”

Claudio Fuentes S.
Por : Claudio Fuentes S. Profesor Escuela Ciencia Política, Universidad Diego Portales. Investigador asociado del Centro de Estudios Interculturales e Indígenas (CIIR)
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El Servicio Electoral (Servel) rechazó la constitución de Revolución Democrática como partido político. Además de algunas razones procedimentales de fácil remedio, la principal razón fue que el nombre del partido incluye la palabra “Revolución”. Sostiene el Servel que “la definición que efectúa el Diccionario de la Lengua Española, obra de referencia de la Real Academia Española, de la palabra ‘revolución’, en que la mayoría de sus acepciones implican o dan a entender eventuales acciones contrarias al orden público y la paz social, lo que viene a vulnerar los artículos 4° y 19° número 15 de la Constitución Política de la República”, además de las obligaciones establecidas en la Ley de Partidos Políticos.

Parece chiste, pero esta decisión la realizó el principal organismo del Estado encargado de los procesos electorales y se basa en una apreciación semántica justificada en el diccionario de la Real Academia Española. Si RD se hubiese llamado Restauración Democrática o Revelaciones Democráticas, hubiese sido aceptado sin problemas. Para el Servel no importaron los principios que promueve este movimiento, ni tampoco las acciones que defiende. No le importa si es marxista, leninista, anarquista o maoísta. Lo único que le interesó es el nombre “Revolución”. Y deriva de aquel nombre la eventual intención de subvertir el orden establecido.

Lo irónico de todo esto es que, si miramos fuera del país, en muchas democracias existen partidos legalmente constituidos que incluyen en su nombre la palabra “revolución”. Esta situación se da en las Américas, África, Asia y Europa. Países tan disímiles como Estados Unidos, Argentina, México, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana o Venezuela permiten la existencia de partidos que en su nombre contienen la palabra “revolución” o “revolucionario”.

[cita] La decisión del Servel debiese avergonzarnos como sociedad. Algo mal está ocurriendo en nuestros procedimientos institucionales, porque es simplemente ridículo asumir que un partido que se autodenomina como “Revolución Democrática” quiera atentar contra la “paz social”.[/cita]

Pero no solo eso. En varios casos tales partidos, lejos de promover el rompimiento del orden establecido, tratan de mantenerlo. En México el PRI es considerado un partido de derecha; en Paraguay y Panamá, existen partidos “revolucionarios” de corte socialdemócrata; y en otros tantos países existen partidos legalmente constituidos de corte marxista. Es decir, la nomenclatura no nos dice nada sobre la ideología o respecto de las acciones que realizan tales agrupaciones. Un partido revolucionario podría ser conservador o marxista.

La decisión del Servel debiese avergonzarnos como sociedad. Algo mal está ocurriendo en nuestros procedimientos institucionales, porque es simplemente ridículo asumir que un partido que se autodenomina como “Revolución Democrática” quiera atentar contra la “paz social”. Incluso más, podríamos señalar que hasta sería conveniente para nuestra sociedad que se realice una verdadera revolución democrática que promueva valores de justicia social, participación y democracia en espacios que incluso son poco democráticos. Esta decisión es simplemente absurda y habla muy mal de una democracia que se supone madura.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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