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La noche de investigadores. Ciencia entre crêpes y cerveza

Por: Felipe Tello, sociólogo


Señor Director:

Días atrás en Dijon, Francia, tuve la ocasión de asistir a la “Noche de Investigadores Europeos”. Iniciativa que se realiza desde hace ya diez años y que reúne a un número cada vez mayor de universidades, las cuales presentan ante su comunidad inmediata – los vecinos de la ciudad- su labor de investigación.

En este evento, promocionado más como una fiesta que como un solemne acto académico, y entre stands de café, crêpes y cerveza los investigadores, académicos y estudiantes de postgrado dejan sus laboratorios, oficinas y salas de clase para compartir con las personas – todo aquel que quiera asistir – sus trabajos; los cuales en esta ocasión iban desde cómo hacer más productivo el suelo para las cosechas, hasta la robótica utilizada para hacer exploración de otros planetas, pasando por cómo recolectar los mensajes de twitter y el comportamiento de la luz en los rayos láser.

Los invitados de excelencia, los niños, quienes eran los más sorprendidos ante lo que veían, pero también adultos y personas de la tercera edad, quienes podían asombrarse, preguntar y discutir con los científicos quienes estaban ahí para compartir su experiencia; público intergeneracional que demuestra que el deseo de conocer está presente en todos, aunque se encuentre más dormido en unos que en otros.

En este país se señala que la difusión científica o más bien la “mediación” que es el concepto que se utiliza, es un aspecto esencial de la formación ciudadana y el acceso al conocimiento, un principio democrático. Ante este escenario me pregunté ¿Por qué en Chile no hay iniciativas como estas? Y si las hay ¿Por qué son tan poco visibles? ¿No debería ser el conocimiento un bien al cual todos o por lo menos una gran mayoría pudiera acceder? ¿No debería ser este un ideal al cual dirigirse?

Si se quiere que el hecho, cierto por lo demás, que en Chile se invierte poco en Ciencia y Tecnología en comparación con los países “desarrollados” (ver datos OCDE) no sólo sea una queja de los científicos, sino que un problema para un sector más amplio de la sociedad, los encargados la institucionalidad científica, de las universidades e incluso investigadores y docentes deberían mostrar a los ciudadanos del país por qué se debería invertir en ello. Me parece que en esto las universidades tienen un rol fundamental, el de abrir sus puertas también a quienes no son sus estudiantes.

Un paso para expandir el acceso al conocimiento es romper con la imagen de sentido común – propiciada quizás por alguna representación sobre la vida de uno de los genios de la humanidad, pero alejada de la cotidianidad de la mayoría de los investigadores – del científico antisocial encerrado en su laboratorio al cual no le interesa nada más que su propia investigación y acercar a estos a la comunidad; y por otra, terminar con argumentos exclusivamente técnicos y productivistas del tipo: si aumenta en un dígito el porcentaje de inversión del PIB en Ciencia y Tecnología la producción del país se elevará en tal o cual porcentaje. Y mostrar cual es, a mi parecer, la labor de la ciencia; satisfacer la necesidad profundamente humana de conocer y conocernos.

Felipe Tello, Sociólogo

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