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¿Por qué perdió el Gremialismo la FEUC? Pido perdón y rectifico críticas

Por: Gabriel Dominguez


Señor Director:

Estimados lectores: quiero pedir perdón a los Gremialistas y a ustedes por la última columna que lancé en este diario.

Mi columna tiene una serie de falacias e imputaciones falsas. Me di cuenta de que –aunque contenía cosas verdaderas– había algunas mentiras, confusiones y difamaciones graves.

En primer lugar quiero decir que en la Fundación Jaime Guzmán no se juega a la “batallas de las ideas” ni al “marketing” de las mismas. Esa fue una imputación falsa y la hice con ligereza y negligencia. Hay culpa grave –equiparable al dolo– por mi parte. Pido perdón.

Lo que sí le imputo nuevamente y con verdad a la Fundación Jaime Guzmán es insistir en la práctica con el pérfido concubinato –que tantas veces lo he dicho y ya parezco latero– de rigorismo valórico y liberalismo económico. Callan temas como el aborto, el matrimonio gay, la familia, el rol de la mujer en la sociedad porque piensan que son temas “valóricos” y privados, elección de cada persona –se comen la distinción liberal entre lo privado y lo público–, y bajo esta dialéctica tienen miedo de parecer conservadores. De vez en cuando le piden una mano a Manuel Uzal en “temas” como la “familia”, desligadas de un discurso político social contundente, lo que hace realmente la reflexión y defensa de estos temas por la Fundación una cuestión anémica, sin coraje y mojigata: un hazmerreír público.

Además, no se me olvida decir que la Fundación no pronuncia ninguna crítica al capitalismo que tenemos en Chile, lo que –siguiendo con mi querido concepto de culpa– es una omisión culposa y escandalosa. En todo caso ¿cómo va a haber una tal crítica si el que preside tal fundación es Jovino Novoa? Quien lea, entienda. Quien me diga que esto es una imputación falsa, por favor que me ilustre.

Por otro lado, las peor falacia y ataque que hice a los Gremialistas fue llamarlos burgueses, clasistas e ignorantes, haciendo una generalización absurda, confundiendo planos, identificando grupos distintos y atacando de manera gratuita. Realmente les pido perdón. También pido perdón a todos los lectores, pues la retórica del insulto gratuito y falso engaña, y es un insulto –en último término– a su dignidad. Pido perdón a Emiliano García y José Manuel Castro, y otros grandes gremialistas, que de seguro habrá. (Y pido perdón al lector por este excurso frondista).

Sin embargo, no quiero dejar de rectificar esta crítica que me parece importante: realmente hay una burguesía, muy ignorante, más o menos frívola e indiferente con respecto a la política y con lo social (con lo social no digo construir casas –el techismo–, ni hacer misiones).

Es un hecho también que muchos de los miembros de dicha burguesía son católicos de barrio alto y eso –lo repito– es una vergüenza. Mucho de los miembros, dirigentes, ex presidentes de la FEUC Gremiales y adherentes más o menos pasivos son –en el sentido que se comportan– de aquella burguesía –a veces católica, otras no– cómoda e ignorante y eso influye por accidente en el Movimiento gremial.

Se puede decir que per accidens, con analogía y con grados de participación el Movimiento Gremial es burgués, ignorante y timorato. También, y para ser justos, el otro movimiento de derecha, Solidaridad, padece de estos defectos. Por ejemplo, muchos de ellos dicen que no son de derecha, lo que es un error (ignorancia de qué es la derecha), y hacer juego a la dialéctica de izquierda, que fija los términos. Pero no nos engañemos: el movimiento Gremial no ha tenido el coraje y, repito, la ciencia –pues son liberales que se tragan la distinción radical entre vida pública y privada– para criticar siquiera un poco las costumbres de la burguesía y el daño político que hace.

Mantengo en cambio incólumes algunas críticas. Que el movimiento se considere a sí mismo como movimiento “apolítico”, es un error por lo menos práctico, porque –perdón que lo diga– no es intelectualmente ni políticamente honesto sostener que no hacen política. Simplemente no puede haber un movimiento universitario que compita en la FEUC, que se diga apolítico y hable de reforma educacional y de otros tantos temas contingentes. Un gremialista que me llamó indignado por este punto me dijo que eso ya no es así. Pues bien, el folleto naranja sigue diciendo lo mismo y sus profetas también. Lo esperable es que rectifiquen y que se digan movimiento político oficialmente, y que renuncien a esa parte de la doctrina gremialista (parte capital, a mi entender, del Gremialismo).

Por otro lado, tener la subsidiariedad como único principio de acción política entronca con otro problema: ¿cómo pretendes armar discurso, construir sociedad, ganar elecciones, convencer a gente con el solo principio de subsidiariedad? Es una reducción de la sociedad enorme. Además, desligar de la reflexión este principio de la Solidaridad y el Bien Común también es un error garrafal. Es una mutilación grave a una tradición de reflexión muy rica.

Que hagan o hayan hecho una praxis neoliberal de este principio es algo indiscutible. Un gran amigo gremialista –espero no haberlo perdido– me reclamó que están haciendo críticas y reflexiones en este sentido, leyendo las encíclicas sociales y más. Está bien, pero yo no hablo del futuro, hablo del presente, que está determinado en gran parte por los hábitos. Él está sembrando el Movimiento Gremial del futuro, que de seguro será mejor.

Por eso, ¿quiero yo la muerte del Gremialismo? No, sino que se convierta y se salve. Pero si insiste en esa doctrina y praxis (la apoliticidad y la sola subsidiariedad negativa) realmente es mejor que muera, o se divida, porque hace –junto con lo bueno, obvio– y ha hecho un daño a la derecha universitaria, confundiendo a la gente, desprestigiando a la política y llamando a la “no politización”. Esto lo digo con mucho respeto, ya que no puedo mentir ni callar (que a veces es lo mismo): el Gremialismo ha hecho un daño a la derecha con la apoliticidad y la interpretación torcida de la subsidiariedad, ya sea teórica o práctica.

Espero sinceramente que a estas críticas hayan más ponderadas y leales.

Gabriel Domínguez

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