Señor Director:
La discusión constitucional parece ser la oportunidad perfecta para instalar en la agenda el límite a la elección de nuestros legisladores. Sin embargo, para lograr esta meta, habrá que prepararse. En los pasillos del Congreso, se repite una y otra vez la oda al político profesional, recitada por personas que se jactan de llevar una vida entera en cargos públicos y de profesionalizar la labor. Ignoran que la división del poder, principio de nuestra democracia, pasa también por la rotación de las personas que lo retienen. No debemos olvidar que, si queremos una clase política transparente, hay que empezar limitando su poder.
Juan Pablo Morandé
