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Los devaneos de Estados Unidos para detener la guerra en Siria

Juan Francisco Coloane
Por : Juan Francisco Coloane Sociólogo y analista internacional.
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El  periódico Evening Standard de Londres publicó el 15 de febrero un comentario del embajador ruso en Londres,  Alexander Yakovenko donde  expresa que Estados Unidos planeaba para el verano de 2015 bombardear puestos estratégicos del Ejército Árabe Sirio. El bombardeo conduciría al derrocamiento del gobierno en octubre, con la victoria de la franquicia terrorista que se hace llamar ISIS o Ejército Islámico y la captura de Damasco. La información que se filtró, precipitó los bombardeos de Rusia en septiembre a las zonas bajo control terrorista. El artículo de Seymour M. Hersh, Military to Military” en The London Review of Books, (LRB 7 January 2016) entrega antecedentes acerca del intercambio de información militar entre el Pentágono y los militares rusos y sirios.

La idea de implantar una zona de exclusión aérea en Siria, consistía, primero en impedir el esfuerzo aéreo del Ejército Árabe Sirio, y después facilitar los bombardeos de la OTAN, para apoyar las operaciones del ISIS en terreno. El plan para derrocar a Assad se había decantado poniendo en operación su fase final y solo Rusia podía evitarlo.

Es entre ingenuo y rebuscado encontrar la explicación de esa filtración de información clave poniendo el acento en  las luchas internas de la «cúpula estadounidense».

Estados Unidos y sus devaneos para derrocar a Assad, provienen de la experiencia de la guerra fría.  Trabaja siempre en dos, tres y más bandas de opciones en forma simultánea sin reglas fijas, aplicando el realismo en beneficio propio, como cualquier potencia que se precie. Aún más, es el mínimo básico de cualquier política exterior.

En este plano, Estados Unidos se ha confundido en sus propias convicciones y en Siria ha fallado porque dejó escapar sin control adecuado a aliados importantes o poderes subrogantes en la región como Turquía, Arabia Saudita e Israel. La alianza espuria entre estas tres naciones antiguamente enemigas irreconciliables, ha convertido a Siria en el espacio de vaciamiento de sus problemas existenciales de naciones enclaustradas en problemas internos y con relaciones internacionales fallidas. El chivo expiatorio ha sido derrocar al gobierno en Siria, con un plan que comenzó a ser absorbido por agencias de terroristas provenientes de las intervenciones en Afganistán, Irak y Libia, verdaderos almácigos para la formación de mercenarios y terroristas profesionales.

[cita tipo=»destaque»]Al proteger al gobierno Sirio, Estados Unidos no va a debilitar una alianza como la OTAN, y menos desestabilizarla alienando a Turquía. Tampoco acabará su alianza instrumental con las monarquías árabes del Golfo. Estados Unidos va a dejar que Turquía bombardee dentro de Siria y va a permitir que Arabia Saudita financie a más terroristas en Siria e Irak.[/cita]

Hay que considerar que tanto en la invasión a Irak en 2003, y en la desestabilización de Siria ahora y en la que estaba planificada para Irán, el foco rector es la supremacía de la Alianza Transatlántica, la cual tiene un punto de coincidencia mayor: contar con una plataforma bélica asegurada que apunte desde la cercanía a dos perennes dolores de cabeza: China y Rusia. A los que se agrega recientemente la India. El tema  Irán se resuelve de otra manera, como se ha pretendido resolver en Siria: desestabilizando, evitando así nuevas intervenciones y ocupaciones fallidas como en Afganistán, Irak y Libia.

En Siria, Estados Unidos y sus aliados en cinco años prolongaron una guerra usando tres bandas. Banda 1, derrocar a Assad anticipando efectos con diagnósticos cambiantes y fallaron. Assad permanece en el poder. Banda 2, evitar la salida abrupta de Assad y lo mismo, anticipar efectos cuyos diagnósticos cambian. La falla en este caso consiste en que el conflicto armado se complicó aún más con Turquía bombardeando zonas kurdas en territorio Sirio y Arabia Saudita preparando una invasión terrestre. Banda 3, una guerra de desestabilización continua, que siempre beneficia como foco abierto de tensión, independiente de la variable Assad, para mantener opciones de control de la región.

Al proteger al gobierno Sirio, Estados Unidos no va a debilitar una alianza como la OTAN, y menos desestabilizarla alienando a Turquía. Tampoco acabará su alianza instrumental con las monarquías árabes del Golfo. Estados Unidos va a dejar que Turquía bombardee dentro de Siria y va a permitir que Arabia Saudita financie a más terroristas en Siria e Irak.

Al ver qué conviene más, derrocarlo o no derrocarlo, Estados Unidos  cambia su opción de acuerdo a diagnósticos cambiantes de los efectos de cual opción es más adecuada o funcional para entrar a dominar la situación. En el caso de Siria, en el fondo apunta a que todas esas fuerzas que han hecho sostener a Assad cedan bajo la presión y poder llegar al objetivo de derrocarlo.

EEUU se arrepiente de derrocar a Assad en la coyuntura, pero solo suspende la idea. El diagnóstico más plausible está diciendo que en el largo plazo no hay alianza que sostenga una guerra continua en la región, que sería el natural desenlace de la toma de Damasco. Menos aún existen los recursos para la reconstrucción de Siria y la región con el peligro de expansión de varias bombas políticas.

Una eventual caída de Damasco por el ISIS, es contribuir al fortalecimiento de las franquicias y redes terroristas montadas para desestabilizar estados. Aún con la caída de Damasco, en lo político se fortalece la alianza de Irán y Rusia en la región, y la repercusión global está a su favor por haber luchado contra el terrorismo.

A la larga sería la gran derrota de Estados Unidos y la Alianza Transatlántica en política exterior para convencer que están por la paz y un sistema internacional con equilibrios de poder. Porque con Assad o sin Assad en el poder, el enemigo mayor más al norte y al oriente está vigente, y habrá justificación para seguir alimentando guerras hasta que no existan vestigios en donde poder reconstruir, no solo demografía e infraestructura dañada, sino las confianzas. El Sheriff Mundial entró en la senda del terror. Mientras Barak Obama prepara sus maletas para visitar Cuba y mantiene sus devaneos para ponerle fin al plan de derrocar al gobierno en Siria, será un acto demagógico por el cual será recordado.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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