Señor Director:
El Señor Lagos dijo clarito: vamos a construir un modelo de Concesiones que los privados sientan atractivo para invertir. Y el neoliberalismo se tomó el MOP. Si no se cree véase la crudeza con que se ha aplicado en las autopistas metropolitanas y caminos chilenos.
Las concesiones camineras en Chile, operan bajo una curiosidad: en lo comercial tienen utilidad garantizada por el estado, y en lo que corresponde a potestad su mandante puede no abrir espacios laterales para ejercer mejoras en bien de los usuarios, -áreas de descanso nuevas – sin la anuencia explícita de ellas, hay que pagarles. Simple: operan como dueñas. ¿Y cómo no habría de ser así? Si en desmedro de los usuarios, de manera histórica, el MOP ha venido conviniendo contratos con ventajas incalificables para las adjudicatarias: reajustes anuales con factor base anual constante más IPC – total 9.2% en 2015 y 7.6% 2016 -, pasadas mínimas garantizadas, cobros diferenciados por horario – normal, punta, congestión, saturación -, de verano y fines de semana largo; por número de ejes, ancho, largo, etc., que en carretera llegan a duplicar o cuadruplicar el valor del peaje. Sobreprecio sin correlación a calidad del servicio prestado, si los flujos merecieren la denominación o si hubiere mayor costo operacional de la concesionaria. Ello agravado al no haber incorporado responsabilidad alguna ante robos y atentados que pudieren suceder en tales caminos segregados, a los que nadie ingresa sin pagar por su uso; y tampoco, para su construcción, garantía subsidiaria para abastecimientos de insumos y servicios subcontratados y no pagados, cuyos ejemplos abundan en demasía. Un huevo calado de tal envergadura que, a no dudarlo, ni aún contratos redactados por las Concesionarias mismas se habrían presentado ante el MOP con tanta ventaja; lo que así he reiterado a los Señores ministros del MOP. Una sola conclusión: ¡Basta! No puede continuarse con Concesiones bajo las condiciones descritas.
Nelson Vergara Bórquez, Antropólogo
