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Proteger a la infancia

Por: Marcelo Sánchez, gerente general Fundación San Carlos de Maipo


Señor Director:

Un menor de 11 años maneja un vehículo robado violentamente a una pareja en Puente Alto. El niño acompaña a otros tres adultos, su madre culpa a la droga. Esta historia lamentablemente parece repetirse con más frecuencia este último tiempo. No es sensación, está sucediendo. La droga está entrando con fuerza en nuestros niños y cada vez inician trayectorias delictivas más tempranamente, 11, 12, 13 años en promedio, en más de la mitad de los casos la droga está presente y en 1/3 de ellos es la principal razón del delito.

Un gran número de estudios en materia criminal muestra evidencia en que el inicio temprano de comportamientos antisociales deriva fuertemente en el desarrollo de trayectorias delictivas que aumentan en persistencia y gravedad de la conducta a través del tiempo. La ausencia de modelos parentales adecuados, la exclusión social como pobreza, deserción escolar, consumo problemático de drogas y alcohol constituyen factores de riesgo que impiden la rehabilitación y efectiva reinserción de estos niños, niñas y adolescentes que se transforman en un símbolo de la ineficacia de las políticas públicas para lograr el desestimiento de tales comportamientos.

El niño con 11 años será declarado inimputable, hoy existen más de 4000 niños/as en esa calidad en conflicto con la justicia, niños que requieren de una adecuada intervención temprana que impida el inicio o persistencia en el delito, urge incorporar una oferta de mayor especialización en el ámbito de la ley penal adolescente, que solo se focaliza en los imputables de 14 a 17, sin contemplar en este tipo de prestaciones a los niños/as y adolescentes menores, privándolos de una efectiva posibilidad de reinserción a partir de terapias que apunten a la disminución de los factores de riesgo socio-delictivos.

Tener como foco especial a los niños y niñas menores de 14 años es parte del deber del Estado y de todos nosotros por proteger a la infancia, ellos son parte de nuestra “Agenda Larga”, debemos protegerlos del narco que le da un espacio para ser su “sapo” o “soldado”, el que pone un “fierro” en sus manos y le enseña los códigos de la violencia, cuando en la “pandilla” encuentra el reconocimiento esquivo en la familia y en el colegio, cuando en la droga evade la falta de afecto y construye mundos paralelos, en barrios imaginarios, que tienen toda aquello que en la realidad les hace falta y que le hace recordar que solo habita en los márgenes de la sociedad.

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