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El festín de Edo Caroe y la responsabilidad del «monstruo»

Por: Marcelo Saavedra Pérez, Biólogo


Señor Director:

A propósito de la comentada rutina de un humorista en la última versión del Festival de Viña donde el artista dedicó varios minutos a festinar con la clase política mientras el “monstruo” aplaudía cada uno de sus dichos, tristemente graciosos muchos de ellos; creo que es necesario reflexionar respecto de la responsabilidad que le compete al “monstruo” en toda esta rutina.

El ejercicio democrático supone una serie de riesgos, uno de los cuales es que el candidato de nuestra preferencia no salga electo. Por otra parte, para que el ejercicio democrático tenga sentido y no se transforme en una parodia del sistema de gobernanza deseado por todos, deben participar el máximo de habitantes de una nación, circunscripción o comuna (únicas escalas territoriales sometidas a actos de elección popular). Desde que el acto de votar es voluntario se constató una notable baja de la participación ciudadana en estos hitos de la actividad cívica. El resultado de esta baja significativa es que un menor volumen de electores fueron los responsables del paquete de representantes con los que actualmente cuenta este país. Si a eso le sumamos la escasa responsabilidad que asume cada votante por su candidato electo respecto de sus actos, declaraciones o incidencia en las distintas materias donde participa, así como la desidia de un importante sector de la sociedad (principalmente jóvenes) para participar en este tipo de eventos producto de una desconfianza basal en el actual sistema de sociedad que hemos desarrollado o la ausencia generalizada de cultura cívica en la población como consecuencia directa de un sistema educacional degradado in extremis; se configura un cóctel muy deprimente y peligroso para cualquier nación donde la punta del iceberg en esta materia es un predominio de representantes que se asemejan más a personajes de opereta barata que a dignos administradores de la voluntad popular.

Haciendo una proyección temeraria, el “monstruo” que se rió de buena gana una noche de verano en dicho festival muy probablemente está constituido por ciudadanos que se abstuvieron, por las razones que sea, de meditar y elegir a conciencia a algún candidato específico. Al igual que el resto de la población de este país que también rió aquella noche. Lo triste es que los payasos de los que nos reímos aquella noche, se ríen de nosotros el resto del año. En realidad se han reído de nosotros durante los últimos 26 años, lo que deja de ser gracioso.

Atentamente,

Marcelo Saavedra Pérez, Biólogo

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