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Las omisiones de Matías Walker en la discusión sobre el aborto por causales


La votación en la Cámara de Diputados respecto del aborto en tres causales específicas dejó varias frases para el olvido, principalmente de los parlamentarios de derecha. Lo más probable es que cuando las nuevas generaciones conozcan el paupérrimo nivel del debate, sientan una comprensible vergüenza.

No obstante, me ha parecido interesante analizar los argumentos dados por el jefe de bancada de los diputados demócratacristianos, Matías Walker. Me detengo en este parlamentario porque a través de la prensa ha llamado a los senadores de su partido –incluidos sus hermanos Ignacio y Patricio– a votar en contra de las causales de inviabilidad fetal y violación, tal como lo hizo él.

En su discurso en Sala, nos entregó sus razones, omitiendo –no obstante– varios aspectos que de seguro conoce. Veamos.

En su intervención, aclaró inicialmente que este debate no lo visualiza como uno de índole religiosa, sino que lo enmarca en una discusión acerca de los derechos humanos. Era que no. Lamentablemente, el parlamentario olvida comentarnos (primera omisión) que los organismos destinados a interpretar esos derechos, como el Comité de las Naciones Unidas contra la Tortura o la Corte Interamericana de Derechos Humanos, han establecido inequívocamente –según lo explica acertadamente el profesor Luis Villavicencio (@lvillavicenciom)–, que la penalización del aborto respecto de las tres causales en discusión, constituye un acto de tortura que viola los derechos humanos más básicos de las mujeres. Grave omisión, ¿no le parece, diputado?

Por su parte, en su discurso recalcó –antes de entrar al debate de fondo– que cuando se elaboró el programa de gobierno de la entonces candidata Michelle Bachelet, el profesor Patricio Zapata Larraín hizo “expresa reserva” a nombre de la DC, respecto de su disconformidad con los términos en que finalmente se redactó tal documento. Esa situación, según nos quiere hacer entender Walker, implicaría que los parlamentarios DC no incumplen ninguna promesa de campaña al votar en contra del proyecto patrocinado por su gobierno, pues no se habrían comprometido con sus electores a votar de ninguna forma en particular.

El problema de esa argumentación es simple: no respeta los principios democráticos de transparencia y rendición de cuentas y, por tanto, representa un ninguneo y traición a sus electores. Es fácil comprender que un programa de gobierno, además de ser útil como “hoja de ruta” para la coalición gobernante, es indubitablemente, y por sobre todo, un documento orientado a informar a la ciudadanía sobre las propuestas de campaña –hasta el día de la elección–, las mismas que luego pueden hacerse exigibles por el electorado –durante el ejercicio del poder–.

Si esto es así, hay dos hechos irrefutables que echan por tierra el argumento de la, digámoslo así, “reserva Zapata”: 1) el programa de gobierno, en su página 169, no explicita tal reserva (ni siquiera con letra chica), por lo que la posición del señor Zapata simplemente no fue acogida ni mucho menos informada a la ciudadanía; y 2) el diputado Walker no hizo esta aclaración antes de la elección (segunda omisión).

El silencio, al parecer, era más rentable en esa época donde cada voto importaba y las fotos con Bachelet rendían electoralmente, ¿verdad, diputado? Como es posible apreciar, el argumento de la llamada “reserva Zapata” es antidemocrático, por lo que debe ser derechamente desechado por los senadores DC en la futura discusión en la Cámara Alta.

Aclarado lo anterior, vamos al fondo. El diputado Walker solo votó a favor de la primera causal: riesgo de vida de la mujer. Sin embargo, es clarificador resaltar que su votó lo fundó en el siguiente argumento: “Nunca puede ser un hecho lícito la acción dolosa destinada a producir un aborto. Distinto es el caso de los actos médicos necesarios para salvar la vida de la madre, cuando estos producen como efecto secundario la muerte del no nacido. Este es el genuino aborto terapéutico”. En otras palabras, el señor Walker recurre al famoso principio del doble efecto. No obstante, la práctica médica –que es la parte que olvida el diputado (tercera omisión)– nos indica que tal principio no resulta aplicable acá.

En efecto, según lo ha explicado tan certeramente el doctor Fernando Zeggers Hochschild, ante un embarazo ectópico –una de las situaciones más conocidas aplicables a esta causal– el acto médico consiste en “el uso de un producto llamado Metrotrexato, que se usa para el tratamiento de algunos tipos de cáncer, y que en dosis más bajas logra que el embrión y el tejido que lo acompaña, llamado trofoblasto, dejen de multiplicarse y mueran. Se somete así a la mujer a un mínimo riesgo, se evita una cirugía y se logra que el embarazo ectópico no deje secuelas graves (…) la dura realidad del tratamiento del embarazo ectópico es que se busca que muera el embrión y su trofoblasto acompañante, y que ello ocurra lo más precozmente posible para que la mujer no sufra las consecuencias que derivan de esta condición. Así, el llamado doble efecto no aplica a esta condición médica, y los médicos enfrentados a esta condición deben tener muy claro que su deber es privilegiar la vida y el futuro de la mujer por sobre la vida del embrión”.

Desconozco el motivo por el cual aún quedan personas que, como el diputado Walker, siguen acudiendo a este tipo de argumentos, ignorando la evidencia y práctica médica diaria. Los embarazos que generan un riesgo para la vida de la madre deben tratarse en forma inmediata y, si aquello implica practicar un aborto directo, ¿cuál es el problema? ¿No estará en contra de interrumpir inmediatamente este tipo de embarazos, verdad, diputado?

[cita tipo=»destaque»]Mientras más días pasan, más se acerca la próxima elección, oportunidad en la que la mayoría de los chilenos rechazará a quienes, como el diputado Walker, incumplieron su palabra, traicionaron a sus electores y votaron en contra de los derechos humanos de todas nuestras mujeres.[/cita]

Respecto de las otras dos causales, y para que la argumentación del diputado Walker resultara armónica, era esperable que aquel echara mano al mismo principio del doble efecto, para rechazar el aborto en casos de inviabilidad fetal y violación. No obstante, para el caso excepcional de inviabilidad fetal, el diputado se desmarca inexplicablemente de este principio (cuarta omisión), argumentando que en este caso votó en contra, solo porque cree que los diagnósticos médicos pueden fallar, sin hacerse cargo de los avances científicos que permiten actualmente realizar diagnósticos prenatales con la misma certeza que cualquier otro diagnóstico médico (quinta omisión).

Ahora, para que este argumento –que no va al fondo del asunto– resultara verosímil, sería necesario que el señor Walker nos aclarara previamente por qué en este caso no considerara aplicable el principio del doble efecto. De hecho, no existe ninguna declaración en la que el diputado haya reconocido excepciones a este principio –y eso que Walker ha opinado bastante de este tema en los medios de comunicación–, por lo que quedan legítimas dudas respecto de los argumentos que fundamentan su posición sobre esta causal.

Adicionalmente, cabe recordar que hasta último momento, el diputado informaba en los medios de comunicación su disposición a votar favorablemente esta causal. En particular, el año pasado señalaba que «en el caso de la inviabilidad de vida del feto, debe exigirse una segunda opinión de un especialista que certifique que la condición del feto es incompatible con la vida extrauterina, precisamente para que una interrupción del embarazo no sea sancionada penalmente y se respete el derecho a la vida”, mientras que tan solo hace algunas semanas defendía el proyecto de ley, afirmando que en los casos en que el feto padece una alteración estructural de carácter letal, “el proyecto exige como condición previa certificar mediante un diagnóstico, el que posteriormente debe ser ratificado”. Para finalizar, resulta conveniente señalar que el parlamentario no ingresó ninguna indicación orientada a obtener lo que considera necesario: una opinión médica certera y/o confiable.

Finalmente, respecto de la causal de violación, el legislador argumentó que acá lo que corresponde es un eximente penal, pero la conducta deber seguir siendo considerada por el derecho como ilícita (postura de un grupo pequeño de democratacristianos –con Soledad Alvear a la cabeza– que en otra columna llamé “históricos”). En otras palabras, el diputado cree que una mujer que aborta en casos de violación no debe ir a la cárcel, pero a la vez estima que el Estado no debe asegurar la prestación médica que se requiere para interrumpir, como corresponde, el embarazo forzado que lleva a cuestas. Una visión teórica indignante que deja a un lado una consecuencia real que a ningún legislador debiera enorgullecer: la desigualdad social en el acceso a la prestación médica.

Walker, entonces, no reconoce con hidalguía (sexta omisión) que su postura implica necesariamente que solo las mujeres con medios económicos suficientes podrían ir a instituciones de salud que practiquen abortos en casos de violación –pues en su mundo ideal no habría pena de cárcel para nadie–, mientras que las mujeres sin recursos deberán arreglárselas solas, pues el Estado les dará la espalda.

¿Le parece que es justa la consecuencia práctica de su propuesta, diputado? ¿Qué clase de justicia es la que cree estar defendiendo? Recordemos, además, que Walker no presentó ninguna indicación en este sentido, a pesar de haberla anunciado a través de los medios. Por lo tanto, entre legalizar el aborto en caso de violación –lo que implica quitar la sanción penal y asegurar el acceso a la prestación en un establecimiento de salud– y mantener la situación actual, el diputado prefiere lo último.

En suma, ahora la discusión pasa al Senado y es de esperar que el nivel del debate sea superior que el que pudimos apreciar en la Cámara de Diputados (la verdad es que la vara no quedó muy alta) y que, adicionalmente, la discusión no se eternice. Aunque, sobre esto último, no está de más recordar que mientras más días pasan, más se acerca la próxima elección, oportunidad en la que la mayoría de los chilenos rechazará a quienes, como el diputado Walker, incumplieron su palabra, traicionaron a sus electores y votaron en contra de los derechos humanos de todas nuestras mujeres.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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