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¿Es la transexualidad una enfermedad?

Janet Noseda
Por : Janet Noseda @janetnoseda Psicóloga Clínica
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La Transexualidad aparece hasta el día de hoy en el Manual Diagnóstico y Estadístico de las Enfermedades Mentales, DSM-V, catalogada como una Disforia de Género, caracterizada por el deseo permanente de pertenecer al género contrario según la genitalidad, fobia hacia los propios genitales y conductas y roles propios del género contrario.

Esta tipología se basa en la genitalidad de las personas para crear un diagnóstico, siendo además que no todas las personas transexuales presentan rechazo a sus genitales ni desean someterse a cirugía de reasignación sexual. De hecho, en mi práctica clínica como psicóloga, he atendido a muchas personas transexuales que están a gusto con sus genitales, mantienen relaciones sexuales satisfactorias y hacen un uso de los órganos genitales que les resulta satisfactorio y placentero.

Así, entonces, hay muchas formas de transexualidad y el fenómeno es mucho más amplio que solo la genitalidad. A pesar de esto, hay una interrogante mayor y es si la transexualidad es o no una enfermedad mental.

¿Diagnosticamos como enfermos mentales a quienes aparezcan tipificados en el DSM-V?, porque, si es así, le aseguro que todos caeríamos en una que otra tipificación y seríamos entonces enfermos mentales.

La enfermedad mental se define como el malestar clínicamente significativo, donde la sintomatología es relativamente permanente en el tiempo, implica alteraciones ya sea a nivel cognitivo, emocional, relacional o conductual y no permite la adaptación social. Esta definición, utilizada por la Asociación Americana de Psiquiatría, abre más preguntas que respuestas: ¿debemos tener conductas deseables según una sociedad –a mi juicio, enferma– y adaptarnos a ella para no ser enfermos mentales?

Así y según los teóricos de la antisiquiatría, la clasificación de las enfermedades mentales es una trampa, etiqueta y estigmatiza a las personas y obliga a realizar conductas deseables de una sociedad muchas veces injusta y, ella misma, enferma. Este tema da para mucha reflexión pero, el día de hoy, quisiera analizar si la transexualidad es o no una enfermedad mental, ya que se encuentra tipificada como tal.

La disforia de género implica una alteración del género, ¿y qué es el género?, un constructo social de lo que se entenderá por las conductas asociadas a ser mujer o ser hombre, siendo, ambas categorías, creaciones culturales.

Imagínese usted a una persona que ha sido criada en la selva, lejos de la cultura. Le aseguro que no tendrá conductas llamadas femeninas, tales como comportamientos más delicados, no se maquillará, depilará, etc. El género y sus conductas solo tienen sentido en un cierto momento sociohistórico. Así, si el género es una construcción social, ¿cómo puede ser que exista una enfermedad del género?, ¿no será acaso la sociedad la que tiene conceptos de género rígidos, desiguales y estigmatizantes?, ¿debemos adaptarnos a los roles de género para ser saludables?

Así y tomando en consideración que el concepto de género ha ido cambiando según los tipos de sociedades en los que tiene lugar, es absurdo pensar que la transexualidad es una enfermedad mental, cuando estamos hablando de constructos sociales y, aquí, cabe destacar los aportes de Foucault acerca de la locura y la enfermedad mental.

La sociedad crea lo que se considerará normal y castiga con la etiqueta de locura o enfermedad mental a aquellos que no cumplan con lo estipulado como normal, siendo que incluso se puede expulsar de la sociedad, entrando aquí la figura del sanatorio mental o lo que antiguamente se conocía como manicomio, y es curioso, pues lo únicos lugares de expulsión social son la cárcel y el sanatorio mental.

El género, como está comprendido en la actualidad, produce un sistema binario de personas que es desigual, donde se asignan comportamientos según la genitalidad que se observa desde que las personas son bebés, llenándose todo de rosado o celeste, de camiones o princesas. Es absurdo crear todo un aparataje de conductas solo porque observamos uno u otro genital, siendo además que los conceptos que creamos, hombre y mujer, no ocupan los mismos lugares en la sociedad.

La mujer ocupa un lugar secundario e inferior, brindándole las tareas domésticas, en donde además los cargos de poder, a nivel mundial, son ocupados por hombres, tales como las presidencias de los países, el alto clérigo, los científicos destacados, etc. Así, en esta sociedad que impone estos roles, en esta sociedad patriarcal donde aún hay mujeres a las que se les prohíbe ingresar a la universidad, se les mutilan los genitales, se les obliga a ser madres, se las viola, mata y tortura, en esta sociedad, ¿diremos que quien no se adapte a esos roles según sus genitales, está enfermo? Yo creo que es la sociedad la que está enferma.

En el caso de la persona transexual, desarrolla un género que no es el socialmente esperado y se le estigmatiza, se le cree loca, a partir de la observación de una fracción del cuerpo humano, por no seguir las normas de algo que hemos construido socialmente y hemos establecido que será normal.

[cita tipo=»destaque»]Creo que ocurrirá lo mismo que ocurrió con la homosexualidad: el que la transexualidad sea removida de los manuales diagnósticos y estadísticos de las enfermedades mentales, pues son cientos los estudios que señalan que las personas transexuales no tienen alteración mental. Mientras eso ocurra, creo que deberíamos avanzar hacia una ley de identidad de género, donde las personas transexuales puedan acceder a cirugía solo si así lo desean y puedan cambiar su sexo en la cédula de identidad. Creo también que el foco de enfermedad debiésemos cambiarlo desde las personas transexuales a nuestra forma de funcionar como sociedad con respecto a los géneros.[/cita]

En mi práctica clínica, he tenido pacientes transexuales durante once años de ejercicio profesional y puedo decir con propiedad que no presentan alteración del juicio de realidad, de su aparato cognitivo, afectivo ni de su capacidad de vincularse con otros satisfactoriamente. Son personas tan sanas como usted que lee esta columna o yo, si creemos que existe una sanidad mental.

Lo que sí he observado del trabajo con transexuales, es el rechazo social por no desplegar las conductas de género que se espera según sus genitales y se les deja fuera del sistema social, a través de su cédula de identidad, la cual señala sexo masculino o femenino. ¿Qué objeto tendrá el que nuestra célula diga qué genitales tenemos? Pues, en el caso de los transexuales, los deja sin opción a poder trabajar.

Existe también todo un aparataje legal para poder cambiar el sexo en la cédula de identidad que obliga a cambiarse el sexo a través de la cirugía de reasignación sexual, entrando nuevamente la sociedad a obligar a que los cuerpos con cierta genitalidad, tengan tal o cual género. ¿Y los transexuales que gustan de sus genitales? Pues, se quedan sin poder cambiar su sexo en la cédula de identidad.

Lo que ocurre con la transexualidad no es una enfermedad mental, es la muestra de una sociedad heterocentrista, que nos dice a quién debemos amar, qué genitales debemos tener, qué conductas debemos desplegar, so pena de ser expulsados del aparato social.

Es absurdo que un constructo social sea una enfermedad mental, siendo que está en constante cambio y es distinto en diversos países. Es absurdo pensar que un constructo social, que nada tiene que ver con la biología, que ha sido creado por nosotros mismos, sea una enfermedad mental. Los transexuales que atiendo no sufren por ser transexuales. Sufren por ser discriminados, rechazados y por las trabas que se les impone cuando quieren cambiar su sexo en la cédula de identidad, por lo tanto, la transexualidad misma, no es la causa de malestar clínicamente significativo.

Creo que ocurrirá lo mismo que ocurrió con la homosexualidad: el que la transexualidad sea removida de los manuales diagnósticos y estadísticos de las enfermedades mentales, pues son cientos los estudios que señalan que las personas transexuales no tienen alteración mental. Mientras eso ocurra, creo que deberíamos avanzar hacia una ley de identidad de género, donde las personas transexuales puedan acceder a cirugía solo si así lo desean y puedan cambiar su sexo en la cédula de identidad. Creo también que el foco de enfermedad debiésemos cambiarlo desde las personas transexuales a nuestra forma de funcionar como sociedad con respecto a los géneros.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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