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El carácter de Gendarmería


El artículo 2° de la Ley Orgánica de Gendarmería de Chile, teóricamente vigente, dice textualmente: Gendarmería “en razón de sus fines y naturaleza, es una institución jerarquizada, disciplinada, obediente y su personal estará afecto a las normas que establezcan el estatuto legal respectivo y el reglamento de disciplina que dictará el (la) Presidente de la República”. Basta observar la crisis por la que atraviesa Gendarmería de Chile, para constatar que el Artículo 2° de la Ley Orgánica es, en los hechos, letra muerta. Gendarmes encadenados a solo 60 metros de La Moneda, forcejeando con la policía uniformada. Otros quemando neumáticos en la vía pública o bien portando armas en protestas callejeras.

Por otro lado, la prensa informa acerca de la militancia política de oficiales del alto mando, que han llegado a dirigir la institución. Al interior del servicio no solo hay un apreciable número de funcionarios civiles contratados como asesores, a los que oficiales y funcionarios uniformados identifican como “políticos” de altas remuneraciones, sino que además coexisten organizaciones o agrupaciones formales de carácter político partidista, que interactúan tanto con las autoridades de Gendarmería como con las autoridades políticas y de gobierno. A esto se suma una atomización de las organizaciones gremiales que llegan a 11 asociaciones, lo que provoca exclusiones y resquemores entre los distintos estamentos o grupos de interés al interior de la institución. Por si fuera poco, portan armas, de acuerdo a las potestades que les otorga la ley.

Podemos concluir que en la situación descrita está la génesis de la crisis que vive Gendarmería y que ha tenido como consecuencia “la tormenta perfecta”. ¿Cómo se llegó a la situación actual? Como toda crisis esta se incuba de manera larvada y se devela cuando se mezclan dos maneras distintas de gestionar una institución del carácter de Gendarmería. Así sucede con las pensiones abusivas, en que las virtudes del actual sistema de remuneraciones del sector público, se trasladan a un sistema propio de las Fuerzas Armadas y Carabineros. Lo mismo ocurre cuando una institución definida como “jerarquizada, disciplinada y obediente” y además armada, incorpora la lógica de la administración civil del Estado y de la acción político partidista.

Esto ha terminado por sumir a Gendarmería en una de las más graves crisis de su historia. Es necesario con urgencia recuperar el carácter de Gendarmería en el breve plazo, con medidas estructurales y definidas con nitidez en su funcionamiento orgánico.

[cita tipo=»destaque»]Al interior del servicio no solo hay un apreciable número de funcionarios civiles contratados como asesores, a los que oficiales y funcionarios uniformados identifican como “políticos” de altas remuneraciones, sino que además coexisten organizaciones o agrupaciones formales de carácter político partidista, que interactúan tanto con las autoridades de Gendarmería como con las autoridades políticas y de gobierno. A esto se suma una atomización de las organizaciones gremiales que llegan a 11 asociaciones, lo que provoca exclusiones y resquemores entre los distintos estamentos o grupos de interés al interior de la institución. [/cita]

En primer lugar, no es posible que un cuerpo armando, jerarquizado y disciplinado, incluyendo en esto al personal civil, milite de manera activa en partidos políticos. No pueden estos tener una doble dependencia, por un lado, de la jerarquía institucional y, por otro, del partido político de turno.

En segundo lugar, la atomización de las organizaciones gremiales ha terminado por enfrentar a los funcionarios entre sí y debilitar el principio de autoridad, que es el alma de una institución del carácter de Gendarmería, y que tiene un rol en primera línea en el circuito de seguridad ciudadana. Por lo mismo, es absolutamente necesario repensar el modelo de estas organizaciones al interior del servicio, para hacerlas compatibles con el carácter de Gendarmería.

Por último, la reestructuración debe comenzar por la Escuela de Gendarmería. Esta debe tener el carácter de una institución de educación superior al igual que Carabineros o Investigaciones, donde la formación, según sea el caso, tenga un equivalente a un técnico de nivel superior o de profesional universitarito. De este modo se evitará que gendarmes recurran a universidades de cuestionada reputación, para obtener títulos de dudosa legitimidad académica y que solo tienen por objetivo mejorar las remuneraciones por la vía de las asignaciones profesionales. La Escuela de Gendarmería debe ser además la vía de ingreso a Gendarmería tanto para el personal uniformado como civil, para terminar con la dicotomía entre seguridad y rehabilitación, porque ambas concepciones son parte de un mismo objetivo, cual es la seguridad ciudadana.

Por lo mismo, no es impensable que Gendarmería pase a depender del Ministerio del Interior y se dedique exclusivamente a vigilar y reeducar a quienes están privados de libertad, dejando a quienes cumplen su pena en el medio libre en manos de otras instituciones. El Carácter de Gendarmería es la custodia y reeducación de los internos. Para que esto sea posible se necesita con urgencia que recupere su rol de institución jerarquizada y disciplinada. En la cual las legítimas aspiraciones de sus funcionarios no solamente deben ser éticamente aceptables, sino que además sean un medio para cumplir la misión institucional y no un fin en sí mismo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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