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Burgos debería saber que la política necesita hechos, no palabras

Diego Ancalao Gavilán
Por : Diego Ancalao Gavilán Profesor, politico y dirigente Mapuche
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Carlos Fuentes, escritor mexicano, enseñaba que la política está hecha de momentos. Un político debe saber interpretar los momentos para incidir en el cambio de la realidad. Por cierto, hay políticos que interpretan los hechos para evitar los cambios y mantener realidades injustas, al parecer esta sería la característica de Jorge Burgos, quien dice que la Nueva Mayoría se descarriló. Si así fuera uno de los culpables seria el mismo, ya que fue uno de los maquinistas, Ministro de Defensa y luego Vicepresidente de Chile, como ministro del Interior.       

Aunque no elegí este modelo político, me tocó vivirlo, no fuimos la mayoría de los chilenos ni los Mapuche que lo hizo, fue precisamente la generación de Jorge Burgos quien lo creó y administró, son parte del problema, no de la solución. No pueden eludir su responsabilidad por la existencia de las AFP, la minería, la pesca, sueldos miserables y los daños ecológicos y económicos de las forestales.    

No soy espectador, trato de cambiar la realidad, especialmente de la cual provengo. Una realidad que muchos ignoran o simplemente no quieren ver. Me refiero a la segregación económica y política, a la falta de oportunidades y a la nula representación de los sectores postergados en la toma de decisiones.

Por eso apoyo el programa de la presidenta Bachelet, más allá del “especial” grupo que la ha rodeado. Lo digo porque en varias oportunidades algunas personas me han dicho, ¿por qué usted apoya si critica el sistema político?, ¿qué está haciendo aquí?, vuelva al campo con los otros mapuche, como me dijo un político de izquierda.

Apoyo las reformas que ha impulsado nuestra presidenta, porque fue la única en atreverse. Al mismo tiempo, sabemos perfectamente que Chile necesita mucho más. En Inglaterra, Clement Attlee, hace más de 60 años, nacionalizó la industria, el ferrocarril (el metro a lo menos en Chile), el carbón, acero, gas, electricidad. Creó el sistema de pensiones por derecho, algo que dignificó a las personas mayores.

Hoy, medio siglo después, no se han nacionalizado los servicio que son de todos los chilenos  y las pensiones son miserables, mientras los dueños de las AFP se hacen multimillonarios con el esfuerza de toda una vida del obrero.       

El participar del gobierno no tiene nada que ver con aceptar la corrupción política, sino todo lo contrario: denunciarla y evitarla. Si no lo hacemos, es probable que los políticos transformen la corrupción en un derecho de todo parlamentario y funcionario público.

La falta de credibilidad y la desigualdad son sólo síntomas: el problema es el modelo político, el cual se ha trasformado en una fábrica de pobreza y desigualdad en todas sus formas. Lo debemos cambiar, de lo contrario, cualquier gobierno, de derecha o izquierda, seguirá administrando el mismo problema y el Estado seguirá las ordenes de los empresarios que han comprado la política, hasta ahora.

Los movimientos sociales han denunciado casos, pero la infraestructura política desigual quedo intacta. Los partidos políticos llamados grandes, que la administran, de todos los colores, aún tienen programas del siglo pasado. Y los partidos pequeños y nuevos, tienen muchas ganas y cero programas. ¿Cómo un partido político va a cambiar la realidad de Chile sin un programa, sólo con la crítica? Se necesitan hechos no palabras. De lo contrario, la consigna “queremos cambiar Chile” no pasa de una simple declaración.

Más allá de la vieja lógica de la derecha y la izquierda, los actores políticos carecen de propuesta para estos tiempos. A diferencia nuestra, que representamos un proyecto político nacido del auténtico y genuino Chile postergado, que está por sobre las ideologías partidarias.

[cita tipo= «destaque»]La falta de credibilidad y la desigualdad son sólo síntomas: el problema es el modelo político, el cual se ha trasformado en una fábrica de pobreza y desigualdad en todas sus formas. Lo debemos cambiar, de lo contrario, cualquier gobierno, de derecha o izquierda, seguirá administrando el mismo problema y el Estado seguirá las ordenes de los empresarios que han comprado la política, hasta ahora.[/cita]

No somos como esos políticos burgueses que partieron creyéndose marxistas, después fueron socialistas, socialistas independientes al otro día, comunistas al día siguiente, cristianos y demócratas hoy, del partido de la gente mañana, pero definitivamente son del partido económico. No soy como ellos, y menos como esos que ayer eran revolucionarios, que aseguraban ir directo a la revolución popular, y que ahora son funcionarios de gobierno, que guardan silencio y se dedican a criticarme.

¿Qué nos queda? La vanguardia social-cristiana en política, harían que el padre Hurtado llore. Él decía en el Humanismo Social, que “…un Senador o un Diputado, es senador de la Patria y ante los intereses de la Patria deben ceder todos los intereses particulares, incluso los de su partido…”. Como están las cosas, él no sería el único en llorar.  

Para generar una verdadera metamorfosis del modelo político, se necesita un cambio no sólo en lo electoral, sino en la forma misma como se distribuye el poder. Se requiere de un nuevo pacto social. Basado en la libertad, igualdad y ética. Creando las instituciones que le den sustento, realidad objetiva y vida pública, con la correspondiente transparencia de las acciones políticas, para alcanzar el anhelado y necesario cambio.

Actualmente se juega la posibilidad que Chile tenga una política de calidad. Tenemos el derecho de exigirlo, en cuanto todos los parlamentarios están, por lo menos, suficientemente remunerados. Y si por sus negocios, no tienen tiempo de resolver las necesidades naciones, que no entren a la política. Como dijo el Padre Hurtado; “una actuación descuidada significa traicionar a la Patria en momentos como estos”.

Hoy están dando un examen de conciencia nacional. La temática que los desprestigia no sólo es de índole económico y de enriquecimiento injusto, sino que es más de fondo, es un tema valórico de carácter moral. Pero, ¿se dan cuenta los políticos de la responsabilidad de su cargo? Uno puede dudarlo y con justa razón. A no ser, que demuestren lo contrario con hechos no con palabras.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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