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Voto en el exterior: mejor democracia y proyección internacional

Boris Yopo H.
Por : Boris Yopo H. Sociólogo y Analista Internacional
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En momentos donde nuestro sistema político e institucional enfrenta serios problemas de credibilidad, y donde la desafección hacia la política se extiende transversalmente, constituye una buena noticia que después de 25 años desde que se presentó la primera moción parlamentaria, por fin se aprobara en forma casi unánime, hace algunos días, la ley que hará posible que los chilenos en el exterior puedan votar en primarias presidenciales, plebiscitos y las elecciones de 2017.

Chile se suma, así, a los 116 países que ya reconocen este derecho a sus ciudadanos. Hoy son cerca de un millón los chilenos que residen en el exterior, y este reconocimiento viene a saldar una deuda que ya se había prolongado por mucho tiempo.

La explicación real de esta demora fue que algunos pensaban que el voto del exilio podría haber dirimido un resultado en futuras elecciones. Sin embargo, la composición actual de la comunidad chilena en el exterior es mucho más diversa y heterogénea que en los inicios de la democracia, y ahora son motivos fundamentalmente laborales o de estudio los que hacen que muchos compatriotas emigren a distintos lugares del orbe. Pero, además, la Constitución consagra la igualdad de derechos de todos los chilenos. Entonces, la residencia en otros países nunca debió haber constituido un impedimento para votar, como tampoco establecer requisitos específicos que podrían haber introducido un factor discriminatorio entre nuestros compatriotas en el exterior. Afortunadamente la nueva ley reconoce de manera universal este derecho.

Así, nuestro país se pone al día en una práctica predominante hoy, aun en países que tienen grandes comunidades residiendo en distintos lugares del planeta, y donde este voto sí podría gravitar (por ejemplo, en el caso de la comunidad mexicana residente en Estados Unidos).

[cita tipo=»destaque»]La residencia en otros países nunca debió haber constituido un impedimento para votar, como tampoco establecer requisitos específicos que podrían haber introducido un factor discriminatorio entre nuestros compatriotas en el exterior. Afortunadamente la nueva ley reconoce de manera universal este derecho.[/cita]

Y es que la globalización está generando una movilidad de personas sin precedentes, que seguirá acrecentándose en el futuro. Entonces, junto con reconocer un derecho inalienable, debiésemos ver también el potencial que esto puede tener para nuestro país en su proyección internacional.

Cada chileno que reside en el extranjero, puede ser potencialmente un “representante” de nuestros diversos intereses en el mundo, pero, para eso, primero hay que cultivar un vínculo, y hacer un gesto de reconocimiento que recién ahora logró materializarse.

En definitiva, tener una visión globalizada implica no sólo transar bienes fuera de nuestras fronteras, sino también reconocer derechos a personas que, buscando un mejor horizonte, quieren sin embargo mantener un nexo con la patria. El voto es uno de ellos. Al fin se consiguió. Algo positivo entonces, pues esto se traduce en mejor calidad de la democracia y en un fortalecimiento de nuestras capacidades internacionales. Será tarea ahora, por tanto, de nuestras embajadas y consulados potenciar este nuevo vínculo.

Por último, un reconocimiento a las comunidades de chilenos en el exterior, cuyos esfuerzos y persistencia hicieron posible que un derecho tan básico finalmente quedase consagrado en esta nueva ley, que ya tendrá una expresión concreta en las elecciones de 2017.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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