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Nuevos escenarios para las fuerzas de cambio: diálogos políticos en campaña municipal

Andrés Hidalgo y Sebastián Aylwin
Por : Andrés Hidalgo y Sebastián Aylwin Andrés Hidalgo, encargado relaciones políticas Poder Ciudadano y Sebastián Aylwin, encargado político Izquierda Autónoma
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La unidad, cual manto de Penélope, ha sido la labor que la izquierda y las fuerzas transformadoras en general siempre inician, pero llegadas las elecciones comienzan a destejer, volviendo a esperar el regreso del héroe que les permita rehacer sus proyectos de vida.

Las próximas elecciones municipales son ejemplo de aquello. Por tanto, el desafío que tenemos por delante las fuerzas de cambio requiere humildad, capacidad de reflexión crítica, pero, por sobre todo, entender que no requerimos esperar al héroe homérico, sino que debemos tejer nuestro manto propio con la sociedad.

[cita tipo=»destaque»]Es posible emerger en la política institucional con fuerza si tenemos la claridad para enfrentarnos al duopolio y la intervención empresarial desde la óptica del ciudadano común que habita una sociedad que vive un malestar cotidiano, desde la demanda y el vocabulario simple y a la vez profundo, despojándonos de etiquetas y disputas que no suman y, sobre todo, resultan hoy incomprensibles para la mayoría.[/cita]

Muestra de lo que hemos señalado, es que, en plena campaña municipal, la mayoría de las organizaciones fuera del duopolio seguimos pensando –en buena hora– en el desafío político de mediano plazo, en un escenario caracterizado primeramente por una crisis de legitimidad terminal y, en segundo término, por el surgimiento de múltiples organizaciones que buscan romper desde distintas esquinas del espectro ideológico con la hegemonía del pacto de la transición Concertación-Derecha.

Entre las fuerzas políticas emergentes, existe un consenso en torno a la necesaria construcción de una confluencia que sea capaz de transformarse en un actor con capacidad de incidir en la agenda política y programática de los próximos años. Una fuerza con vocación de poder y mayorías, que enfrente el desafío de derrotar a la casta política tradicional, y su nefasta herencia neoliberal. Hasta aquí, nada novedoso y distinto a la tradicional expectativa de la izquierda, el manto que venimos tejiendo y destejiendo durante los últimos 25 años.

Todo este debate y propuestas, en medio de una elección municipal de la que poco se reflexiona y habla, tal vez porque su característica implica articulación de base, precisamente, uno de los desafíos que los movimientos emergentes debemos enfrentar, producido por la efectiva labor de desarticulación social iniciada por la dictadura militar y continuada por los gobiernos de la Concertación. Tener conciencia del carácter profundo de esta desarticulación nos permite evitar la tentación apresurada de hablar de un Frente Amplio desde los espacios en que las organizaciones políticas se miran mutuamente, dejando como espectadores a la sociedad organizada.

A partir de esto, queremos aportar con un par de reflexiones que nos parecen ineludibles para las fuerzas emergentes que buscamos actuar mancomunadamente, con generosidad y colocando como prioridad la transformación de Chile y el bienestar de su pueblo.

Acá algunos ejes ordenadores que proponemos:

  1. Por una parte, las coincidencias programáticas y estratégicas para el período.

  2. La capacidad de entender que cualquier acuerdo debe ser popular, democrático y ciudadano, sin que sean los partidos políticos aislados de los movimientos sociales, los que definan la política de acuerdos. A estas alturas es menester despojarnos del paradigmático “partido de vanguardia”, dicha caracterización de la institución partidaria es anacrónica, conservadora y caduca. El eje articulador debe ir en razón de la capacidad de movilización y desarrollo intelectual, en tanto nos permita una mejor panorámica a la hora de escoger nuestros candidatos y líderes.

  3.  A la fecha, los partidos políticos tradicionales han demostrado una incapacidad para conectar con la ciudadanía, mientras, por el contrario, hemos visto que los movimientos sociales que luchan por la recuperación de los derechos sociales, tienen dirigentes transversales con representatividad y legitimidad ciudadana, que pertenecen a nuevas formas o fuerzas que debemos convocar. Por tanto, entendemos vital la confluencia de los partidos y movimientos que tengan un trabajo social significativo, un desempeño electoral probado, dirigentes sociales –militantes o no– que sumen voluntades, con capacidad de instalar un discurso y un mensaje en el debate público que se construya desde abajo.

  4. Y, en última instancia, adscribir a elecciones primarias como mecanismo para resolución de candidaturas (esto último puede hacer la diferencia entre un pegoteo de siglas y negociaciones a última hora y la construcción de un frente electoral que madura y es capaz de enfrentar sus legítimas diferencias internas).

Es posible emerger en la política institucional con fuerza si tenemos la claridad para enfrentarnos al duopolio y la intervención empresarial desde la óptica del ciudadano común que habita una sociedad que vive un malestar cotidiano, desde la demanda y el vocabulario simple y a la vez profundo, despojándonos de etiquetas y disputas que no suman y, sobre todo, resultan hoy incomprensibles para la mayoría. La construcción de un frente amplio ciudadano que puje por una sociedad de derechos cuestionando el modelo desde el sentido común, parece ser un camino que hemos iniciado y al que es imposible renunciar. Las condiciones están dadas para que hoy dependa fundamentalmente de nosotros, superar la visión de que el de al lado es incompatible con mis intereses y cambiarla por una voluntad táctica generosa.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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