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Donald Trump se viene a Chile

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Definitivamente la ciudadanía decidió revelarse contra las elites. El triunfo de Donald Trump es la coronación de este fenómeno que se ha extendido por el mundo en estos últimos años y que indica un severo divorcio entre las personas y el poder político establecido. La globalización, gracias a la tecnología, levantó una alfombra que ya no permitía seguir ocultando más lo que estaba debajo. El histriónico personaje simplemente tuvo la audacia de representar bien su papel: el barrendero que deja al descubierto lo que se sabía que existía, pero que nadie quería nombrar.

Pero, además, Trump logró conectar en el imaginario de la gente marginada, en el empleado, incluso de los inmigrantes mexicanos –amenazados durante la campaña de ser detenidos por una especie de muro de Berlín moderno–, de que cualquiera en el país de las oportunidades puede llegar a ser un magnate. De paso, muchas personas deben haber percibido que Donald no necesita abusar del Estado para aumentar su fortuna, es decir, “no va a robar”. Claro, no se preguntan a costa de qué –y quiénes– construyó ese imperio.

La crisis política que estamos viviendo en Chile es un pasto seco para crear a nuestro propio Donald Trump. Hace solo unas semanas comprobamos cuánta molestia y decepción existe entre los ciudadanos. Apenas un 35% de las personas concurrió a votar. En el municipio más emblemático del país, Santiago, solo un 22% de los electores manifestó su opción, que, de paso, significó un duro castigo para Carolina Tohá por la vinculación del PPD al caso SQM.

Hoy tenemos a un candidato a La Moneda formalizado, al ex presidente de la UDI condenado, a un senador –Orpis– con arresto domiciliario, a varios empresarios cuestionados por los aportes ilegales a campañas, a la Presidenta de la República rasguñando el 20% de adhesión después de haber logrado 80%. Los principales partidos, al igual que el Parlamento, tienen un 10% de valoración positiva. El establishment cuestionado, el poder político tradicional bajo sospecha. Es decir, los Clinton chilenos en el banquillo.

Queda un año para las elecciones presidenciales y parlamentarias. Aunque parece que el país ya aceptó –o se resignó a, depende de la perspectiva– que Sebastián Piñera será el próximo Presidente, estamos lejos de que esto sea una certeza. Lo que es un hecho, es que la clase política definió que la salida a esta crisis de credibilidad y desconfianza vendrá en el mismo envase de siempre.

[cita tipo= «destaque»]La probabilidad que un personaje como Donald Trump irrumpa en Chile es alta. Puede que no alcance a llegar de manera competitiva en esa vuelta, pero el peligro está latente. Un ejemplo de esto es la manera despectiva y risueña con que nuestras elites han leído un dato que es consistente en las encuestas de este año. Leonardo Farkas es mencionado de manera espontánea entre las 5 personas con mayor opción presidencial.[/cita]

Hoy las elites proyectan que la disputa en 2017 será entre Lagos y Piñera, pese a que el primero no logra despegar, y que el segundo insiste en que no es candidato. Esto demuestra que aún no entienden ni visualizan la magnitud de la crisis, además de estar haciendo una lectura peligrosa del Chile de hoy. Sin ir más lejos, en redes sociales hay un movimiento de jóvenes que rechazan a ambos ex presidentes por igual; tenemos a dirigentes políticos que de manera transversal critican a Guillier o a Ossandón, porque “no tienen opinión en temas políticos”; Cristóbal Guarello denuncia que La Segunda lo presionó para “dispararle” al senador por Antofagasta y Sharp da el golpe a la cátedra ganando en Valparaíso.

En este escenario, la probabilidad que un personaje como Donald Trump irrumpa en Chile es alta. Puede que no alcance a llegar de manera competitiva en esa vuelta, pero el peligro está latente. Un ejemplo de esto es la manera despectiva y risueña con que nuestras elites han leído un dato que es consistente en las encuestas de este año. Leonardo Farkas es mencionado de manera espontánea entre las 5 personas con mayor opción presidencial. En casi todos los sondeos supera a Insulza, Ossandón y la ex candidata Isabel Allende. Por ahora, Farkas es seguido por más de 1 millón de personas en su Twitter y blog –lo llaman “líder y filántropo”– y existe un grupo ciudadano que está promoviendo su candidatura.

Por último, una buena noticia para Sebastián Piñera. Aunque existen diferencias evidentes entre él y Trump, a nivel de inconsciente colectivo de algunos sectores, parecen despertar las mismas expectativas estos hombres poderosos y con fortuna: el sueño del rico. Una especie de escalera con que se puede conseguir un mejor trabajo o más calidad de vida. Esa fantasía del patrón que tarde o temprano le tenderá la mano o al menos le dará un palmetazo en la espalda. La mala noticia para esos chilenos es que el patrón todavía no reconoce que es candidato.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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