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Ivonne Ramírez: gracias, ‘extranjeros’

Benito Baranda
Por : Benito Baranda Convencional Constituyente, Distrito 12
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Ha fallecido en un accidente en bicicleta aquí en Santiago Ivonne Ramírez Castrillón, de tan solo 28 años y nacida en Colombia, ingeniera comercial y que fue voluntaria de América Solidaria por un año en el Servicio Jesuita de Migrantes, colaborando allí en el programa de inserción laboral. Luego, dados su excelente desempeño profesional y su notable compromiso personal, se le solicitó quedarse por más tiempo en América Solidaria para liderar la captación y administración de los recursos para el proyecto “Reconstruyendo Educación en Haití”, a cargo de levantar la destruida Escuela República de Chile en Puerto Príncipe, lo que se logró finalizar durante el 2015.

Demostró en esos años una excelencia profesional y una dedicación de alta calidad y por ello se sumó al cargo del área de socios de la Fundación. Sus últimos dos años se dedicó a ser la Directora de Alianzas Corporativas de América Solidaria Chile, y los domingos hacía clases de español a haitianos llegados a vivir a Chile.

Enamorada de la gente, del baile, de la bici y de conocer el mundo. Integrante de una familia grande y preciosa en Colombia y, también, de una minifamilia en este bello sur que la acogió con infinito amor. Mujer de muchas ganas, que trabajó duro para poner su granito de arena por un mundo más justo, donde los niños de nuestro continente tuviesen oportunidad para realizarse y ser felices. Su huella será imborrable. Y le estaremos agradecidos por tanto amor repartido desinteresadamente en este mundo, lo que queda como ejemplo para todos los que tenemos la misión de continuar su legado.

[cita tipo= «destaque»]Experimento a diario, en los diversos países en que trabajamos, que los más xenófobos son también personas que desprecian la dignidad humana e independientemente de la nacionalidad –en casos extremos– son capaces de dañarla irreparablemente, como lo demuestran las páginas más tristes de nuestra historia nacional (y la de todas las naciones del continente). Incluso algunos de los llamados ‘héroes nacionales’ de nuestros países fueron flagrantes violadores de la dignidad de la persona humana, o constructores de mayores injusticias y atropellos hacia los más pobres.[/cita]

Viendo la vida de Ivonne, y conociendo de cerca la de muchas y muchos que participan de América Solidaria, me pregunto: ¿qué te importa la nacionalidad si están dispuestos a servir y a trabajar por los demás?, ¿cuántos chilenos y chilenas egoístas, centrados en sí mismos, corruptos y ‘chaqueteros’ dañan diariamente la vida privada y pública, y cuántos ‘extranjeros’ nos ayudan a construir país con su trabajo? Además, ¿quién puede decir que es 100% chileno o chilena? Yo por lo menos no lo soy.

Muchas veces a mayor nacionalismo y fanatismo por el país, mayor es el egoísmo, la avaricia, la codicia, y poco les importa a muchas de estas personas el devenir de los otros chilenos y chilenas que han tenido menos oportunidades, nada de privilegios y bastante de exclusión y discriminación.

Experimento a diario, en los diversos países en que trabajamos, que los más xenófobos son también personas que desprecian la dignidad humana e independientemente de la nacionalidad –en casos extremos– son capaces de dañarla irreparablemente, como lo demuestran las páginas más tristes de nuestra historia nacional (y la de todas las naciones del continente). Incluso algunos de los llamados ‘héroes nacionales’ de nuestros países fueron flagrantes violadores de la dignidad de la persona humana, o constructores de mayores injusticias y atropellos hacia los más pobres.

¡Necesitamos más ‘Ivonnes’! Personas capaces de donarse desinteresadamente a los demás, de poner todas sus capacidades profesionales al servicio del bien común y de trabajar abnegadamente para que ‘nadie se quede atrás’, lo requerimos con urgencia en todos los ámbitos de la vida nacional, ya sea en el mundo público como privado, en la academia y en las organizaciones de la sociedad civil, en las Iglesias y los clubes deportivos, en los barrios y las ciudades.

Que el ejemplo de esta ‘extranjera’ que sirvió en nuestra tierra nos ayude a abrir los ojos y el alma a nuestro prójimo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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