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Sí, el cinismo


Las élites diseñaron un sueño de progreso igualitario, consistía en que, con el pasar del tiempo, junto al crecimiento económico, los accesos a las oportunidades y la meritocracia marcarían la cúspide del modelo capitalista (por cierto, no detallaron en qué consistía el capitalismo). Cada uno a través de su esfuerzo individual lograría disfrutar de aquel fruto tan esquivo durante décadas para la mayor parte de la sociedad.

Los primeros años de este sueño, sin duda, fueron alentadores. El fuerte crecimiento del crédito amplió el acceso a bienes, los medios de comunicación avanzaron en programas que permitían a los chilenos verse a sí mismos, con esto, alentar esta travesía hacia la búsqueda del fruto. Luego, con la expansión de la educación superior y miles de familias con el primer integrante en el sistema, todo parecía más cerca. Sin embargo, para que esto funcionara, la sociedad debía pagar tributo, mantenerse al margen y, como buenos peregrinos en búsqueda de la salvación, seguir a aquellos iluminados que nos llevarían al desarrollo; se pagó.

Fue así que los referentes técnicos comenzaron a evangelizar, con ellos, los políticos se mimetizaron y dejaron la fábrica de sueños de sociedad, para pasar a ser entes castigadores de quienes exigieran derechos imposibles de concretar; el cerco de lo posible se trancó.

[cita tipo= «destaque»]Que los referentes técnicos comenzaron a evangelizar, con ellos, los políticos se mimetizaron y dejaron la fábrica de sueños de sociedad, para pasar a ser entes castigadores de quienes exigieran derechos imposibles de concretar; el cerco de lo posible se trancó.[/cita]

Sin embargo, al cerrar la puerta, olvidaron que para tener peregrinos fieles, estos deben ser alimentados de esperanza, de sueños a cuales aferrarse en momentos de duda. De esto nada, los seguidores, en un duro despertar, se vieron sin incidencia en el país que se construía, sin los beneficios prometidos por el mesías, sin avances en áreas fundamentales de la sociedad: educación, salud, transporte, vivienda y pensiones. Peor aún, dejaron de ver voluntad para avanzar en sus guías.

¿Dónde estamos hoy? Hoy tenemos que aquellos guías han pasado de iluminados a practicar el cinismo, sí, el cinismo. Todos se miran buscando culpables, preguntándose, dónde está el responsable de este desorden. Seamos sensatos, las sociedades, los sueños que buscan han sido construidos por las élites, ellas han puesto la música. En este sentido, es necesario dejar la música comercial y avanzar hacia una partitura armónica que integre a sus ciudadanos y se vuelva soñar al compás de una sociedad cohesionada. No obstante, antes de tomar la decisión, miremos cómo terminó nuestro padre ideológico, y preguntémonos si queremos seguir siendo el mateo y ordenado de la clase o dejaremos la escuela.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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