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Insulza-Lagos: la ruptura en el partido del orden

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Parece ser que la carrera presidencial en el Partido Socialista está develando algo más que una disputa personal entre dos de los personajes que mejor representan la primera etapa de la transición chilena. De esa época en que el PS logró adaptarse y asumir que para administrar el poder –luego del trauma del golpe de Estado a un Presidente socialista y la dictadura– debía ser capaz de hacer concesiones y entregar señales a otros actores –sociales, económicos, castrenses–, partiendo por los propios aliados. Lagos e Insulza, en cierta forma, proyectan lo que se podría denominar el corazón de la ex Concertación de Partidos por la Democracia. De ahí que resulte tan interesante como simbólica esta disputa entre dos de los tres precandidatos con que el partido de gobierno pretende competir el próximo año.

Ricardo Lagos y José Miguel Insulza, los antiguos aliados, los representantes de la elite política del PS, del partido del orden, enfrentados por conquistar primero a una base partidaria que parece mirar con recelo y distancia a la antigua dupla Presidente-ministro.

Las expectativas de la mayoría de los militantes, seguramente están puestas en el tipo de proyecto político esperado para a un partido francamente devaluado por la caída en el respaldo de un Gobierno liderado por alguien de sus filas. En este contexto, es probable que la candidatura de Fernando Atria –el convidado de piedra– logre atraer y entusiasmar más a las bases, aunque se trate de una candidatura testimonial.

Respecto del ciudadano común, la verdad es que la disputa Lagos-Insulza parece ser una especie de mirada retroactiva del país, un déjà vu, un túnel del tiempo en que los protagonistas son los mismos, pese a que el contexto país es totalmente distinto. El mejor ejemplo de cómo han cambiado los tiempos, es que es muy probable que la excesiva demora del ex Agente de Chile de renunciar a ese rol, haya dejado la percepción de que usó el cargo diplomático para poder levantar su candidatura. Hoy esas conductas son duramente criticadas.

[cita tipo= «destaque»]Ricardo Lagos y José Miguel Insulza, los antiguos aliados, los representantes de la elite política del PS, del partido del orden, enfrentados por conquistar primero a una base partidaria que parece mirar con recelo y distancia a la antigua dupla Presidente-ministro.[/cita]

Lo que sí está claro es que Insulza se tiene fe. De hecho entra a la carrera por La Moneda con un bajísimo respaldo en las encuestas. Ni siquiera logra superar el margen de error en ninguna de ellas. A diferencia de Lagos, el ex ministro necesita tiempo para evaluar si esta aventura valía la pena. Y es probable que antes de marzo los resultados no le sean favorables.

De ahí que la resolución del Comité Central del PS de realizar primarias internas en abril de 2017 es muy conveniente a sus intereses. También Insulza sabe que la primera carta debe jugarla en su partido. Después vendrá el momento de hablarle al electorado en general. Esto explica el discurso que está desplegando y que les toca las fibras a los militantes socialistas. Su anuncio de una asamblea constituyente logró el aplauso cerrado de los asistentes al encuentro, lo que contrastó con los varios pasajes en que el ex Mandatario fue pifiado –en un hecho inédito que, más que sorprendido, lo debe haber dejado preocupado–. Creo que Lagos entendió que su discurso “al país” todavía está muy lejano del mundo del partido en que milita la mitad de su ser –la otra lo hace en el PPD–. Seguramente también registró que el respaldo que tiene en ese partido no es total, ni menos incondicional.

Es decir, si hace unos meses su preocupación era atraer a los grupos más rebeldes y críticos de su candidatura, los que se autodenominan como el sector progresista, es decir, Camila Vallejo o Guido Girardi, en los próximos meses –de aquí a abril– deberá realizar un esfuerzo adicional para conquistar al militante de base del PS. Seguramente, personajes que hoy en día tienen una mirada dura de lo que fue el Gobierno de Lagos, y especialmente de su cercanía con el empresariado. El gran problema que tendrá Lagos es construir un relato consistente que dé cabida a intereses muy contrapuestos. En el último tiempo ya ha dado señales de esta falta de consistencia en el discurso al incorporar temas para atraer targets distintos. Su defensa del proyecto de aborto sonó más bien a pragmatismo que a convicción.

Entonces, de aquí en adelante tendremos una pugna en aumento entre ambos pesos pesados disputando un mismo espacio dentro del Partido Socialista. Insulza tratará de sacar al ring a su contrincante y pondrá el acento en las fibras de los socialistas, ese partido que conoce bien. Lagos deberá hacer un giro en sus propuestas con el riesgo de terminar construyendo un engendro de programa que termine no representando a nadie. Lo que sí es un hecho es que José Miguel Insulza tenía razón cuando dijo, en entrevista al EL Mercurio, que no le molestaba competir con quien fue su jefe en La Moneda. Incluso agregó: “Nunca he mirado a Lagos como mi papá… somos completamente iguales”.

Sin duda, pese a los intentos de diferenciarse, el problema es que los dos comparten un nicho común, el que hoy parece estar cotizando a la baja.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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