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La diversidad en los municipios

Lya Gonzalez Gonzalez y Daniela Leyton Quezada
Por : Lya Gonzalez Gonzalez y Daniela Leyton Quezada Lya Gonzalez Gonzalez, Educadora y Daniela Leyton Quezada, Cientista Política
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Las consignas y declaraciones de las últimas semanas en relación con las personas migrantes en voz de líderes de la derecha, y lo acontecido en la Municipalidad de Providencia casi el día mismo de la asunción del cargo de la alcaldesa Evelyn Matthei, que desarticuló la Oficina de Diversidad del municipio, prescindiendo de cuatro de los seis profesionales que en ella trabajaban, ponen una alerta sobre el tema.

La alta valoración que tiene la ciudadanía del trabajo que realizan las oficinas, áreas, departamentos de Diversidad y No Discriminación, allí donde han sido creados, obligan a reflexionar seriamente sobre el tema, para no dar un paso atrás en una materia que compete no solo a los derechos sino también a la dignidad de las personas, en el ámbito político más cercano a los ciudadanos, como es el de la administración municipal.

El tema de la Diversidad llegó para quedarse, es la afirmación que más se repite en estos días. ¿Qué significa realmente esto?

La primera afirmación es que la diversidad, en cualquiera de sus expresiones –sexual, étnica, de nacionalidad, de capacidades, género, cultural, etc.–, no constituye una moda ni una ocurrencia ideológica que caracterizaría solo al progresismo. Es una realidad y una necesidad, que hasta hoy o hasta hace poco muchos ignorábamos, desconocíamos o rechazábamos, que es un rasgo esencial de las sociedades decentes, es decir, aquellas que no humillan a las personas.

Segunda constatación: las naciones en sus máximos organismos internacionales se han puesto de acuerdo para defender los derechos que les asisten a las personas, a expresar su pertenencia a cada uno de los grupos de identificación con total libertad, y esperar de vuelta respeto y aceptación. Adicionalmente, las comunidades hacen esfuerzos por acciones inclusivas.

Una tercera constatación es que los países –y Chile entre ellos– crean organismos e instituciones que se encargan de proponer políticas que implican el restablecer derechos de las personas “diferentes”.

[cita tipo= «destaque»]Por todo es que resulta esencial el llamado, a las autoridades municipales recientemente electas, a acoger la experiencia acumulada en este tema, a imitar y profundizar estas buenas prácticas democráticas.  Las oficinas, áreas o departamentos de Diversidad y No Discriminación en cada municipio son una herramienta esencial para gobernar de forma reflexiva no solo los problemas actuales sino también los procesos de cambio.[/cita]

Las personas de la diversidad sexual, quienes no cuentan con institucionalidad específica, es con quienes la sociedad tiene una deuda de mayor especificidad, que no se paga con la sola creación de un organismo, sino con programas y políticas transversales, que informen, eduquen y promuevan el cambio de paradigma social frente a la diversidad sexual. La sexualidad de las personas no es un valor discutible, pues cada quien SIENTE y VIVE como su naturaleza se lo revela.

Por nuestro trabajo, conocemos el quehacer de la RED Nacional de Municipalidades por la Diversidad, Inclusión y No Discriminación. En ella vimos confluir el esfuerzo que 15 municipios despliegan, la solidaridad entre ellos y la voluntad por ampliar ese guarismo. Somos testigos de cómo y de qué manera han instalado en cada territorio un lenguaje respetuoso, un modo de hacer y relacionarse que los distingue. Han incidido en los equipos de educadores(as), entregando herramientas que les permiten acoger la diferencia desde el respeto. Han construido material de divulgación para reeducarnos en estos temas. Han celebrado y conmemorado cada fecha que nos recuerda el olvido por la diversidad… Han colaborado decididamente en la construcción del Chile inclusivo al que aspiramos, y que resulta un orgullo de cultura democrática.

Por todo es que resulta esencial el llamado, a las autoridades municipales recientemente electas, a acoger la experiencia acumulada en este tema, a imitar y profundizar estas buenas prácticas democráticas. Las oficinas, áreas o departamentos de Diversidad y No Discriminación en cada municipio son una herramienta esencial para gobernar de forma reflexiva no solo los problemas actuales sino también los procesos de cambio.

Todos y todas estamos llamados a construir un país amoroso, que acoge y respeta, un país democrático que promueve la expresión de quienes son parte de él, e igualitario, donde los derechos son respetados.

No es aceptable que quienes tienen la responsabilidad de ofrecer alternativas de soluciones a los problemas nacionales, se queden con la consigna fácil, repitiendo de manera mecánica lo que aparentemente rindió electoralmente en las elecciones norteamericanas.

Menos aceptable es que el poder municipal se ejerza de manera confusa y arbitraria, y que obligue a puestas en escena para desmentir lo que se hizo o quiso hacer.

Urge estar alertas. Nos asiste la convicción de que no da lo mismo quién gobierne en los espacios locales, regionales y nacionales. La comuna, la región y el país que queremos habitar los construimos todos y todas, respetando la diversidad e incluyéndola en nuestra cultura cotidiana.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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