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Participación del PRO en el Frente Amplio

Lucy Ovando
Por : Lucy Ovando Vocera del Frente Democrático Progresista (MDPro)
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En Chile existe una enorme crisis de representatividad política. El 60% de abstencionismo electoral, con tendencia a crecer, es el indicador más elocuente. A ello se suma que numerosos representantes en el sistema político (parlamentarios, alcaldes y concejales) están siendo investigados por acciones que pueden constituir delitos graves relacionados con la probidad o los financiamientos irregulares.

El objetivo declarado desde la extrema derecha a la extrema izquierda es recuperar la confianza de la ciudadanía, pero a menudo argumentada en frases hechas y sin mayor contenido. Por el contrario, son las prácticas políticas permanentes y transparentes las que podrían hacer la diferencia. La izquierda de fuera de la Nueva Mayoría ha explicitado acuerdos en este sentido, que podrían fijar la orientación y los límites en el accionar de un Frente Amplio, como una nueva orgánica política en formación.

La convicción básica es que se requiere un acuerdo que permita afrontar las próximas elecciones 2017. Hoy –por primera vez desde los 90– se ha dado un paso para la conformación de una tercera fuerza político-electoral dentro del sistema electoral y de partidos de Chile, con capacidad de competir y posibilidades reales de obtener representación senatorial y de diputados, además de Consejeros Regionales.

[cita tipo= «destaque»]Es evidente que la conformación de un nuevo referente requiere generosidad y pragmatismo de todos. No es posible colocar como condición una candidatura. Para avanzar en las políticas de alianzas que nos permitan conformar una verdadera tercera fuerza política, nos deben convocar los temas de fondo, tanto a nivel local como a nivel nacional.[/cita]

El éxito en la consolidación de este Frente Amplio pasa por dejar a un lado personalismos, fijar los términos de participación y decisión en un conglomerado que, de todos modos y como su nombre lo indica, podría tener más amplitud que consensos. Pero estamos convencidos de que avanzar en la unidad y en la definición de un programa de gobierno que reduzca las posiciones maximalistas que han estimulado la división de años anteriores, parece ser la tarea fundamental en el momento.

En este preciso sentido, el rol del PRO requiere una reflexión con mucha humildad y generosidad, a fin de no terminar aislado completamente. No se trata solo de que la baja de la intención de voto para ME-O que se advierte en la ciudadanía obligue a reflexiones críticas, sino la convicción mayor de una unidad necesaria entre quienes han criticado el comportamiento cupular y excluyente de las elites que controlan los dos conglomerados mayoritarios de la política chilena. Así, los tiempos urgen, y el PRO no puede pensar que da lo mismo participar en primarias en la Nueva Mayoría que en un Frente Amplio que efectivamente renueve el accionar político.

Es evidente que la conformación de un nuevo referente requiere generosidad y pragmatismo de todos. No es posible colocar como condición una candidatura. Para avanzar en las políticas de alianzas que nos permitan conformar una verdadera tercera fuerza política, nos deben convocar los temas de fondo, tanto a nivel local como a nivel nacional. Es fundamental que la política de alianzas sea visualizada desde el común acuerdo programático, más que desde el posicionamiento irrestricto de un candidato.

No obstante, también deben buscarse candidaturas que den garantías a la diversidad y que representen de la mejor manera la crítica a las prácticas que representan los “viejos políticos”.

Refrescar a los representantes, ampliar la participación con múltiples organismos de base que critican por todo el país a una conducción sorda a las demandas de la población, debe ser la forma en que se enriquezca y desarrolle el Frente Amplio. Participación, democracia y probidad con reformas verdaderas pueden ser la clave de un real cambio en la política chilena.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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