Publicidad

El lumpen piramidal

Eddie Arias
Por : Eddie Arias Sociólogo. Academia de Humanismo Cristiano. Doctorando en Procesos Políticos y Sociales.
Ver Más


Es interesante como estos “engendros” generan una ironía y un sarcasmo al sistema de alta concentración de la riqueza que impera en Chile, y en muchos países del mundo con particularidades diversas.

Son las bestias del exitismo y la fanfarria, sus rentabilidades siempre por encima de las del mercado, tejiendo la red de amasar millones en una pirámide posmoderna.

Una pirámide cultural que se circunscribe a una cultura de elite, donde hay que ser elegido de entre los mortales, sujetos resilientes y aspiracionales sin escrúpulos, los señores Alberto Chang y Rafael Garay, que en dinámicas distintas pero parecidas generaron una operación de estafa a gran escala, hábiles coachings del verbo fácil, podían mentir como sumar los números de sus acumulaciones.

Chicos listos, pero pillos, hicieron carreras económicas de asesoría fulgurante que daban garantías de credibilidad a través de la televisión, uno con jet privado, y el otro fanático de los autos. Hicieron MBA que les reforzaron su mirada global de los negocios, no solo parecían creíbles sino que lo eran para el mediocre medio nacional, donde hasta en los colegios cuicos los estudiantes no leen, y no comprende, con serios problemas en matemáticas transversalmente hablando.

Periodismo de poca monta que da tribuna al lenguaje de la farándula como una semiótica que lo resemantiza todo, no se requieren periodistas sino recetas de cocina, da lo mismo cómo lo haga lo importante es que parezca, mientras parezca el público se lo traga.

[cita tipo= «destaque»]De alguna forma esta ironía sarcástica es una historieta televisada de nuestro establishment, es una figuración moderna del pillo que se los engrupe a todos con sus propios cuentos, con los mismos que hemos escuchado por años, son un reflejo condicionado de aspiración frenética, bulímica y megalómana que no tiene un límite ético.[/cita]

Como las víctimas se tragaron los cuentos de sortilegio de estos inversionistas del mundo global new age o super yuppies de la rentabilidad financiera, se pueden utilizar monosílabos diversos para caricaturizar a estos personajes nuestros, de nuestra idiosincrasia nacional construida desde 1975 con reformas estructurales que nos transforman en el mito de los “Tigres de Asia”, y no en los quiltros comunes, a los que todo les costó, porque nunca hemos sido un país rico, sino un país al cual le ha ido moderadamente bien porque ha tenido la gracia de generar los precedentes de concentración de la riqueza nunca vistos en la historia de Chile, y a su sazón se ha logrado establecer una masificación del consumo estableciendo una cultura que tiene sustancialmente atrapada a la subjetividad de los chilenos. Sin embargo, la carencia de los derechos sociales nos sigue recordando que somos del tercer mundo, aunque nos creamos alumnos avanzados. Somos esquizofrenia viviente.

De alguna forma esta ironía sarcástica es una historieta televisada de nuestro establishment, es una figuración moderna del pillo que se los engrupe a todos con sus propios cuentos, con los mismos que hemos escuchado por años, son un reflejo condicionado de aspiración frenética, bulímica y megalómana que no tiene un límite ético.

Sobre ética en Chile ya no se habla, es como hablar de cultura cívica y otras hierbas, a quién le importa cómo la hiciste si al final la hiciste, y este mundo es de los vivos y no de los “weones”.

Los viejos de la vieja escuela, miran esta idiosincrasia con asombro, y no logran entender que el país cambio, dicen los ministros de hacienda que para bien.

El mismo eco pronuncia los capitales financieros, es la “ley de la selva” como presagio el Almirante Merino, uno de los más entusiastas promotores de la Escuela de los Chicago Boys, y la desigualdad es profunda “envidia” como diría el Ministro de Hacienda de Pinochet, Rolf Lüders, esos son los ejes valóricos que devoraron la axiología republicana de la mitología de un Chile de sana convivencia.

Cuál es la diferencia entre este lumpen ejecutivo, y el lumpen choro flaite. Bueno, claro se entiende que mientras unos están en países extranjeros, los otros cumplen años en las cárceles chilenas, porque la justicia tiene un imaginario discriminatorio sine qua non. Las diferencias valóricas, a eso vamos, no existen, son ganadores a costa de los giles, son ganadores a costa de los demás, son ganadores porque hay que ser ganador y triunfar.

Otros vinieron antes que fueron los gestores de una costumbre voraz, el individuo por el individuo, y el dinero como verbo genealógico.

La pragmatología a la cual le da lo mismo los costos con tal de conseguir su fin, la lógica de costo beneficio que gobierna el sentido de los connacionales. Estos son dos superhéroes de una historieta global, que se une a Jadue y su mafioso juego pelotudo, y se unirá a otros más que irán surgiendo, porque esta es una historia que recién comienza.

Es una burla respecto de esta cultura disuelta, donde las confianzas no se construyen sino que son avisos comerciales, solo falta un buen eslogan y una buena imagen, y estamos. Todo Chile puede estar en el saco.

Son gente ambiciosa y poco informada que pueden caer en todos los cuentos del tío habidos y por haber, es cosa que nos pongamos a inventar y a cagarnos los unos a los otros, esa es nuestra cultura.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias