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Canadá: lecciones para los liberales igualitarios de Chile


Pierre Trudeau es uno de los políticos del sigo XX de mayor trascendencia mundial más desconocidos en nuestro país. Catalogado como el padre del Canadá Moderno, éste ex primer ministro y líder del Partido Liberal de Canadá, logró entre otros importantes objetivos políticos, introducir el federalismo, bilingüismo (bajo su mandato se reconoció al inglés y francés como idiomas oficiales) y multiculturalismo en su país, reformas de suma relevancia que hoy nos hacen admirar a esta gran nación del norte.

Desde sus inicios como parlamentario, Trudeau impulsó con decisión una ambiciosa política de ampliación de libertades civiles en Canadá, destacando el reconocimiento del derecho de aborto en favor de las mujeres y la dictación de una ley de divorcio, entre otras políticas públicas que lo llevaron a acuñar una de sus frases emblemáticas por la cual es aún recordado en su país y el mundo: “El estado no tiene nada que hacer en los dormitorios de la nación”.

[cita tipo= «destaque»]En este sentido, la experiencia de Canadá, a mi entender, nos entrega la siguiente lección: el dialogo entre el liberalismo igualitario y la social democracia representa para nuestro país una alternativa de progreso socialmente responsable, por tanto, debemos ser capaces, sobre todo las nuevas generaciones que interpelamos el statu quo, de construirla e impulsarla día a día, sobre todo, porque dicha alianza, nos permitirá hacer frente a los distintos grupos conservadores del País que intentan impulsar una propuesta “mutilada” del liberalismo, conservadora en lo moral y subordinada a los intereses de los grandes grupos económicos del país.[/cita]

Sin embargo, su mayor legado tanto para Canadá como para el ideario liberal mundial, ya siendo primer ministro, fue haber impulsado importantes políticas públicas de claro corte socio liberal o liberal igualitario, en las cuales libertad e igualdad lograron un justo equilibrio. Entre éstas destacan la implementación de un sistema de salud pública universal, un plan de pensiones público y becas de acceso a la universidad; medidas que demostraron que es posible que un gobierno Liberal, sin sacrificar las libertades civiles y políticas, mediante un robusto gasto público, asegure un mayor nivel de justicia social a sus habitantes.

Dicho legado político, resulta aún más interesante, cuando observamos que tales logros han sido fruto de un clima de apertura del dialogo entre las fuerzas socio liberales (representadas por el Partido Liberal de Canadá) y los grupos social demócratas, los cuales, a través de una colaboración política activa, respetuosa de sus diferencias y tradiciones, lograron alcanzar importantes mínimos civilizatorios en un contexto de democracia y paz social.

En este sentido, la experiencia de Canadá, a mi entender, nos entrega la siguiente lección: el dialogo entre el liberalismo igualitario y la social democracia representa para nuestro país una alternativa de progreso socialmente responsable, por tanto, debemos ser capaces, sobre todo las nuevas generaciones que interpelamos el statu quo, de construirla e impulsarla día a día, sobre todo, porque dicha alianza, nos permitirá hacer frente a los distintos grupos conservadores del País que intentan impulsar una propuesta “mutilada” del liberalismo, conservadora en lo moral y subordinada a los intereses de los grandes grupos económicos del país.

En tiempos en que la descomposición y descrédito de la política en la nación alcanzan niveles alarmantes, la experiencia del Partido Liberal de Canadá, sobre todo durante el periodo liderado por Pierre Trudeau, se erige, para los liberales igualitarios, como una propuesta digna de aplicar en Chile; he ahí donde depositaremos nuestros mejores esfuerzos y esperanzas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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