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¿Payahop?

Por: Gabriel Alejandro Huentemil Ortega, payador


Señor Director:

Cuenta la leyenda que a fines del siglo XVIII, o principios del XIX, se encontraron los dos mejores cultores de la poesía improvisada que nuestra tierra tenía, el Mulato Taguada; de origen campesino y proletario, y el instruidísimo Don Javier De la Rosa.

El canto con guitarrón y guitarra duró varios días con sus respectivas noches, en que ambos lucieron su capacidad para improvisar cuartetas, estrofas de cuatro líneas con una estructura de rimas compleja y con octosílabo perfecto, hasta que De la Rosa venció al bardo afamado que ese día tenía por contrincante luego de que este vacilara en responder. Según mantiene la tradición oral, Taguada se suicidó luego de ser, por primera vez en su dilatada trayectoria, derrotado.

El 03 de Mayo del año 2016 la paya chilena fue declarada patrimonio cultural del Mercosur, gracias a un trabajo mancomunado de DIBAM y AGENPOCH (Asociación Gremial Nacional de Poetas Populares y Payadores de Chile) por su gran mérito histórico, por ser una práctica artística centenaria de compleja ejecución, por lo cierto, donde se pone el ingenio a prueba en todo momento, incorporando la décima espinela como elemento desde hace varios años.

No me extenderé en definir lo que es la paya, ya que los mismos académicos que la han estudiado difieren en algunos matices (para ello se puede consultar bibliografía de Juan Uribe Echevarría, Fidel Sepúlveda Llanos, Antonio Acevedo Hernández, Manuel Dannemann, Desiderio Lizana y Oreste Plath; por mencionar algunos).

Lo seguro es que dista mucho de los visto en la última edición del Festival del Huaso de Olmué, donde se presentó la dupla de “humor” PAYAHOP. Un desfile de rimas sin sentido, carentes de estructura o poesía, atiborrado de verbos en gerundio, que busca la risa burlándose del prójimo, más cercano a la vulgaridad que al arte; entre otros varios vicios de forma y fondo; en el escenario situado en el lugar que se auto-proclama como la capital del folclore: Olmué.

Peor aún, previamente a presentar una cueca, a la que también se le faltó el respeto en calidad de baile nacional por decreto ley desde el año 1979; uno de los personajes en cuestión se definió como payador chileno, dejando en claro su ignorancia contumaz sobre el tema. Complementario a ello la animadora Karen Doggenweiler pedía más “payitas”, demostrando su nulo interés en conocer lo referente al folclore y nuestras raíces.

Uno espera cierto grado de desconocimiento, mal uso o tergiversación de conceptos en un evento que viene mostrando hace muchos años ser esclavo del rating en vez de defensor de aquello que proclama cuidar: la chilenidad. No obstante, este año superó toda expectativa.

En resumen, una falta de respeto total a los que cultivamos, difundimos, mantenemos y defendemos las antiguas herencias culturales de nuestro país durante todo el año; en un canal que se jacta de tener una señal internacional, como es TVN.
De la TV abierta, nada se puede esperar. Con que cesen de mancillar el trabajo de los poetas populares, payadores, guitarroneros, cantores a lo divino y humano, me conformaría. ¿Será mucho pedir?

 Gabriel Alejandro Huentemil Ortega
Cantor a lo poeta, Intérprete de Guitarrón Chileno, Payador, Narrador Oral, Miembro de la Red Internacional de Cuentacuentos (RIC), Miembro del Círculo de Narradores Orales de Chile (CINOCH), Columnista estable en el Círculo de Narradores Latinoamericanos (CIRNAOLA).

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