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A propósito del refichaje en los partidos políticos

Por: Carlos Domínguez Scheid, Abogado


Señor Director:

En su nota del día 23 de enero titulada «La advertencia de Eduardo Engel por el refichaje de los partidos» se manifiesta una aprensión que tiene un fundamento histórico. En julio de 2001 la Democracia Cristiana falló en inscribir sus candidatos al Congreso y ello implicaba necesariamente la cancelación de la personalidad jurídica de ese partido, toda vez que al no competir no iba a recibir votos, cayendo en causal de disolución. En aquella ocasión hubo un acuerdo político express para salvar a la DC, prorrogando los plazos para que pudieran inscribirse nuevamente.

Esa acción de salvataje contribuyó al descrédito de los partidos políticos. Es de esperar que en esta ocasión se respete la ley y no se hagan modificaciones para salvar a uno u otro partido en particular, sea el que sea.

Es curioso el multipartidismo actual chileno, en el que hay tantos partidos que no representan sectores relevantes de la sociedad sino que responden a caudillismos. El MAS y ahora el PAIS son proyectos del senador Alejandro Navarro (ex PS), la Izquierda Ciudadana se construyen alrededor del diputado Sergio Aguiló (ex PS), el PRO es la plataforma de campaña de Marco Enríquez-Ominami (ex PS). Amplitud es el proyecto de congresistas que se presentaron y fueron electos por RN y luego renunciaron a ese partido.

También es paradigmática la afiliación internacional que tienen los partidos chilenos. Encontramos a tres partidos distintos que son miembros tanto de la Internacional Socialista cuanto de la Alianza Progresista (PRSD, PS y PPD) y también a dos partidos chilenos en la Unión Internacional Demócrata (RN y UDI). Asimismo, según la web del Foro de Sao Paulo, en el se agrupan ocho partidos chilenos, entre los que se encuentran el PS, la Izquierda Ciudadana, el PC, el PH, el MIR y Revolución Democrática. La DC es el único partido chileno en la Internacional Demócrata de Centro.

Si los partidos se organizaran a nivel nacional como lo hacen en el plano internacional, tendríamos un gran partido de centro-derecha (UDI+RN), un partido de centro, la DC, un partido de centro izquierda (PRSD+PS+PPD) y partidos más pequeños hacia la izquierda. Ya hemos tenido la experiencia de una coalición tan amplia como lo ha sido la Nueva Mayoría y el problema de gobernabilidad que ha generado.

Teniendo presente la experiencia de fusión y división de la centro derecha chilena de fines de los años 80 y la división en el PS de los años recientes, podremos preguntarnos por su relación con la paradoja siguiente: En los sistemas presidenciales son más importantes las figuras de los candidatos que las direcciones de los partidos. ¿Quien es el presidente del Partido Demócrata de EEUU? Las direcciones organizan y gestionan los partidos, pero finalmente el poder lo tienen los representantes del pueblo electos en cada ocasión. A esto se le denomina «partidos débiles». Por el contrario, en los sistemas parlamentarios, se necesitan partidos fuertes, toda vez que el líder del partido que consiga la mayoría de los escaños será el jefe de gobierno.

La discusión que subyace es fundamental para la continuidad de la democracia en Chile. Vivimos una situación de tensión institucional que puede derivar en otro quiebre democrático. La primera responsabilidad deberían asumirla quienes actualmente son representantes de los ciudadanos. ¿Serán capaces los diputados y senadores de darse cuenta del caos político que se vive? ¿Estarán dispuestos a, siquiera, respetar la ley en el caso que sus partidos no logren convocar al mínimo de adherentes en el plazo que actualmente está pendiente? ¿Será esperar demasiado que reflexionen sobre la paradoja entre sistema de gobierno y sistema de partidos que tenemos en Chile?

Carlos Domínguez Scheid
Abogado

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